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Leonard Cohen, el cantautor que soñaba versos

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El poeta y cantautor canadiense Leonard Cohen durante una actuación en el Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid, dentro de los actos programados en las Fiestas de San Isidro de 1998.
El poeta y cantautor canadiense Leonard Cohen durante una actuación en el Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid, dentro de los actos programados en las Fiestas de San Isidro de 1998.

[Este artículo fue escrito originalmente en 2011 con motivo de la concesión a Leonard Cohen del Premio Príncipe de Asturias de las Letras]

Leonard Norman Cohen nació en Montreal, en 1934, en una familia judía de clase media con ascendencia polaca. Este gran cantautor canadiense empezó escribiendo poemas y novelas como El juego Favorito, en 1963, y Hermosos vencidos, en 1966.

Cuando aún no tenía obra propia grabada, Cohen se dio a conocer como compositor a través de la cantante folk Judy Collins, que convirtió en hit mundial su canción Suzanne. John Hammond, el legendario cazatalentos de Columbia Records, fichó a Leonard como cantautor hecho y derecho. Y debutó en 1967 con el disco Songs of Leonard Cohen. Este miércoles ha sido galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2011.

"Suzanne", del álbum 'Songs of Leonard Cohen' (1968)

Incluso para alguien poco o nada interesado en Leonard Cohen, esta canción será reconocible como su estandarte musical y poético. Una canción de amor con segundas vueltas y terceras lecturas. Cuenta Leonard Cohen: ¿Suzanne Verdal era la esposa de un amigo mío, Armand Waillancourt, que era una gran escultor de Montreal, y que aún sigue siendo amigo mío. Suzanne me invitó a su casa cerca del río y me sirvió té Constant Comentary, que estaba lleno de pedacitos de naranja. Esos elementos me dieron el rocío para soñar la verdadera velada de canción, pero sólo fueron el rocío. Y aunque parezca mentira, aún miro a las chicas, no veo a ninguna, sólo hay paz interior y armonía¿.

Incluso para alguien poco o nada interesado en Leonard Cohen, esta canción será reconocible como su estandarte musical y poético. Una canción de amor con segundas vueltas y terceras lecturas.

Cuenta Leonard Cohen: “Suzanne Verdal era la esposa de un amigo mío, Armand Waillancourt, que era una gran escultor de Montreal, y que aún sigue siendo amigo mío. Suzanne me invitó a su casa cerca del río y me sirvió té Constant Comentary, que estaba lleno de pedacitos de naranja. Esos elementos me dieron el rocío para soñar la verdadera velada de canción, pero sólo fueron el rocío. Y aunque parezca mentira, aún miro a las chicas, no veo a ninguna, sólo hay paz interior y armonía”.

"Chelsea Hotel", de 'New Skin for the Old Ceremony' (1974)

Nueva York tiene una morada para artistas, gentes de la farándula y bohemios de lujo: se llama Chelsea Hotel. Está situado en el 222 Oeste de la Calle 23, entre la Séptima y la Octava Avenida, y sus habitaciones han sido testigo de amores fantásticos y célebres crímenes.

Dicen, cuenta, se rumorea, que la canción que Cohen dedicó a este establecimiento habla de sus relaciones íntimas con Janis Joplin. “Todo el mundo - cuenta Cohen - estaba en el Chelsea Hotel. Nico y Allen Ginsberg pasaban mucho por allí. Estaban Harry Smith y Janis Joplin, y esa ha sido la única vez que he sido indiscreto. El diablo me hizo decirle a un periodista algo similar a lo que escribió. Y no sé por qué fui tan poco galante. A Janis no le habría importado. Es a mi madre a quién le habría molestado”.

"Hallelujah", de 'Various Positions' (1984)

Las canciones de Leonard Cohen atienden a muchas plegarias trágicas. Una de las más famosas es el estremecedor "Hallelujah". Pocos como Cohen hubieran sido capaces de instalar tanta duda en un rezo, tanta relatividad moral incrustada en el rígido marco de la salmodia religiosa. Milagro. Pero incluso en un tema tan antifonal encontramos un punto de humor: ¿Todo lo que he aprendido sobre el amor fue cómo dispararle a alguien que ha desenfundado más rápido¿. Aleluya.

Las canciones de Leonard Cohen atienden a muchas plegarias trágicas. Una de las más famosas es el estremecedor "Hallelujah". Pocos como Cohen hubieran sido capaces de instalar tanta duda en un rezo, tanta relatividad moral incrustada en el rígido marco de la salmodia religiosa. Milagro. Pero incluso en un tema tan antifonal encontramos un punto de humor: “Todo lo que he aprendido sobre el amor fue cómo dispararle a alguien que ha desenfundado más rápido”. Aleluya.

"First we take Manhattan", de 'I'm Your Man' (1988)

Leonard Cohen - "First we take Manhattan"

Leonard Cohen siempre ha mantenido el alma resistente y el gesto de guerrillero de la luz. No le veréis empuñando un arma, pero si disparando sus versos a ráfagas. Sobre la toma de esa moderna Bastilla conocida como Manhattan, el autor canadiense comentaba lo siguiente: "Durante un tiempo sentí que la motivación que canalizaba toda la energía circundante venía de los extremos.

Por eso tuvimos un Malcolm X. De alguna manera, las posiciones extremas son las que consiguen captar nuestra atención. Mirando dentro de mi propia mente descubrí que tenía que resistir esas posiciones extremistas que te llevan a la deriva camino de una mística fascista, aunque solo fuera por respeto a mi mismo".

"Take this waltz", de 'I'm Your Man' (1988)

Leonard Cohen - "Take this waltz"

Puede que el premio de Cohen tenga algo que ver con su devoción por un poeta español, Federico García Lorca. Puede que no. En cualquier caso, de su devoción por Lorca y su poesía nació Take This Waltz, un tema que ya lleva dos décadas de baile en todos los salones de la luz, en todos los museos del buen gusto. Y la visión sobre Lorca sigue agrandándose. Ahora Leonard Cohen escribe:

“Lorca vive.

Lorca vive en Nueva York.

Nunca volvió a España.

Se fue un tiempo a Cuba.

Pero ha vuelto a la ciudad.

Está cansado de los gitanos.

Y está cansado del mar.

No soporta tocar su vieja guitarra.

Sólo tiene un tono.

Oyó que lo habían matado.

Pero no es verdad, mira.

Vive en Nueva York”.