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Comando Actualidad: "Cuando el río suena"

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Comando actualidad - Cuando el río suena

Reporteros: Sara Lozano, Eneko Carazo y Teresa Perales

Dirección: Raúl García, Daniel Galindo y César P. Gozalo

Puede darlo todo pero también arrebatarlo. Vivir junto a un río es fuente de ingresos para muchas familias aunque entraña el riesgo de que las aguas se descontrolen. Es el caso del Guadalquivir, que este año ha devastado infinidad de viviendas a su paso, viviendas en ocasiones construídas a partir de casetas de labranza pero en otras en terreno urbanizable. A cambio muchos de sus vecinos viven de regadíos y de la pesca estacional. También de negocios que creíamos extinguidos: hay ríos en los que incluso se sigue buscando oro.

El Miño es un río frontera. Pescadores españoles y portugueses compiten en estos días pescando lampreas, un pez parásito que se cotiza a treinta euros la pieza. Hay familias que viven durante todo el año del trabajo de estos cuatro meses de pesca. Pero el Miño es también un río bravo. Algunos de los vecinos que tienen negocios a su orilla están acostumbrados a que se les inunden cuatro o cinco veces al año.

Peor lo han pasado los vecinos de Córdoba, que aún retiran hasta un metro de barro de sus casas. Y eso que las últimas inundaciones se registraron hace casi dos meses. En Écija están instalando una presa provisional que retenga el arroyo mientras se desvía su cauce.

Coria por su parte es un pueblo de cara al río. Las pequeñas barcas comparten aguas con mercantes gigantes. Muchos pescadores viven desde niños de la pesca del albur, un pez que se sirve en sus bares como auténtica exquisitez. Un barquero cruza a los vehículos de una orilla a otra del río para que sus conductores se ahorren el atasco del puente del quinto centenario que está en Sevilla.

En el Ebro se pueden pescar desde peces prehistóricos e invasores como el siluro hasta los más exquisitos manjares. Las angulas o las ostras se alimentan en sus aguas. Agustín cultiva un millón de kilos de ostras al año que exporta en su mayoría a Francia. Lo curioso, asegura, es que esos mismos moluscos vuelven al mercado español con etiqueta francesa y a un precio muy superior.