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Miguel Brieva: "La solución a la crisis pasa por unirnos y cambiar la sociedad"

  • El dibujante publica la novela gráfica Lo que me está pasando
  • El libro es un certero análisis de la situación económica, política y social
  • Se trata de una historia que va del 15M a los actuales "Emperdedores"

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Fragmento de la portada de 'Lo que me está pasando'
Fragmento de la portada de 'Lo que me está pasando'

MIGUEL BRIEVA (1974)

Autor de las revistas 'Dinero' y Propuestas para no hacer'. Co-editor y co-autor de 'La vida La muerte', 'El niño Carajaula' y 'Om2: informe sobre el estado actual del objeto maravilloso'. Colaborador en 'El Jueves', 'La Vanguardia', 'El País', 'Rolling Stone', 'Ajoblanco', 'Mondo Bruto', 'NSLM', 'Recto', 'Tos' y 'Generación XXI'. También ha colaborado como animador en documentales y películas como 'Cabeza de perro' y 'Astronautas' (de Santi Amodeo). Reservoir Books ha publicado sus trabajos 'Bienvenido al mundo: enciclopedia universal Clismón', 'Dinero', 'El otro mundo' y 'Memorias de la tierra'. Además es miembro del grupo musical 'Las Buenas noches'.

Miguel Brieva (Sevilla, 1974) es uno de los analistas más destacados y mordaces de la actualidad gracias a sus brillantes viñetas e historias cortas en las que comenta la situación económica, política y social. Y ahora, cambiando de armas pero manteniendo su incisivo estilo, se atreve con su primera novela gráfica: Lo que me está pasando, diarios de un joven emperdedor (Reservoir Books) en la que, a través de los diarios de un joven desempleado y deprimido, realiza un certero retrato del momento que vivimos y analiza nuestro posible futuro.

Un libro que Miguel define así: “La toma de conciencia de un joven parado y deprimido de que la solución a sus problemas no pasa por la individualidad ni por los antidepresivos sino por unirse a los demás y cambiar la sociedad”.

El protagonista de la historia es Víctor Menta, un parado de 32 años con pocas esperanzas de futuro. “En el libro –asegura Brieva- he tratado de dar una visión panorámica de lo que está pasando, pasándolo por el filtro de una persona que tiene una visión muy específica de la realidad en cuanto que está cautiva de un proceso de desesperanza (como gran parte de la sociedad actual), pero que a el le ha llevado a una fuerte depresión e incluso a cierto atisbo de locura. Esa locura le da una visión delirante de la realidad a través de unas alucinaciones que, sin embargo, parecen indicarle el camino a seguir para superar esa mala etapa”.

“El libro –comenta el dibujante- mana de mis propias experiencias y tiene muchas cosas que ver conmigo pero no es autobiográfico. Víctor es un joven que hizo sus estudios y tras haber pasado una travesía de trabajos, a cual más precario, ahora se encuentra en el paro y sin ninguna esperanza de futuro y sintiéndose como un marciano en el mundo absurdo que lo rodea”.

“Motivado por esa situación –continúa el dibujante- empieza a perder pie en la realidad fantasmagórica que vivimos y que emana de los medios de comunicación lo que, curiosamente, le hace acercarse más a lo que es la auténtica realidad”.

Siempre hay una solución para salir de la crisis

Pese a la dramática situación actual, Brieva asegura: “Siempre hay solución para salir de la crisis. Yo nunca pierdo la esperanza, ya que es como un resorte de autodefensa y salvación que tenemos. Este libro es más trágico porque aborda directamente la realidad, pero la solución que apunta, aunque sugerida en un formato onírico, apela a una cosa muy concreta que está pasando en este país en este momento, que es un proceso por el que la sociedad se ha empoderado (se ha hecho fuerte) y ha encontrado la forma para poder hacerse con el control de los que mandan. Por lo menos de los de este país”.

Lo importante para salir de la crisis es, según Brieva: “Romper con esa objetividad perversa que guía a la sociedad en estos momentos, que se podría definir en crecimiento perpetuo, aumentar la producción… en este mantra económico surrealista con el que nos bombardean a diario y que no tiene en cuenta ni que las personas coman, ni que tengan techo, ni que vivan mejor, ni que haya más felicidad. Lo único que le preocupa es que aumenten una serie de dígitos, lo que en términos prácticos es un aumento de la riqueza de gente que ya tiene tanto que ni siquiera lo va a notar. No tiene ningún sentido. Es una locura”.

“En términos sociológicos –añade el dibujante- a partir del 15M ese espíritu de desesperanza que comentaba parece que se está compensando en la balanza con un peso que genera una ilusión, una esperanza, un atisbo de cambio”.

Sobre los parados, a los que en el libro hace aparecer casi como invisibles, Brieva asegura: “La gente que estudia este sistema económico que llamamos capitalismo o neoliberalismo, sabe que el paro es una solución para el sistema, nunca un problema, ya que tener un excedente de mano de obra es una solución ya que te permite abaratar los costes de producción teniendo una masa de gente desheredada que va a trabajar cada vez por menos ingresos. El paro es una solución. Los políticos hablan de ello como un problema pero todos son cómplices del entramado financiero y saben que el paro es una bendición para ellos. Y cuanta más gente desheredada, más posibilidades hay de negocio para ellos”.

El “crisismo”

En el libro, Brieva acuña términos como el “crisismo”. “Para entender lo que significa –asegura- hay que ir a la raíz de la palabra crisis. Es un concepto que viene de la medicina y que describe un proceso muy concreto y puntual que se da a lo largo de una enfermedad y que puede durar minutos u horas. Y durante el que el cuerpo del paciente está apunto de colapsar. Eso es lo que se llama una crisis”.

“Sin embargo –continúa-, en términos económicos, nos damos cuenta de que en el siglo XX ha habido unas cinco crisis, de varios años, que ha habido que apuntalar con un trabajo y un sufrimiento enorme. Y actualmente llevamos seis o siete años de crisis, por lo que se ha pervertido completamente el significado original de la palabra crisis. Ahora podemos vivir permanentemente al borde de la muerte, que es lo que significa crisis en medicina, naturalizándolo como el día a día. Hasta Angela Merkel nos dice que recuperaremos los índices de trabajo y prosperidad de 2007, a lo mejor en 2024. Podemos estar en crisis veinte años. Vivimos al borde de la muerte permanentemente”.

“Es también la idea del Apocalipsis –continúa Miguel-. En la Biblia parece que el Apocalipsis va a ser cosa de unas horitas: se desgarran los cielos, vienen los ángeles exterminadores y en unos minutos el Universo se acaba. Pero a lo mejor es que ya estamos viviendo el Apocalipsis, que no va a durar unas horas sino sesenta años. Pero claro, ese proceso en 60 años es más difícil de apreciar y por lo tanto no reaccionamos para evitarlo. Es como la asunción de que vivimos permanentemente en el Apocalipsis. Eso es el Crisismo y es en lo que estamos ahora”.

“Emperdedores”

El joven protagonista del libro pertenece a un grupo de jóvenes “emperdedores”, como los denomina Miguel: “Emperdedor, sería la antítesis real de esa figura inexistente que es el emprendedor y a la que apelan constantemente los psicópatas que salen por la tele como el Fondo Monetario Internacional o los miembros de los bipartidismos de todos los países del mundo”.

“El emprendedor –añade el autor- sería el fundador de Facebook y el emperdedor serían todos los demás. Porque, ¿qué posibilidades hay de que los jóvenes se inventen cosas tan lucrativas como esa? Como mucho habrá cuatro que peguen el pelotazo y pasen a formar parte de ese selecto club de millonarios”.

“Al resto, jóvenes empresarios, autónomos, emprendedores, pequeños comerciantes… lo que se hace es ponérseles trabas una y otra vez –asegura-. Yo como autónomo lo conozco perfectamente y es una queja que tenemos desde hace décadas. ¿Por qué los autónomos tenemos un trato tan injusto cuando se favorece a las grandes superficies? El individuo que monta su pequeño negocio y que debería ser la base de la economía de mercado no le interesa a Mariano Rajoy, por mucho que se le llene la boca de emprendedores. Lo que hace es hablar de una abstracción inexistente. Lo que nos dice es que todos los que no somos esa abstracción, en el fondo somos unos perdedores, unos emperdedores, lo que somos la mayor parte de la sociedad”.

Miguel asegura que también le interesa mucho el mundo de los sueños: “Me interesa el mundo onírico, simbólico, el surrealismo, y en este caso me apetecía hablar de la locura y contraponer la locura del loco que va hablando solo por la calle, con la locura real de esta gente que nos gobierna. Hablar de cómo en ciertas situaciones esa fuga que te da la imaginación a través de los sueños o de la locura, a veces es lo más cuerdo que podemos hacer frente a una realidad que está loca, que está enferma”.

Los medios de comunicación y la ecología

En el libro no faltan temas recurrentes en su obra como la crítica a los medios de comunicación. “En una sociedad tan compleja como la nuestra, en la que se ha perdido el contacto individual e interpersonal, los medios de comunicación son unos gigantescos altavoces que nos permiten contarnos cosas unos a otros. Lo que pasa es que esos altavoces están en manos de una minoría de gente que proyecta sus propios deseos. Y como no oímos otros, porque la mayoría de la gente que no tiene tiempo o inquietud, acaba creyendo lo que dicen esos altavoces. Una especie de mecanismo de apisonadora”.

La ecología también sigue siendo otro de los temas que más le preocupan, como hemos visto en trabajos anteriores como Memorias de la tierra (Reservoir Books): “La ecología no es esa cosa que nos hemos acostumbrado a ver en el Telediario, como entre tierna y melodramática… ejemplo: mira que tigre ha nacido en el zoo. Eso es una cosa ingenua y contraproducente. La verdadera ecología es saber cuales son los límites del espacio en qué vivimos y hasta donde podemos llegar. Es tan fácil como eso y hay muy poca conciencia de hasta que punto estamos jugando con fuego. Pero la Madre Naturaleza es tan fuerte que al final nosotros desapareceremos y surgirán otras especies, como ha sido siempre”

“Pero creo –continúa Miguel- que es interesante porque desde la ecología es desde el único ámbito en el que se está planteando una alternativa cabal sobre cómo podemos organizarnos los seres humanos sobre la tierra, teniendo en cuenta los límites biofísicos y energéticos y teniendo que ponernos de acuerdo. Porque cuando hay pocas cosas, frente a la fantasía del capitalismo de que las cosas son infinitas, la ecología tiene que cuidar esas pocas cosas, igual que tenemos que cuidarnos entre nosotros. Por que si no vamos a vivir un infierno”.

Sacar el arte a los bares

Una de las propuestas más curiosas de Lo que me está pasando es la de sacar el arte a los bares. “Yo estudie Bellas Artes y siempre me ha interesado el arte, la fuerza que tiene y cómo nos impacta. Y por qué es tan necesaria la creatividad para nosotros. Y en ese sentido, en este Siglo XX se da una paradoja y es que hemos matado el arte. El arte ha muerto. En un momento dado tomo una lógica que lo llevo a la aniquilación y lo que queda son restos de un naufragio que sirven para mover un mercado igual de corrupto que los demás y que ya nada tiene que ver con la emoción ni con ensanchar horizontes. Sólo con mover dinero”.

“Por eso fantaseo con darle la vuelta a eso y mi personaje fantasea con que los museos están vacíos, porque creo que los museos matan la percepción y el disfrute del arte. Y por eso el personaje sueña que en los baretos de barrio, la televisión (imágenes que no cambian pero que nunca dicen nada) es sustituida por un Goya, un Solana… y los parroquianos, entre carajillo y carajillo, se recrean en comentar las sutilezas de esa pintura. Es una idea sugerente. No sé si habría que tomársela al pie de la letra pero me parece muy interesante”.

En cuanto a sus proyectos, Miguel nos comenta que: “Tengo un par de historias largas, también la adaptación de un clásico a la novela gráfica y trabajo mucho con Ecologistas en Acción, como militante. Estamos dándole un giro gráficamente a la editorial de la asociación”.

“El problema de hacer cómic largo en este país es que no se puede vivir de ello. Todos hacemos ilustración, humor gráfico, portadas de libros y ya por gusto, y en el tiempo que nos queda, hacemos cómics. Quizá ese sea el mayor obstáculo para abordar un proyecto de cómic, que te puede llevar dos años, y que mientras tienes que hacer otras cosas que te permitan sobrevivir. Pero yo tengo muchos proyectos que tarde o temprano me gustaría plasmar en el papel”.