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El deshielo en pleno mes de noviembre fue noticia en Rusia... sólo entonces

  • El aniversario de la caída del Muro de Berlín apenas tiene repercusión en Rusia
  • Muchos rusos lo vieron como un desastre y otros como un paso a la democracia
  • El primer ministro ruso, Vladimir Putin, mira con nostalgia hacia el pasado
  • Todo sobre el 20 aniversario en el vídeo interactivo sobre el Muro de Berlín

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Hoy -cómo no- hace frío en Moscú, aunque hace 20 años -todo el mundo así lo recuerda- el otoño era mucho más gélido. Y sí, podría servirnos como metáfora de la Historia.

Aquel día de hace exactamente 2 décadas, el Muro de Berlín fue derribado por el deseo popular de una vida mejor, por las ansias de libertad.

El camino había sido planificado, pero la sorpresa fue la velocidad a la que se desarrollaron los acontecimientos. Así lo ha reconocido el propio Mijail Gorbachov, el último presidente de la U.R.S.S., artífice de gran parte de los cambios de la época.

El proceso interno que ya hacía tiempo que él había iniciado en la Unión Soviética influyeron en la destrucción del principal símbolo de la Guerra Fría, en la transformación de Europa Central y del Este. Lo que ocurriría dentro tendría su propio tempo.

Por eso, lo que hoy celebran los alemanes apenas tiene repercusión en Rusia. Hoy, los rusos piensan en otra cosa. Principalmente, en salir adelante en estos tiempos de crisis y de desempleo brutal. Y si hubiera algo que celebrar, tendría que ser algo que sintieran 'más patrio'. Así son las cosas.

El 9 de Noviembre de hace 20 años, un gran acontecimiento político cambió el rumbo de la historia. Caía el muro de Berlín, una pared de hormigón que separaba dos mundos. Una frontera artificial que no pudo sostenerse indefinidamente; el símbolo más emblemático del telón de acero; uno de los grandes disparates del siglo XX. Dos décadas después, los berlineses han cerrado las heridas de tantos años de desencuentro. Pero la línea del muro atraviesa la ciudad como una gran e indeleble cicatriz del pasado. Informe Semanal hace un recorrido por la Alemania unificada. Hemos hablado con aquellas familias que crecieron separadas, con las que fueron victimas de la represión y proyectamos, a partir de Berlín, el futuro de un país con sus claros y sus sombras. (07/11/09).

Rusia, también dividida

Aquel 9 de noviembre de 1989, muchos de los ciudadanos de la Unión Soviética vieron la caída del Muro como un auténtico desastre, como un paso más hacia la desintegración de la U.R.S.S., que se produciría tan sólo dos años después.

Otros, aquellos que apostaban y confiaban en la Perestroika de Gorbachov, celebraron la unión física de los alemanes como un paso hacia la democracia y la libertad que esperaban instaurar en casa.

Aunque ya no centra ningún debate, ni siquiera actualizado en la televisión rusa dadas las fechas que son, es una diferencia de opiniones que se ha mantenido a lo largo del tiempo. Los primeros acusan a Gorby del caos y de la desestabilización que siguieron al desmoronamiento del Imperio soviético. Los segundos celebran que permitiera la llegada a estos territorios de los valores democráticos, tan denostados en los últimos años.

Muchos siguen acusando al líder soviético de todos los males que llegaron con la caída de la U.R.S.S. y que no le reconocen lo mucho o poco bueno que pudo traer.: "La gente tiene derecho a plantear su punto de vista. Yo sólo digo que, entonces, en 1985, cuando Gorbachov llegó al poder, la gente deseaba los cambios", nos asegura Pável Palázhscenko, su mano derecha desde entonces y hasta hoy.

"Claro que hubo errores"

"Gorbachov supo asumir la responsabilidad de sus decisiones", nos decía hace unos días Pável Palázhscenko. Fue un riesgo en toda regla.

La caída del Muro podría haber provocado un derrame de sangre. Gorbachov se encargó de dar la orden de NO-intervención a los 400.000 soldados soviéticos que, por aquel entonces, permanecían destacados en la RDA. Y su orden fue cumplida.

Rusia y Alemania- dos países con un doloroso pasado en común- iniciarían, poco más tarde, una era de entendimiento que dura hasta hoy. Bajo esa premisa ha viajado hasta Berlín el presidente ruso Dimitri Medvedev, que estos días ha dicho que Moscú se sintió algo decepcionado con la caída del Muro porque esperaba algo más, un acercamiento a Europa que- a día de hoy- todavía es bastante imperfecto.

"En general, creo que todo se hizo bien. Sigo pensando que la tendencia del momento, el rumbo hacia la democracia, hacia la libertad y la superación del aislamiento, se hizo bien. Pero claro que hubo errores y naturalmente que hemos reflexionado sobre ello. Sobre todo, hubo errores en política interior. Muchos menos en política exterior".

"Es cierto que los cambios resultaron más dolorosos de lo que pensábamos,  incluido Gorbachov, sólo que eso es evidente... ahora. Si de algo estoy seguro es de que la mayoría de la gente no quiere volver atrás, volver al aislamiento, a la falta de libertad, a una sociedad totalitaria, a todo aquello a lo que Gorbachov puso fin".

El nostálgico Putin

Sí que hay quienes miran, estos días, con nostalgia hacia el pasado. Sin ir más lejos, el propio primer ministro ruso, Vladimir Putin.

Él mismo ha calificado de 'antinatural' la división alemana y de "inevitable" la reunificación, pero para un documental para el canal ruso de televisión NTV, no le ha importado abrirse y confesar que, en cierto modo, añora aquella Alemania del Este en la que se encontraba trabajando el 9 de noviembre de 1989.

Quien llegaría a convertirse en director del KGB y, posteriormente, en presidente de la Federación rusa, era- por aquel entonces- agente de los servicios secretos soviéticos en Dresde.

Putin insiste en que el Muro de Berlín nunca debió existir. Otra cosa es escucharle hablar de la U.R.S.S. Aquí, todo el mundo recuerda aquel discurso suyo de 2005 en el que calificó la desintegración de la Unión Soviética como "la catástrofe geopolítica más grande del siglo XX".

Quizás, por eso, su principal objetivo política siempre ha sido recuperar la voz y el lugar de Rusia en el mundo... como imperio.