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El presidente de Kirguistán, un revolucionario rendido al autoritarismo

  • Bakiev ascendió al poder guiado por la población que ahora le rechaza
  • Arrasó en las elecciones de 2005 pero sucumbió al clientelismo

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Quién le iba a decir al actual presidente de Kirguistán, Kourmanbek Bakíev, que aquella población junto a la que él se manifestó en marzo de 2005 en la llamada "Revolución de los Tulipanes", para terminar con el entonces presidente corrupto Askar Akayev, se iba a unir de nuevo pero contra él.

Bakiev, de 60 años, contó con su momento de gloria el 24 de marzo de 2005 cuando millares de manifestantes lograron que Akayev huyera del país.

Originario del sur del país, nació el 1 de agosto de 1949, para más tarde convertirse en ingeniero.

Pero su futuro no estaba en las ciencias sino en la política. A la revolución le sucedió una aplastante mayoría en las elecciones presidenciales de julio de 2005, con el 89% de los votos, aunque después las cosas no han ido para su figura como estaban previstas.

Corrupción... ¿de nuevo?

"Tenía una reputación de dirigente comunista con la capacidad de devolver el orden al país.  Pero sucumbió a sus ambiciones y a las de su clan ", ha declarado  Alexe  Malachenko, especialista de Asia Central.

De hecho, Bakiev comienza a ser criticado desde muy pronto por las mismas personas que le habían ayudado a acceder al poder. ¿Y por qué? porque le acusaban de continuar con "las malas costumbres" de su predecesor distribuyendo ventajas económicas y puestos de gra relevancia a miembros de su familia.

"Sus hermanos obtuvieron puestos importantes y su menor hijo, Maxim, monopolizó la economía del país. Este clan es mucho más poderoso que el de Akayev ", ha subrayado Malachenko.

Es el único presidente de los cinco países de Asia Central cuya elección ha sido reconocida como libre por Occidente, y por ello siempre se ha definido como el fundador de la democracia en la región.

Pero su régimen terminó por ser objetivo de acusaciones de fraude electoral en diciembre de 2007 en el curso de legislativas anticipadas.

A ello hay que añadirle la elección presidencial del 23 de julio de 2009, con la que fue reelegido con el 76,43 % de los votos, entre más acusaciones de corrupción. Por ello, ha sido severamente criticado por los europeos y su gobierno es considerado no democrático por la Organización para la seguridad y la cooperación en Europa (OSCE).

Una posición estratégica

A pesar de las críticas internacionales, Bakiev ha sabido sacarle provecho a la posición privilegiada de su pequeño país montañoso de Asia Central.

Obtiene un alquiler, que ha triplicado en los últimos años, que pagan los estadounidenses por la base militar de Manas desde junio de 2009, tras la amenza de cerrarla sino se pagaba más por ella. Una base que, para EE.UUU. es clave en las operaciones militares en Afganistán.

Por otro lado, se le acusa de haber recibido dinero por parte de Moscú para que cerrara la base.

A pesar de la popularidad que logró después, su carrera política le daba la imagen de un hombre político sin gran carisma.

De hecho, el ex presidente del Parlamento, Omourbek Tekebayev, le describía "como un hombre político insustancial y sin visión".

En 1990, Kourmanbek Bakiev deja su puesto de director de una fábrica para dirigir en un ayuntamiento.

Pero no será hasta la caída de la URSS y la independencia de Kirguistán, cuando su carrera gane popularidad.