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El genoma del hombre moderno confirma su cruce con los neandertales hace 50.000 años

  • Se consigue por primera vez secuenciar el ADN de un humano de 45.000 años
  • A partir de un fémur siberiano, se descubren más costumbres del sapiens

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Se ha logrado secuenciar el genoma de un hombre moderno de hace 45.000 años.
Se ha logrado secuenciar el genoma de un hombre moderno de hace 45.000 años.

La secuenciación por primera vez del genoma de un humano moderno de hace 45.000 años, a partir de un fémur hallado en Siberia, ha logrado afinar la fecha en la que se produjo el cruce entre poblaciones de Homo sapiens y neandertales: hace unos 50.000 o 60.000 años, posiblemente en Oriente Próximo.

Esta es una de las principales conclusiones de un estudio liderado por un equipo del Instituto Max Planck (Alemania) que se publica en la revista Nature y que que, además de los datos genéticos, aporta datos sobre la alimentación de este individuo masculino.

Los restos fósiles analizados pertenecen a un fémur relativamente completo hallado en depósitos fluviales del río Irtysh, cerca de la aldea Ust'-Ishim en Siberia occidental, relata a Efe el valenciano Domingo Carlos Salazar García, asociado al Instituto de Antropología Evolutiva del Max Planck y uno de los firmantes.

Se trata del genoma del humano anatómicamente moderno -nosotros- más antiguo secuenciado hasta la fecha, el cual se ha comparado con el de personas de más de 50 poblaciones actuales.

Mezcla entre neandertales y humanos modernos

Los investigadores constataron que en torno a un 2% del ADN de este individuo venía de los neandertales, una proporción similar a la encontrada en los habitantes de hoy en día de Europa y el este asiático.

La diferencia, según Salazar, está en la longitud de esos segmentos del ADN neandertal, que en el individuo estudiado son mucho más largos que en los hallados en humanos actuales (esto indica que ese individuo está más cercano al momento en el que el ADN neandertal pasó a formar parte del genoma del hombre moderno).

"Este análisis ha permitido afinar aún más cuándo se produjo la mezcla entre neandertales y humanos modernos, aproximadamente entre 7.000 y 13.000 años antes de que el individuo estudiado viviera".

O lo que es lo mismo: en torno hace 50.000 y 60.000 años, coincidiendo con la expansión del hombre moderno fuera de África, apunta Janet Kelso, responsable de los análisis bioinformáticos. Estudios anteriores habían datado este acontecimiento -el del cruce de las poblaciones- en un rango que iba desde los 37.000 años a los 86.000 años atrás, recuerda la revista Nature.

Seguimos teniendo ADN neandertal

El trabajo que ahora se publica, además de afinar la fecha, ahonda en las primeras conclusiones aportadas por el proyecto del genoma del neandertal -puesto en marcha por el Max Planck en 2006-: que los humanos modernos fuera de África tienen un porcentaje de ADN neandertal, tanto los de ahora como los de tiempos pasados.

Este planteamiento no se ajusta a dos modelos extremos tradicionalmente planteados: que el Homo sapiens salió de África sin cruzarse o que hubo una evolución local en cada continente a partir de una migración muy antigua, cercana a los dos millones de años.

"Es gratificante saber que ahora tenemos un buen genoma no solo de neandertales y denisovanos, sino también de un humano moderno tan temprano", indica en una nota del Max Planck Svante Pääbo, quien lidera este estudio junto a Bence Viola y Janet Kelso.

Otros hallazgos sobre la vida humana hace 45.000 años

El artículo también revela que el individuo analizado vivió en el momento, o cerca, en el que se produjo la división entre las poblaciones del occidente y el este de Eurasia, lo que se ha sabido porque este individuo comparte similitudes por igual con poblaciones actuales del este y oeste de Eurasia, declara Salazar.

En cuanto a la alimentación, el trabajo sugiere que consumía recursos de agua dulce -como peces- de forma frecuente, lo que aún no se ha podido demostrar de forma directa en neandertales de la región.

Esto se ha logrado gracias a un examen de isótopos: las improntas isotópicas de cada tipo de alimento que consumimos pasan a nuestros tejidos corporales, incluido el hueso, al que van a parar los átomos de las proteínas consumidas. Cuando se analizan los restos en el colágeno óseo se puede averiguar qué tipos de alimentos consumieron.

"Como el colágeno tiene átomos de los alimentos consumidos durante varios años de vida, la señal que obtenemos es de alimentos consumidos de forma habitual", aclara Salazar, quien concluye que "probablemente esta plasticidad alimentaria supuso una ventaja para adaptarse al entorno, lo que facilitó su expansión por Eurasia, en detrimento de los neandertales, que desaparecieron".