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Passos Coelho asume el cargo de primer ministro luso centrado en combatir la crisis "con realismo"

  • Asegura que luchará "sin optimismos vacíos ni fatalismos estériles"
  • Defiende tener la convicción de que Portugal "no puede fallar"

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Passos Coello toma posesión como primer ministro en Portugal

El líder conservador Pedro Passos Coelho ha tomado posesión este martes del cargo de primer ministro portugués, 15 días después de su victoria en las urnas, y ha advertido de la "complejidad" de los problemas a los que se enfrenta Portugal.

Passos Coelho y los 11 ministros que conforman el nuevo Gobierno portugués han asumido sus funciones en una ceremonia celebrada en el Palacio de Ajuda, en Lisboa, y que ha estado presidida por el jefe del Estado luso, Aníbal Cavaco Silva.

En su primer discurso dirigido a la nación como nuevo primer ministro, Passos Coelho se ha centrado en la crisis económica que atraviesa el país y se ha comprometido a combatirla desde el realismo, "sin optimismos vacíos ni fatalismos estériles", y bajo la convicción de que Portugal "no puede fallar".

El también presidente del Partido Social Demócrata (PSD, centro derecha) ha alertado de que "todavía más problemas aguardan" al país debido a su situación financiera y a las dificultades que afronta la Unión Europea.

Passos Coelho, de 46 años y economista de formación, ha desgranado algunas de las que serán las prioridades del nuevo Ejecutivo luso -formado en alianza con los democristianos del CDS-PP para garantizarse la mayoría absoluta-, entre ellas la promoción de un "Programa Nacional de Ahorro" dirigido a "reducir el endeudamiento".

"Aumentar la tasa de ahorro se convirtió en un imperativo económico de primer orden para la recuperación de la economía", ha subrayado el líder conservador, quien ha avanzado que parte fundamental de este plan será atraer los ahorros de los portugueses residentes en el extranjero.

Gasto de recursos públicos "más transparente"

Passos Coelho ha reiterado, asimismo, su compromiso con el cumplimiento de los acuerdos alcanzados por Portugal con la UE y el Fondo Monetario Internacional, a cambio de su ayuda financiera, valorada en 78.000 millones de euros, y que obligarán a aprobar a su Gobierno severos ajustes y reformas.

El país ha recibido ya 12.600 millones de euros de ese rescate y está previsto que ingrese otros 3.600 millones de euros entre este martes y mañana.

"Portugal jamás podrá volver a ilusionarse con que la deuda en espiral alimenta el crecimiento. La embriaguez de la deuda crea un falso y corto bienestar y solo dura hasta el día en que llega la factura. El país sabe ahora el precio que se paga en autonomía política", se ha lamentado el máximo responsable del nuevo Gobierno luso.

Passos Coelho ha abogado además por "un Estado más pequeño, ágil y fuerte", ha defendido que el gasto de los recursos públicos sea más "transparente" y ha anunciado reformas en la Justicia.

Nueva era de Gobierno conservador

La "situación extremadamente difícil" de Portugal ha sido igualmente el eje del discurso del presidente luso, el histórico dirigente conservador Aníbal Cavaco Silva, quien ha repasado las deficiencias de la economía en los últimos años y ha dibujado un negro panorama.

Cavaco ha recordado que el "débil crecimiento" del PIB portugués -uno de los más bajos de todo el mundo en la primera década del siglo XXI- lo alejó de la media europea "mientras al mismo tiempo crecía el peso del Estado" en la economía, lo que derivó en una "pérdida de competitividad" y en el aumento "del endeudamiento externo".

Ha apuntado también los problemas para acceder a financiación del Estado y del sistema bancario, así como el incremento del desempleo -ya supera el 12%- y las "fuertes señales de recesión" de los últimos meses.

La toma de posesión del Ejecutivo conservador abre una nueva era política en el país luso tras seis años de Gobierno socialista, cuyos principales representantes -entre ellos, el ex primer ministro José Sócrates- también han asistido a la ceremonia oficial de este martes.

La presión sobre la deuda portuguesa, incesante desde octubre de 2010, ha remitido ligeramente después de que batiera máximos históricos debido a la incertidumbre generada en torno a Grecia, aunque continúa a niveles insostenibles, por encima del 11% en el caso de los títulos a diez años.