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Bernardino León advierte de que el caos en Libia puede crear "un imán para grupos terroristas"

  • Madrid acoge una conferencia internacional sobre la estabilidad de Libia
  • Las milicias rivales combaten entre sí por el control de zonas estratégicas

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El caos se apodera de Libia tres años después de la caída de Gadafi

En Libia reina el caos y el descontrol. A punto de desintegrarse en otra guerra civil, el país africano se parece más a un estado fallido que al proyecto de democracia que surgió al calor de las primaveras árabes. En 2011, milicias rebeldes hicieron caer, con ayuda de la OTAN, el régimen totalitario del coronel Gadafi después de cuatro décadas de represión. Pero tres años más tarde y cinco gobiernos después, las autoridades libias no han sabido estabilizar el país ni concluir la transición en un régimen democrático. Las milicias extremistas se han extendido y controlan varias zonas de Libia.

Madrid ha acogido este miércoles la Conferencia sobre Libia organizada por el Gobierno español y en la que participan responsables de 21 países e instituciones. Horas antes, desde Nueva a York, en declaraciones a TVE, el recién nombrado Representante Especial de la ONU para Libia, Bernardino León reconoce que "la situación es muy compleja y el país está dividido por los dos bandos que se enfrentan desde hace meses".

Un enjambre de grupos armados, bandas tribales y milicias rivales, toda una mezcla explosiva, combaten entre sí para controlar zonas estratégicas o los pozos petrolíferos del país. La coalición de milicias denominadas Al Fayer (Amanecer) controlada por hombres armados de la ciudad de Misrata (al este de Trípoli) comenzaron, el pasado mes de julio, una ofensiva contra fuerzas de la ciudad de Zintán, situada a unos 170 kilométros de la capital libia, para controlar partes de Trípoli como el aéropuerto internacional.

"Con la retirada de las tropas de Zintán de la zona de Trípoli, hace unos días, la principal zona de enfrentamientos se ha estabilizado. Pero los enfrentamientos continúan en el suroeste del país", señala Bernardino León.

Fractura política

Antes, en el mes de mayo, un exgeneral de Gadafi, Halifa Hafter, intentó un golpe de estado contra el poder legislativo al que acusaba de demasiado islamista. Su ejército se enfrentó a milicias islamistas y los fuertes combates se extendieron a la ciudad rebelde de Bengasi. El resultado fue casi un centenar de muertos y 150 heridos.

"Hemos visto cómo se están utilizando morteros, de manera indiscriminada, que afecta a población civil. Por tanto, no podemos hablar de un alto el fuego" ha apuntado León que viajó a Libia la primera semana de septiembre.

En Libia además hay una fractura política.  De hecho, existen dos parlamentos de facto. La Cámara de Representantes surgida a raíz de los comicios del 25 de junio, cuya sede se tuvo que trasladar a Tobruk, ante los combates en la capital. Y el Parlamento saliente (Congreso Nacional General) que sigue en Trípoli. Ámbas cámaras han designado a sendos gobiernos que se disputan la legitimidad.

"Eso es lo que estamos intentando resolver, que ambas partes se pongan de acuerdo en un sólo parlamento que tiene que ser el llamado Congreso de los Diputados, con sede en Tobruk, y que es el que reconoce la comunidad internacional. Es verdad, que ese parlamento tiene que ser inclusivo". Según León, la recién elegida cámara debe representar a todos los libios.

Las milicias islamistas

El diálogo político es, a juicio de este diplomático, la única solución para acabar con la crisis en Libia y evitar así que se convierta en "un gran foco de inestabilidad y en nuevo imán para grupos terroristas.

Bernardino León no cree que el país africano sea un gran nido de terroristas aunque reconoce que en algunas zonas concretas y en los alrededores de Bengasi "están combatiendo yihadistas, vinculados al Al Queda y también al Estado Islámico, pero eso no quiere decir que las milicias que están se enfrentan en Libia sean terroristas".

El alto representante de la ONU para Libia también denuncia la situación humanitaria que se vive en el país.  Unos 200.000 libios desplazados malviven en la frontera con Túnez. La ONG Human Rights Watch ha advertido de posibles "crímenes de guerra" por parte de las milicias que combaten por el control de Trípoli. "Las milicias han capturado a gente y han saqueado, quemado y destrozado propiedades", según denuncia HRW.

Y mientras, miles de inmigrantes africanos, la mayoría subsaharianos, que pretenden huir a través de las costas libias a Europa, se encuentran atrapados entre las fronteras de un país que se descompone.