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'Cazador de sonrisas', un thriller sobre secretos inconfesables

  • Agustín Ferrer sitúa su historia en los convulsos años 60, en EE.UU.
  • El protagonista en un dentista con mucho que ocultar

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Ilustración de 'Cazador de sonrisaas', de Agustín Ferrer
Ilustración de 'Cazador de sonrisaas', de Agustín Ferrer

Tras retratar los sueños de un cazatalentos literario en el imaginativo cómic Las apasionantes lecturas del Sr. Smith (Libros.com), el pamplonés Agustín Ferrer Casas nos introduce en las pesadillas del alma humana en Cazador de sonrisas (Grafito Editorial) un Thriller ambientado en los años 60 en EE.UU, tan lleno de luz en la superficie como oscuro en el interior. Y protagonizado por un dentista, que es una de las cosas que más nos aterran a acasi todos.

"Es un thriller -asegura Agustín- desarrollado en 1961, un momento clave para la sociedad norteamericana. Recordemos que los EE. UU. han salido de una 2ª Guerra Mundial y un reciente conflicto de Corea. Es la época del baby-boom y de sus padres, un momento en el que todo parece estar por descubrir. Todo parece nuevo: la publicidad y el consumo, las relaciones sociales y morales, la sexualidad (el reciente Informe Kinsey en la década anterior), la integración racial, la carrera espacial, la polarización del mundo en dos grandes bloques enfrentados en la llamada Guerra Fría... "

"Ese aparente deseo de evolución, cambio y renovación -continúa agustín- se plasma en la elección, aunque por la mínima, del candidato demócrata John F. Kennedy como Presidente de los EE. UU. (el más joven hasta la fecha, además de católico), frente a un Richard Nixon continuista de la política de Dwight D. Eisenhower “Ike”. La nueva pareja de la Casa Blanca compensa su inexperiencia con el entusiasmo y la desbordante simpatía que irradia su imagen, con una flamante y fresca sonrisa que ilumina el país. Toda esta inocencia se torcerá con los asesinatos en cascada de los dos hermanos Kennedy, de Martín Luther King, de Malcom X; la escalada del conflicto de Vietnam y la carrera armamentística; la degradación de las drogas..."

"Ese sería el contexto histórico de fondo en el que se desarrolla Cazador de Sonrisas -puntualiza Agustín-. Una historia de personas normales que conviven en buena vecindad y comparten barbacoas en fin de semana. Personas como nosotros, con una vida pública tranquila, pero que tienen algo que ocultar, algo que les obsesiona y que no es confesable. Y que, cuando salen a la luz, pueden trastocar la cómoda vida de sus propietarios y de quienes los rodean. Si a esto le añadimos LSD, un poquito de “bondage” y un par de crímenes tenemos un cocktail que no dejará indiferente a nadie".

Un respetado odontólogo

Ferrer ha elegido como protagonista a un dentista con un pasado realmente oscuro: "Se llama Herbert F. Dunne y es un respetado odontólogo afincado en la ciudad californiana de Oceanside. Licenciado con honores del cuerpo médico del ejército tras el conflicto de Corea. Durante este periodo aportó sus conocimientos a la inteligencia militar en los interrogatorios de prisioneros norcoreanos. Este hecho extremo le sirvió para confirmar algo que intuía: su carencia de empatía por el sufrimiento ajeno".

"Consciente de su falta, intenta suplirla con la ayuda del psicoanálisis y el uso de drogas como el LSD. Pese a ello, lo que para otros puede ser visto como la tara propia de un sádico, de un monstruo, se convierte en su particular patio de recreo, amparado por el ejercicio de su profesión como dentista".

"Parece mentira, pero pese a todo lo dicho, durante la lectura del cómic el lector acaba por tomarle cariño al Dr. Dunne. Quizá sea porque todos llevamos dentro la curiosidad de ver cómo termina este hombre. O somos como “la vieja del visillo”. Si llegué hasta el nombre de Herbert F. Dunne fue por diferentes caminos (me gustaba que su esposa pudiese llamarle Herb y me sonaba bien el apellido Dunne, como la novela de ciencia ficción de Frank Herbert, pero doblando la “n”)".

'La pequeña tienda de los horrores' y 'Terciopelo azul'

La profesión y aficiones del dentista y ese mundo aparentemente perfecto nos recuerdan a dos clásicos del cine que Agustín confiesa que le encantan: "Lo de La pequeña tienda de los horrores ya lo he mencionado en alguna ocasión, en el sentido de que nos encontramos un poco “indefensos” cuando nos sentamos en el sillón de la consulta de nuestros odontólogos. Estamos en sus manos y, salvo que seamos como Bill Murray en esa película, no conozco a nadie que abra la boca bajo el foco y que no sienta un poquitín de ansiedad. Y vuelvo a decir que yo aprecio a mi dentista, que además está “cañón”.

"Y en cuanto a la película de Lynch, cuando la ví por televisión en el verano de 1992 (fíjate si me acuerdo), esa noche no dormí dándole vueltas. Me dejó una huella imborrable. Esa mezcla de repulsión/atracción de las execrables conductas de algunos de sus protagonistas (Dennis Hopper y su botellita de gas), gentes con las que nadie en su sano juicio quisiera mezclarse. Una historia realmente oscura y retorcida... Buf!"

Inspirado en la publicidad y en 'Mad men'

Agustín nos comenta por qué decidió ambientar la historia en los 60: "Casando las piezas del puzzle, los 60 eran los únicos años en los que podía confluir toda la historia (las ortodoncias y las nuevas formas de hacerlas más estéticas, los recuerdos del conflicto de Corea y el sudeste asiático de nuevo en ebullición, la elección de Kennedy...)".

"Y realmente a quién puede no gustarle la estética retro de la época -confiesa el autor-, con esos cochazos inmensos que tragaban gasolina como un borracho en fin de semana, de alegres colores, con esos alerones tan atractivos como inútiles; esos señores repeinados, trajeados y con sombrero; esas señoras elegantemente vestidas, de bustos generosos y peinados sustentados por litros de laca; las casas de Richard Neutra y los carteles de Saul Bass... Era un tiempo que invita al positivismo. Por lo menos para mí".

Pero ese escenario también hace necesaria una buena documentación: "Por supuesto -asegura Agustín-, me he documentado a través del sempiterno Internet y por documentación de la época en forma de libros y enciclopedias de las que eventualmente echo mano. Y sobre todo, como podréis observar, la publicidad que a principios de los 60 surgió con toda su fuerza, ha sido una baza fundamental en el desarrollo de Cazador de Sonrisas. La serie Mad Men, que admito no he visto, pero cuyas imágenes en la red me han servido de gran e incalculable ayuda. Además, la cartelería publicitaria de la época proporciona casi toda la documentación necesaria para ambientar este tipo de cómics sesenteros, porque retrata a la perfección el estilo de vida norteamericano".

Sin embargo también se ha tomado algunas licencias realmente curiosas: "La cosa fue realmente simple -nos confiesa-. Quise ambientar Cazador de Sonrisas, por necesidades del guión, en una localidad cercana a algún campamento militar. Buscando encontré la base de Camp Pendleton, el mayor emplazamiento del Cuerpo de Marines (U.S.M.C.) en la costa oeste de los EE. UU., en California entre Los Ángeles y San Diego, pegada a la localidad de Oceanside. Perfecto. Podía hacer un cómic luminoso, lleno de cielos azules, con una trama “oscura”. Las imágenes que me sirviesen de muestra de la base las obtuve fácilmente. Pero las de Oceanside me llegaban en lento goteo. No podía darme por vencido (caer está permitido, levantarse es obligatorio)".

"Así que opté por tomarme la siguiente “licencia creativa”: existe en EE. UU. otro Oceanside muy cerca de Nueva York, pero en la costa este y sin ninguna base militar anexa. Aquí sí que encontré documentación gráfica de la época. Pero, si uno tiene un poco de vista comprende que los climas de ambas Ocenasides, pese a compartir nombre, son totalmente opuestos. Por lo tanto su arquitectura dista también una de otra y yo, como para estas cosillas soy muy puntilloso, sentía constantes remordimientos de conciencia. En la costa oeste priman los edificios de estilo colonial, blancos, con arcos y sin formas angulosas, y las casas unifamiliares incluso son de madera. En el lado atlántico prima el ladrillo y los colores oscuros".

"Es probable que, si yo no hubiese revelado esta circunstancia, nadie se hubiese dado cuenta de esta duplicidad física de las localizaciones y escenarios -comenta-. Pero tenía cargo de conciencia y prefiero delatarme a mí mismo antes de que alguien diga: “¡Lo sabía, lo sabía...! Todos esos edificios de ladrillo en California... ¡Por-fa-vor...!”.

"He usado color hasta en los bocadillos"

Al contrario que en su obra anterior, que era en blanco y negro, en esta los colores sirven para resaltar el contraste entre la luminosidad del escenario y la oscuridad de la trama. "Aunque haga historias oscuras en cuanto a temática, me considero un individuo positivo -comenta Agustín-. Y quiero pensar que este positivismo lo traslado a la luminosidad de los colores con los que ilustro mis cómics. Lo paso realmente mal y deprimen cuando tengo que dibujar una escena en la que manden los tonos oscuros, aunque en Cazador de Sonrisas haya algunas páginas que no podían colorearse de otra manera".

"El color usado en Cazador de Sonrisas podría decirse que es luminoso, con tonos que reflejan espacios amplios, abiertos, estilos de vida sanos y edificantes. Este hecho colisiona con el hilo argumental de la historia, que es retorcida y morbosa. La imagen comparativa que me viene a la cabeza es la de una pared empapelada con un bonito papel pintado que, si se rasca un poco, desvela la humedad gris del lienzo corrompido que cubre. Puagh!"

"Por otro lado -continúa- he utilizado color hasta en los bocadillos, con la intención de separar los tres diferentes momentos en los que temporalmente se desarrolla la historia (los 50 y Corea, los 60 de la trama y los 80 que introducen al lector en la historia). Incluso los fondos de las hojas tienen un color que va tornándose más oscuro conforme avanza el cómic, anunciándonos la inminencia del desastre".

En cuanto a sus proyectos, Agustín nos avanza que: "Actualmente estoy trabajando con el guionista Fernando Fernández Llor en una novela gráfica que, poco a poco, va avanzando. Por mi cuenta intento sacar a flote un thriller político ambientado en el Argel actual, pero tengo que darle muchas vueltas y sacarle brillo. Tengo alguna idea sobre un as femenino de la aviación soviética, la Rosa Blanca de Stalingrado, que luchó y murió en la batalla de esta misma ciudad, ¡pero me está superando el tema de los patronímicos! Y tengo dos propuestas muy muy golosas, que no sé como enfocar, con otros tantos personajes y situaciones históricas. ¡¡Y sólo tengo dos manos, una cabeza y no me da la vida...!!"