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'Elefante Blanco': un drama sobre la miseria y la vocación que triunfa en la taquilla Argentina

  • Pablo Trapero dirige a Ricardo Darín en el éxito del año en Argentina
  • La película, participada por TVE, se estrena en España el viernes 13 de julio

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Tráiler de 'Elefante blanco'

Elefante Blanco

Dirección: Pablo Trapero

Intérpretes: Ricardo Darín; Jeremie Renier y Martina Gusman

Sinopsis

'Elefante Blanco' narra la historia de amistad de dos curas Julióan y (Ricardo Darín) y Nicolás (Jeremie Renier), que tras sobrevivir un intento de asesinato por parte del ejército durante su trabajo en Centroamérica, se asientan en una barriada de Buenos Aires para desarrollar su apostolado y labor social. Allí conocen a Luciana (Marina Gusman) con quien lucharán mano a mano contra la corrupción, mal endémico de la zona. Su trabajo les enfrentará a la jerarquía eclesiástica y a los poderes gubernamentales y policiales arriesgando su vida por defender su compromiso y lealtad hacia los vecinos del barrio.

Durante el Mundial de fútbol de 1978, la dictadura militar que comandaba Jorge Videla levantó un muro en torno a uno de las villas (o villas miserias, arrabales de chabolas que rodean Buenos Aires) para no afear la vista a los turistas. La villa número 15 se apellida desde entonces Ciudad oculta aunque cualquier porteño conozca bien de su existencia: todas las villas suman más de 160.000 personas. El director de cine Pablo Trapero enfoca su cámara hacia esa cara B de las ciudad en Elefante Blanco,  el fenómeno cinematográfico argentino del año.

La película nace de la combinación de una metáfora arquitectónica y una historia real. ‘Elefante Blanco’ es el apodo de un hospital mastodóntico abandonado a media construcción, símbolo de la dejación política y la impotencia estatal. Y la referencia es el homenaje al Padre Mugica, sacerdote argentino asesinado en 1974 e inspirador del guion y del personaje de Ricardo Darín. Mugica, perteneciente al Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, llevó a cabo una intensa labor solidaria en los años 60 y 70.

Una película que tiene el paisaje de la miseria, estilo de vocación realista y la temática de la búsqueda del sentido de la existencia humana (así, a pelo) a través del drama del triángulo protagonista: Ricardo Darín, en el papel del un cura villero, auténtico líder de la barriada; Jérémie Renier, un sacerdote en una crisis de fe; y Martina Gusman, que representa el papel de los voluntarios civiles.

Trapero, un tipo sensible con músculos y fachada de matón, relata para RTVE.es cómo en su viaje se han tambaleado algunas de sus ideas preconcebidas. "Pensé que conocía lo que pasaba en las villas, me siento inclinado a cierta temática. Pero cuanto más trabajaba en el guion y el rodaje me di cuenta de lo poco que sé y lo fácil que es generalizar y convertir tus pensamientos en prejuicios". Darín es más conciso: "Creemos que sabemos sobre las villas. Pero no sabemos".

El cine comprometido que revienta la taquilla

Película argentina más vista del año y en el ‘top five’ de todas las películas estrenadas en 2012 en el país austral. Una demostración de que existía hambre de un cine social, de mirar de frente al elefante que nadie ve.

"El centro de la película es el compromiso que los curas y Luciana (Martina Gusman) tienen con sus vecinos. Muchas veces, la idea de prójimo parece algo abstracto, algo que solo pueden practicar los religiosos. Lo que muestra la película es que ‘prójimo’ es una palabra que deberíamos conocer mucho más allá de la religión: es una persona que está al lado y que muchas vences no miramos”, explica el director.

"El prójimo es una persona que está al lado y que no miramos"

La fe. Trapero, no creyente, se muestra interesado en el debate interior, entre la vocación y los deseos, de los de los religiosos y voluntarios que trabajan en primera línea. "Tengo educación católica aunque no conozco su sensibilidad en profundidad. Pero todo está tratado con mucho respeto". La incomprensión de la alta jerarquía católica, la necesidad del legado, la lucha social… Elefante Blanco abre muchos frentes que han conectado con el espectador argentino.

Trapero se muestra sorprendido y orgulloso del éxito en las salas. "El arte solo no puede cambiar el mundo, el mundo lo cambiamos las personas. Pero el arte tiene esa capacidad movilizadora y, aunque suene un poco naíf o demodé, siento que es importante que a través de una película podamos reflexionar sobre la realidad".

Una viaje a las villas

Rodada en escenarios naturales, el equipo se instaló con algún temor en lugares controlados por narcotraficantes sobre los que no existe vigilancia policial. Trapero ha recurrido a actores no profesionales, habitantes de las villas, para los personajes secundarios. "La mayoría de la gente se acercó contenta y motivada porque el espacio que brinda la película lo sintieron como propio. El grupo de actores más cercano, que vino al estreno, salieron como locos, con mucha emoción porque en la película se ve su realidad”.

Para mostrar los escenarios, Trapero planifica con largos planos secuencias, nada gratuitos, que buscan envolver al espectador y trasladarle a la villa:

Clip de Elefante Blanco

En el clímax, Trapero se aleja emocional y físicamente, en una apuesta de planificación arriesgada. "Lo que intenta hacer la cámara en ese momento es tomar la suficiente distancia para ver el contexto. Escuché voces encontradas (sobre el final), pero en la salas la gente salta en la butaca como si viera un plano cerrado. Y me gusta que esa sensación de angustia y desespero que sienten los personajes le ocurra a los espectadores".

Emparentada en la temática con La misión,  a Trapero le cuesta encontrar referentes formales para su obra. "Yo no lo noto, pero otras personas comparan mi estilo con Scorsese, Herzog o Buñuel, pero no es un ejercicio consciente aunque claramente son directores que me encantan". La música de Michael Nyman pone el contrapunto al relaismo en el prólogo y epílogo.

La aventura de Jérémie Renier y el magisterio de Darín

Para el papel principal, Trapero llamó a los hermanos Dardenne para sondear a Jérémie Renier, un habitual de los directores belgas. Sin hablar español, el actor no se lo pensó dos veces. "Fue a veces divertido. Ricardo (Darín)  y Martina (Gusman) tenían que mantener la cara mientras Jérémie decía cosas que no tenían sentido", recuerda Trapero. "Pero no es un problema.  Las palabras son como música para los actores. Es algo que me enseñó Darín: «Si piensas en lo que dices no lo puedes decir, solo hay que decirlo»".

Darín, siempre bien, infalible, es el auténtico reclamo interpretativo de Elefante Blanco. "Creo que se puede manifestar la fe en cosas que no tienen que ver con Dios o la religión. Aquí aprendí que tiene más que ver con tu compromiso con las cosas, tu confianza en tus ideas", afirmaba el actor durante la presentación de la semana pasada.

Actor y director ya habían colaborado en Carancho. Pese al rotundo éxito, Trapero confiesa que le falta perspectiva para calificar a Elefante Blanco como su película más satisfactoria. "Sería injusto con mis otras películas. Si que me alegra de manera diferente y me parece una buena señal que la gente vaya a ver este tipo de historias". Y espera que, además del cine social, continúe el cine en sociedad: "yo creo que el poder del cine tiene que ver con la sala, con compartir con desconocidos las sensaciones de ver una película y, aunque va a reorganizar la manera en la que se ve el cine, las salas no desaparecerán".