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Las agujas de MBFWM rinden homenaje al eterno femenino

  • Etxeberria se estrena con éxito con una colección completa de mujer
  • Helbig, Nieto, Martín, Torretta, De la Prada y Ailanto reinterpretan la feminidad
  • Maya Hansen vuelve tras una ausencia con una coleccón inspirada en la maternidad
  • Sigue todos los detalles en el especial de rtve.es

Por
Desfile de Maya Hansen y Moisés Nieto

Llevamos todo el día hablando de la belleza femenina, de la esencia de la mujer y al llegar al desfile de Ágatha Ruiz de la Prada esos conceptos explotan en forma de colección, como explota la primavera. A lo grande. Esta veterana vuelve a dar una lección de costura y, de nuevo, la envuelve de alegría, de color, de vida.

Corazones, lazos, gotas de lluvia, estrellas y flores regalan su energía a prendas de patrón perfecto que se pegan o despegan del cuerpo a su antojo. Asimetrías y simetrías conviven con cordura en una propuesta madura, seria. Destacan los vestidos abullonados que parecen corolas y los que tienen ventanas con forma de corazón que dejan ver otra pieza.

Arriba los 80

Se aplauden los diseños bicolor, en rosa y azul, y los que llevan lunares XXL de arco iris aplicados por el cuerpo. Vemos círculos y agujeros, siempre adaptados al cuerpo para no entorpecer su movimiento. Y hay túnicas setenteras que se mueven en la pasarela al ritmo de "Aire" de Pedro Marín

Y es que los 70 y los 80 se mezclan, y remezclan, con gusto en el armario de Ágatha, para ofrecer un amplio catálogo de sensaciones y colores, con detalles picarones y guiños a la psicodelia. Los tejidos de esta colección, titulada Estampa-2, son nobles, agradables al tacto.

El lino y el algodón se dejan para el día porque en la noche y las sedas, "las mejores sedas del mundo mundial", se traen de Como (Italia) para hacer vestidos que llevan bordados de bola de cristal y microlentejuelas.

La paz de un jardín japonés

Juana Martín encuentra la inspiración en un jardín japonés. Por eso los estampados florales resaltan en una colección más depurada que en otras ocasiones, más tranquila.

El cuidado, la paciencia y la dedicación de los jardineros nipones se traslada, por arte de magia, a una propuesta dibujada en blanco y negro, con pequeños detalles en rojo.

La siluetas se desprende de ornamentos y florituras para presentarse más rectas, aunque no se olvida Martín del floclore andaluz y decora algunos vestidos con volantes, motivos vegetales, lunarcillos...

Menos es más

Junto a los estampados destacan los bordados tridimensionales y las aplicaciones de piezas de cerámica fría.

La diseñora hace vestidos de noche reinterpretando la bata de cola y que se muestran sobre la pasarela con cierto aire nupcial, auque no su fin no sea el altar

Es, sin duda, una de las mejores colecciones de esta diseñadora y se ha celebrado el ejercicio de contención estética que ha realizado. Menos es más, sin duda.

Dos mujeres, un estilo

Teresa Helbig firma un nuevo concepto de mujer. Sus musas son espíritus libres, señoras de rompe y rasga que se saltan el protocolo, se beben la vida a sorbos y derrochan estilo propio. Su nuevo ideal se desdobla ahora. Dos hermanas, que es el nombre de su colección, da pie a dos personalidades contradictorias.

Una es joven, fresca, tranquila. Se viste con tonos rescatados de los campos de la Provenza y se envuelve en texturas naturales como la rafia, el cannage y la cuerda. Adora las prendas heredadas de su abuela y seduce con un toque de inocencia perdida, con dulzura. Jane Birkin, descalza, representaría a esta mujer.

La otra tendría el look de Loulou de la Falaise. Rompedora, rebelde, canalla, nocturna. Se viste con colores impactantes, como los rosas fuertes y el verde grisáceo, y se tapa con chaquetas, su prenda fetiche, y con tops que lleva con pantalones. Dos mujeres, dos estados de ánimo, dos almas.

El deseado prêt-à-couture

La colección presume de un aire de alta costura, y lo tiene. Helbig trabaja muchos las texturas, inventando nuevos tejidos, mezclando piezas como en un puzzle de armonía, elegantemente femenino. Destacan los vestidos que combinan piel con tul y puntillas, delicadas obras de arte creadas para seducir.

Hay guiños a los 60 y 70, líneas rectas y muy pocos volúmenes. Tan solo algún cancán se cuela en el perchero para abullobar faldas que se bordan con flores de colores suaves. Los diseños cortos van muy cortos, y los largos muy largos. Especialemente los realizados en crêpe de seda que vuelan sobre la pasarela.

Piezas únicas para ir de fiesta, pisar una alfombra o casarse. "Sí, pero descalza", añade Helbig.

Pura Piel, puro Etxeberria

Es el niño mimado de la moda española, la nueva aguja rebelde. Roberto Etxeberria bebe las mieles del éxito y colecciona piropos allá por donde pasa. Acaba de presentar su colección de hombre en el calendario oficial de la Semana de la Moda de Nueva York y estrena en Madrid la primera colección pensada para la mujer.

"Va toda hecha en piel, es 100% piel", cuenta el modisto. "Parto de la petite robe noire de Chanel y lo reinterpreto, lo versiono con lo que tengo en la cabeza". El resultado es una propuesta que mezcla detalles de la sastrería inglesa con las texturas de las pieles, de todas, o casi. Cuero, ante, avestruz, pitón, cocodrilo y gacela mezclan su adn para dar fuerza visual y riqueza a la colección.

Y es que el vasco trabaja la piel como pocos, la doma, la transforma, la ensalza. La utiliza en vestidos perfectamente cortados que llevan detalles locos, y en bermudas, camisas y chaquetas que presumen de un cierto estilo ambiguo.

Una segunda piel

Muchas de las prendas se adhieren a la piel como un tatuaje porque esta colección está enraizada con la primera que hizo, La Piel Que Habito, y con los tatuajes aztecas.

Destacan prendas que mezclas dos o más tipos de piel y otras en total skin, de un solo animal. También llama la atención la cuidada labor de troquelado y los pliegues que trabaja como si fueran de papel. Es densa, pesada.

Es una colección potente y arriesgada pero, a la vez, esconde sensibilidad, pasión por el oficio, respeto por las tradiciones y miedos. Denomios de un genio loco que se desmarca del resto, apostando con fuerza por su sueño.

Las pieles que habito

"Vais a ver mucha piel y mucha pierna", dice Roberto Toretta cuando nos muestra su colección, una propuesta en la que destacan las prendas en cuero y los vestidos cortos, muy cortos. Breve también es la carta de colores y breve, pero conciso, el mensaje: "La mujer es muy femenina".

Sobresale el cuidado patronaje, el riesgo en el corte y la sutileza en el uso del color. Comienza la colección con prendas de piel muy trabajadas pero de aspecto ligero, efecto potenciado por los tonos luminosos de caricia empolvada. Abundan las prendas en liso y se desmarcan otras en seda estampada con flores y otras de cuadros.

El pantalón se relega a looks concretos, porque el vestido se lleva el protagonismo. Siempre en corto, como digo, hasta los vestidos de noche que llevan el bajo en el tobilo. Si los vestidos cortos se estructuran sobre el cuerpo, los largos- de fiesta- destacan por el movimiento y por la viveza del color.

El nuevo concepto de elegancia

Y es que la carta de colores se amplía y alegra a medida que pasan las horas. Entran entonces verdes, rosas y azules de textura líquida. Especialmente sensuales son los diseños en seda satinada, de efecto cloqué, en tonos selvátivos. Ráfagas de una elegancia que no caduca, que se vive temporada tras temporada.

Completan la colección una línea de gafas con la montura en los mismos tonos de la colección y unos zapatos realizados por Joaquín Ferrer. Sandalias en pitón con metal, en cobre y en negro con strass. "Comodísimos con un tacón de tan solo 10 cm", dice bromeando Torretta, y añade que "esta colección es comercial, una palabra que espanta a muchos diseñadores pero que forma parte del juego de la moda".

La moda y el arte

"Todas las colecciones de Ailanto tienen referencias artísticas. Ahora mezclan a Dora Maar, la Provenza, la Camarga francesa y la casa de Jean Cocteau en la Costa Azul para dar forma a una colección marcada por las superposiciones.

“Son la base y con ellas trabajamos todo tipo de texturas. Algunos looks llevan cinco o seis prendas ”, cuenta Aitor mientras su hermano Iñaki ultima detalles de peluquería.

Los estampados, siempre originales, se hacen con un collage de papel y lucen motivos marineros como faros y barcos. Pero hay más: patos y plumas, pájaros sobre ramas de bambú y geométricos (rayas, vichy). A veces vemos conjuntos en total look, el mismo estampado pero distinto tejido.

Prendas que se separan del cuerpo

Las texturas recias e intensas se destinan a las prendas exteriores, y las ligeras y livianas sirven para construir delicados vestidos de caída elegante. La silueta oversized es la protagonista, también en parkas y trencas.

No faltan los quimonos y los monos, siempre presentes en sus colecciones. Vemos lentejuelas de doble faz, en rosa o negro, que ofrecen dos colores. Destacan los vestidos con troquelado de flores que se mueven como algas, uno en mandarina claro y otro en negro.

No faltan los complementos. Hay zapatos tintados en topo, crema y verde botella.

Vuelta a los setenta

Moisés Nieto se suma a la tendencia setentera, vista en The 2nd Skin Co y Ángel Schlesser, para idear una colección suavemente sofisticada. Studio 54, la música disco, el lujo sexi y Bianca Jagger son sus referencias pero rebaja su intensidad con una paleta de color dulce.

Dulce porque Nieto saca de contexto la inspiración y la aleja de la fiesta para centrarse en las prendas de día. Vemos vestidos con mucha caída, escotes en V - muy decentes-, largos por debajo de la rodilla y otros un poco más cortos.

Vemos vestidos con plisados horizontales y verticales, otros con bordados de flores tridimensionales, semitransparencias y un falso devoré con organza, coqueto y muy femenino.

Más prendas de día, menos de fiesta

Hay pequeñas lentejuelas sobre las que se aplican estampados y pequeños flecos que aportan una sensación discotequera. La cazadora bomber en lúrex se plisa para ir acorde con el resto de la colección.

“El patrón es muy similar al de la temporada pasada”, dice Nieto. “Una colección que se vendió muy bien; estoy muy contento”.

No falta el mono, pieza setentera por excelencia, y todo ello con tonos que irradian luz. Azul, crema y rosa empolvados tiñen las prendas con timidez, y también los zapatos que lanzan reflejos de charol.

Femenina y singular

Maya Hansen vuelve tras ausentarse en enero porque coincidió con el nacimiento de su hijo. La experiencia del embarazo y el parto son el hilo conductor de su colección, que se llama Birth.

La música, compuesta por jadeos, latidos de corazón y gemidos, acompañaba a las modelos que llevaban mascaras protectoras. “Como cuando entras al parto y no quieres que te vean”, señala Hansen.

Con esta colección da un giro a su carrera y se adentra en el terreno comercial sin prejuicios, aunque manteniéndose fiel a su estilo, a su esencia.

Destacan los vestidos más arriesgados por el original estampado de estilo toile de jouy, un dibujo de fetos y flores hecho por la diseñadora inspirado en las ilustraciones de William Hunter, especialista en obstetricia.

Más comercial, pero fiel a su estilo

Pero el peso de la colección lo tienen los colores lisos, más que nunca. Una paleta de colores lenceros- con nude y negro como banderas- empolvan su propuesta más madura. Hansen utiliza por primera vez cremalleras, pensando en vender, y con ellas cierra vestidos que se ajustan, con fuerza, al cuerpo.

Destaca la labor de plisados con el tul, la aplicación discreta de encajes, las formas arquitectónica con elementos vintage, como los godets, que adornan vestidos densos. Y es que abundan las prendas de gran gramaje, algunas realizadas en neopreno, ligero pero perfecto para sujetar.

El cierre, con llantos de bebé, lo hizo una novia que era la encarnación de la felicidad de una madre tras ver, oir, oler y acariciar a su hijo. Sin duda una colección intimista, nacida en su interior.