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El otro corralito de Argentina

  • El cepo cambiario era la medida principal de la política monetaria argentina
  • Se prohibía obtener y atesorar divisas extranjeras, sobre todo dólares
  • El cambio informal entre el peso y el dólar casi duplicaba el oficial

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Pesos argentinos
Un recibo y varios pesos argentinos sobre la mesa de una cafetería en Buenos Aires.

Era la medida que, hasta ahora, había marcado el segundo mandato de la presidenta argentina Cristina Fernández. Lo llamaron, desde un principio,  cepo cambiario. No era otra cosa que la limitación de acceso a cualquier divisa extranjera, principalmente al dólar, la moneda en la que los argentinos, por costumbre y tradición, se han refugiado para ahorrar. Del otro lado, su moneda, el peso, eternamente frágil y bajo una inflación que ahoga al ciudadano medio.

El (ya) exsecretario de Comercio, Guillermo Moreno, hizo de esa política su bandera (hoy prepara la maletas para irse a Italia como encargado de negocios de una representación diplomática). Y funcionó... La idea estaba clara: el país tenía que acumular divisas para pagar deuda pública, para poder cumplir con los vencimientos de la deuda contraída antes del 2001, la misma que llevó al país a la suspensión de pagos y la que fue reestructurada en dos ocasiones, ya con los Kirchner en el poder. Contaron con la aceptación de casi el 100% de los acreedores.

¿Qué podía hacer el Banco Central para aumentar sus reservas? Impedir que los ciudadanos -también las empresas- acumularan dólares. Se prohibieron los depósitos en esa moneda y, en consecuencia, las transferencias con esa divisa. El mercado inmobiliario argentino llegó a desplomarse. Hasta los fichajes de los clubes de fútbol, por ejemplo, echaron humo. No digamos cómo afectó al humor de los empresarios y de las empresas extranjeras, muchas españolas, obligados todos a reinvertir sus beneficios en el país y con las manos atadas para operar libremente con el resto de su dinero.

Solo se permitió obtener dólares para viajar al extranjero, y solo en función de los ingresos. Muchos intentaron engañar al fisco argumentando que necesitaban euros o dólares para viajar a París o a Nueva York para, luego, no hacerlo. No coló en la mayoría de los casos. Otra medida para evitar la fuga de capitales: los controles en las fronteras con el vecino Uruguay. A más de uno lo pillaron con bolsas repletas de billetes bajo los asientos de su todoterreno.

El Gobierno denuncia un ataque especulativo

La situación se antojaba insostenible para el ciudadano medio, deseoso de obtener algún beneficio en dólares en negro para poder acudir al mercado ilegal, el del blue (el peso del mercado paralelo), siempre más apetecible. Estos días de atrás, sin ir más lejos, estando el cambio oficial en torno a 7 pesos por dolar, en el informal llegó a alcanzar los 13 pesos por dólar. Preocupante.

El flamante ministro de Economía, Axel Kicillof, ha hablado de "un ataque especulativo muy fuerte" que habría tenido lugar el jueves, con "una muy fuerte intención de generar una devaluación". Y la Casa Rosada apunta, como responsable de la actual tensión en el mercado, según fuentes oficiales que recogen algunos medios locales, al presidente de Shell en Argentina, Juan José Aranguren.

Parece que Aranguren habría realizado una operación por valor de 3 millones y medio de dólares ofertando 8,4 pesos por dólar cuando -aquí está lo dudoso de la acción- la divisa estadounidense cotizaba oficialmente a 7,14 pesos. El gobierno sospecha que su intención fue la de provocar una fuerte devaluación, que es lo que ha ocurrido: la mayor devaluación del peso desde el corralito del 2001-2002.

El fin del 'cepo'

El jefe de gabinete argentino, Jorge Capitanich, ha anunciado este viernes por la mañana que levantan parcialmente el famoso cepo cambiario a las divisas extranjeras, para que fluyan y el mercado se recoloque. Lejano parece ya aquel discurso de julio de 2012 en el que la presidenta Cristina Fernández anunciaba por la televisión pública, con el bombo y el platillo habituales, que pesificaba sus depósitos a plazo fijo -unos tres millones y medio de dólares- para dar ejemplo (las cuentas en el exterior no cuentan).

La medida entrará en vigor a partir del lunes. Entonces, los ciudadanos argentinos podrán volver a comprar dólares en el mercado oficial, algo prácticamente imposible desde finales de 2011. Siempre -eso no cambia- en función de sus ingresos, para evitar un masivo blanqueo de capitales.

Además, el gobierno de Fernández de Kirchner ha decidido rebajar también de un 35% a un 20% el impuesto que tienen que pagar para adquirir divisas con fines turísticos o en las compras en el exterior con tarjeta de crédito.

El miércoles, la mandataria volvió a hablar en público después de 40 días en sospechoso silencio. Puede que, hoy, quisiera hablar todavía más alto o más fuerte. O, quizás, se ha quedado muda. No los argentinos, que han respondido al levantamiento del cepo con cierto alivio... Justo el que no les da la imparable inflación.

* José Carlos Gallardo fue corresponsal de TVE en Argentina desde enero de 2012 hasta abril de 2013. Actualmente trabaja en Madrid como editor adjunto de la segunda edición del Telediario.