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Semprún: lección de historia, lección de vida

  • 'En Portada' le acompañó al campo de Buchenwald
  • En 'Semprún, memoria de Europa' rememora su vida unida a la historia europea

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En portada - El último viaje a Buchenwald de Jorge Semprún

Cuando anoche supe de la muerte de Jorge Semprún, recordé lo que sentí después de las cuatro horas de conversación con él en su casa de París: el extraordinario regalo que me había hecho esta profesión.

Fue de esas conversaciones que se convierten en una lección de historia, pero, sobre todo, de vida, la de un testigo “privilegiado” del siglo XX, un siglo de luces y sombras. Y la de un europeísta convencido que, a pesar de haber pasado por la terrible experiencia de un campo de concentración nazi, el de Buchenwald, al que llegó con 20 años, no guardaba rencor.

El equipo de En Portada le había acompañado ya unos días antes en Buchenwald, durante la conmemoración del 65 aniversario de la liberación del campo, el 11 de abril. La idea de realizar este reportaje surgió a raíz de su anuncio de que ese sería su último viaje al antiguo campo de concentración, como así ha sido. Pensamos entonces que era una magnífica oportunidad de recorrer la memoria de Europa a través de los recuerdos del propio Semprún.

Ese 11 de abril hacía un gélido frío en la explanada de la vergüenza de Buchenwald. Y a Semprún se le helaron sus ya frágiles huesos, pero no su memoria, ni sus recuerdos. Sus palabras sonaron a legado, a testamento humano y político:

“Hoy, tantos años después, en este dramático espacio de Buchenwald, en la frontera última de una vida de certidumbres destruidas y de ilusiones que he preservado contra viento y marea, permítanme un recuerdo sereno y fraternal hacia aquel joven que con 22 años portaba una bazuca en sus manos”.

"No se encontraba bien"

Aquel joven era el propio Jorge Semprún que con cientos de supervivientes de Buchenwald, una vez liberado el campo por los presos de la resistencia, marchaban hacia el combate para liberar a Europa del fascismo.

Habíamos convenido con él en hacerle una corta entrevista en el propio campo, después del acto. No fue posible. No se encontraba bien y nos pidió que lo dejáramos para más tarde. Al final, quedamos en que mejor hacíamos las diferentes partes de la entrevista en Paris.

El destino quiso que un innombrable volcán islandés nos obligase a trasladarnos de Madrid a Paris en coche. Semprún me confesaría después que pensó que iba a ser imposible que estuviésemos allí en la fecha pactada.

"Sacó fuerzas de flaqueza para la entrevista"

Pero allí estábamos ante un sorprendido Semprún cuya cuñada acababa de fallecer y él mismo no se encontraba físicamente bien. Pero sacó fuerzas de flaqueza y nos ofreció todo un recital de historia, de pasión por la vida, de lucidez, de memoria prodigiosa, una experiencia inolvidable, que hoy sólo puedo agradecerle de corazón.

El reportaje se convirtió en un recorrido por la Europa del siglo XX a través de la increíble memoria de un hombre que huyó de España con su familia en la Guerra Civil, que se hizo comunista en los años 40, que fue detenido por la Gestapo por participar en la resistencia francesa, que fue deportado al campo de Buchenwald, que regresó a Paris después de la II Guerra Mundial, que fue estalinista, que fue ministro con Felipe González. Y que ha cumplido su sueño de ser escritor.

Una vida de novela, de certidumbres rotas pero ilusiones preservadas.

Ha muerto un exiliado, un exprisionero, un excomunista, un escritor, un ex ministro, ha muerto una persona lúcida que nos confesaba, a sus entonces 86 años, que no había perdido la ilusión en una sociedad y un mundo mejores pero, sobre todo, ha muerto el europeo que nos regaló, a mis compañeros, José Luis y María, y a mí, unas preciadas horas de su vida y de su memoria.