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Henry Purcell suena celestial en la nueva versión de 'The indian queen' en el Teatro Real

  • Con Peter Sellars de director de escena, ha sido en general bien acogida
  • El libreto se basa en la novela La niña blanca y los pájaros sin pies

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ESTRENO DE LA SEMIÓPERA "THE INDIAN QUEEN"
Fotografía facilitada por el Teatro Real del estreno, el pasado 25 de septiembre de la producción "The indian queen", en Ópera de Perm.

Quién soy yo si todavía mi raza no existe. Es la pregunta que resume la nueva versión que el Real ha estrenado este martes de la obra que compuso, hace 318 años, Henry Purcell, The indian queen, cuya apuesta por una celestial épica femenina de la Conquista ha sido, en general, bien acogida.

"Me ha sorprendido completamente. Ha sido tan emocionante ver lo que ha hecho Peter Sellars -el director de escena-, cómo ha logrado modernizar y globalizar esos momentos de la Conquista que están tan manidos...", señalaba a Efe la autora del libreto y de la novela en la que se basa este, la nicaragüense Rosario Aguilar (1938), que ha viajado a España acompañada de sus hijas y nietas para asistir al estreno.

No lo ha entendido así parte del público, que ya en el intermedio ha abucheado la propuesta en la que el Coro de la Ópera de Perm, teatro que coproduce con el Real y la English National Opera esta obra y que la estrenó en septiembre, ha mostrado, dirigido por el griego Teodor Currentzis, una sensibilidad celestial para defender la partitura.

Ha habido muchos aplausos para ellos y para los intérpretes, un casting de cantantes de una gran variación de tonos, entre ellos los contratenores Vince Yi (Hunahpú) y Christophe Dumaux (Ixbalanqué) como los dioses gemelos y héroes mayas; y las sopranos Julia Bullock (reina indígena Teculihuatzin o Doña Luisa) y Nadine Koutcher (Doña Isabel), que representan a la mujer india y a la europea.

Aplausos y algún abucheo para Peter Sellars

Pero cuando Sellars, que ya dirigió en el Real Iolanta y Perséfone y Anidamar, ha aparecido en el escenario los bravos y los aplausos se han visto trufados con algunos abucheos aunque pronto acallados por el entusiasmo de los que sí han gozado con su propuesta.

Sellars llevaba más de 30 años queriendo montar The indian queen, la obra que Henry Purcell dejó inacabada hace 318 años, y encontró en la novela de Aguilar La niña blanca y los pájaros sin pies el texto perfecto para sustituir el libreto original de John Dryden.

"Peter me dijo que quería que fuera una ópera, algo fuera de serie para una novela, pero inmediatamente le dije que sí. Estuvimos diez años trabajándolo. Me salía fácil la mestiza y la española pero la autóctona, no, así que investigué durante tres años y al final encontré en la literatura náhuatl la Doña Luisa que yo quería", detalla Aguilar.

Después de sumergirse en los archivos de Indias, Aguilar concluyó que lo que le interesaba era el rastro que habían dejado las mujeres en el período de la colonización de las Américas y se le ocurrió el personaje de una niña de 9 años, hija de Doña Luisa y Don Pedro de Alvarado, que es la que se pregunta quién es ella "si su raza no existe apenas".

Refleja también la "frustración" de las mujeres españolas que llegan a "la selva" vestidas de terciopelo "pensando que van a ser gobernadoras de algo y no hay ni casas" y "la gran contradicción" de los culturas que no se conocen y se odian y aman a la vez.

Voz a las mujeres indígenas

Si la creación original de Purcell evoca una América fantástica y alegórica, en la que se enfrentan incas y aztecas en la misteriosa selva de ultramar, Sellars y Aguilar dan voz a las mujeres indígenas y colonizadoras que nunca aparecen en las crónicas y relatos oficiales de la época, en los que "lo importante" son los recuentos de caballos, ruedas y pólvora, señala la autora.

En la nueva versión de esta "semiópera", que así se llamó por su mezcla de melodías, partes cantadas y diálogos, Sellars utiliza la música del compositor pero prescinde de las partes habladas originales y de los añadidos musicales póstumos para expresar con libertad un fabuloso mundo precolombino y la "verdadera conquista", "la de las almas, la del espíritu".

El artista plástico mexicano Gronk, que ya se ocupó de la escenografía de Ainadamar en el Real, ha creado un espacio inspirado en el cubismo latinoamericano de los años 30, una especie de "codex" grande y misterioso "como es la propia jungla de Los Ángeles", según Sellars, y que evoca con colores muy intensos y vibrantes el exotismo de la selva maya.

Junto al reparto de The indian queen actúan cuatro bailarines que encarnan a los dioses mayas y el coreógrafo Christopher Williams, que interpreta además al malogrado jefe maya Tecún Umán, y que nunca había hecho nada fuera de Nueva York.