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Tarek Shalaby, uno de los primeros acampados en Tahrir: "Estamos en el principio de la revolución"

  • "Lo que nos falta ahora es un gobierno que nos represente", asegura
  • Sobre el Consejo militar: “Son los mismos oficiales de Mubarak”
  • Los comicios, previstos para septiembre, se retrasan uno o dos meses

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El Gobierno egipcio ha destituido a casi 700 cargos policiales

Tarek Shalaby es uno de los miles de rostros de la revolución egipcia, que consiguió poner fin a los 30 años de poder de Hosni Mubarak. Informático de profesión y muy preocupado por la situación de los derechos humanos en su país, a sus 26 años fue uno de los primeros que se atrevió a acampar en la plaza Tahrir, epicentro de las protestas que comenzaron el pasado 25 de enero, en el marco de lo que se denominó “la primavera árabe”.

Recién llegado de El Cairo, viene a Madrid para dar algunas charlas sobre la situación que atraviesa su país. Una experiencia que también ha querido compartir con Rtve.es. Sonriente y con un enorme sentido del humor, Tarek se siente orgulloso de los suyos: “Machacamos a los de arriba, les ganamos, somos un pueblo genial, lo que nos falta es un Gobierno que nos represente”.

Y es que, a pesar de mostrarse feliz por la valentía de los ciudadanos egipcios durante más de dos semanas de resistencia, Tarek confiesa que están solo en el “principio de la revolución” y que “el mayor obstáculo que tienen ahora para poder alcanzar una democracia real es el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas”, presidido por el general Tantawi, que gobierna de forma transitoria el país.

Los episodios de violencia se repiten en Tahrir

Después de la caída de Mubarak el 11 de febrero, Egipto ha vuelto a ser escenario de violencia y arrestos arbitrarios, que no han hecho otra cosa que aumentar las diferencias entre el Ejército y las fuerzas revolucionarias. El pasado 8 de abril, decenas de miles de personas se reunieron de nuevo en la plaza Tahrir para pedir la dimisión del Consejo militar y exigir el juicio a Mubarak. Horas después se produjeron dos víctimas mortales y alrededor de 70 heridos.

Unos enfrentamientos que se repitieron el 28 de junio, con el estallido de una auténtica batalla campal en Tahrir. La protesta comenzó cuando algunas familias de los 850 muertos que hubo entre enero y febrero, según fuentes oficiales, supieron que no podían acceder a un homenaje a las víctimas de la revolución, ya que solo iba dirigido a los fallecidos de la policía.

La tensión aumentó y “los antidisturbios dispararon gases lacrimógenos, golpearon a los manifestantes y efectuaron disparos”, denuncia en un comunicado Amnistía Internacional, que fue testigo de lo ocurrido. El resultado: más de 1.000 personas heridas, entre ellas 40 miembros de las fuerzas de seguridad, según el Ministerio egipcio de Salud y Población.

Los abusos del Consejo militar

“El descontento popular también ha crecido por  las nuevas medidas políticas que se han tomado y que han molestado a muchos”, cuenta Tarek. Recientemente, el Consejo militar ha aprobado una nueva ley que pena con multas y prisión a las personas que se manifiesten y protagonicen huelgas que “impidan, retrasen u obstruyan” la labor de las instituciones oficiales. Algo que, por otra parte, ya estaba prohibido dado que sigue vigente la ley de emergencia de 1981 que no permite el derecho a la reunión pública.

“En Egipto no se puede criticar al Ejército, no nos dejan pasar esa línea roja. Los que integran el Consejo son los mismos que estaban con Mubarak hace 20 años, ¿esto es cambiar?”, se pregunta Tarek. Además, explica, los militares controlan gran parte de la economía nacional: “Tienen sus propias fábricas e industrias y una enorme dependencia de Estados Unidos, ya que recibimos de ellos casi la mitad de nuestro presupuesto militar”.

Al menos 7.000 civiles han sido juzgados por tribunales militares desde la caída de Mubarak. Organizaciones en defensa de los derechos humanos, como Human Rights Watch y Amnistía Internacional, han pedido acabar con este tipo de juicios ya que “violan requisitos fundamentales, como el derecho al debido proceso, y no ofrecen las suficientes garantías”.

También denuncian los llamados “test de virginidad” que realizó el Ejército a un grupo de 18 chicas, que fueron detenidas el  9 de marzo (un día después del Día Internacional de la Mujer). Amnistía Internacional asegura que fueron “golpeadas y sometidas a descargas eléctricas y a pruebas forzosas de sexualidad, además de ser amenazadas con cargos de prostitución”.

Las mujeres comparecieron ante un tribunal el 11 de marzo y dos días después quedaron en libertad, aunque sobre varias pesan condenas condicionales de un año de prisión. Un general egipcio, hablando desde el anonimato, dijo a la cadena CNN que las habían obligado a someterse a las “pruebas” porque “no eran chicas como su hija o como la mía”, sino “muchachas que habían acampado en tiendas con manifestantes varones”.

Egipto retrasa sus elecciones legislativas

Los primeros comicios desde la caída del régimen, que estaban previstos para septiembre,  no tendrán lugar hasta octubre o noviembreAsí lo avanzó el pasado miércoles la agencia oficial Mena, citando a una fuente militar.

El anuncio se ha producido dos días después de que el primer ministro, Essam Sharaf, prometiera una remodelación del Ejecutivo, en respuesta a las demandas de los manifestantes de Tahrir, para “preservar la revolución”.

Muchos partidos políticos y movimientos de la revuelta reclamaban un retraso electoral al considerar que no podían estar preparados en tan poco tiempo, principalmente los nuevos, con menores recursos y trayectoria.

Tarek explica que estas nuevas formaciones son muy pequeñas y están bastante desorganizadas. “Ahora cinco partidos de izquierda, entre los que se encuentra el de los Trabajadores, se han agrupado para ser más fuertes, pero siguen sin tener la organización y las infraestructuras de las que presumen, por ejemplo, los Hermanos Musulmanes”.

A pesar de que Tarek ha recibido con alegría el aplazamiento electoral, se muestra escéptico con la construcción de la democracia en su país. Dice que se necesitan “muchos años para alcanzar un cambio real”. Por eso ha decidido no participar en unos comicios “que benefician a los más poderosos”: “No quiero formar parte de un sistema de marionetas que no va a ningún lado”, afirma.

La conquista de los derechos

El 15 de mayo, el día de la Nakba (fecha que recuerda a los refugiados palestinos), Tarek y sus amigos trataron de llegar  al paso fronterizo de Rafah, que limita con Gaza (abierto recientemente, aunque solo se permite el tránsito de personas). No lo consiguieron. Las fuerzas de seguridad egipcias tenían cortados todos los accesos.

Decidieron entonces regresar a El Cairo y manifestarse pacíficamente delante de la embajada israelí como muestra de solidaridad con el pueblo palestino. Fue entonces cuando llegó la Policía para disolverlos. Tarek fue detenido y llevado a prisión, donde permaneció cinco días.

Ahora cuenta su historia en Madrid. Se muestra emocionado por el surgimiento del Movimiento 15M. “Nos alegró mucho ver banderas egipcias en la Puerta del Sol, pero también me da pena la imagen tan romántica que tenéis aquí de la revolución de mi país, no todo ha sido tan bonito”.

Tarek tiene unas marcas en las manos consecuencia de un cóctel molotov que le lanzaron los “matones” de Mubarak. Aún así, no lograron intimidarle. Siguió durante 13 días acampado en su tienda, a la que llamó “Pensión de la libertad. No pasarán”. En un país donde el 40% de la población vive con menos de dos dólares al día, “aún queda mucho por hacer”, matiza. Y como dice una canción que se escribió y grabó en la plaza Tahrir: “No olvidan sus sueños. Ni tampoco sus derechos”.