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'La cocina', de Arnold Wesker

Carta de Jack, camarero de Marango's

  • Como parte del proceso de construcción de sus personajes, los miembros del reparto de La cocina, en versión de Sergio Peris Mencheta, imaginaron una carta de su personaje. Esta es la de Óscar Martínez.

Por

Querido Padre:

Hace mucho tiempo que tendría que haberte escrito, pero el trabajo y las obligaciones me han impedido cumplir con mi deber.

Me han comentado los doctores que estás respondiendo muy bien al nuevo tratamiento. Ya sé que ahora mismo no puedes leer, pero me han prometido que algún enfermero dará voz a las palabras que aquí te estoy poniendo.

Ten por seguro que en cuanto me sea posible iré a visitarte, pero hasta entonces tengo el propósito de escribirte una vez por semana.

Como te conté la última vez que pudimos hablar, el trabajo en el periódico es apasionante. Soy el encargado de la sección de política internacional y como comprenderás eso me hace escribir infinidad de reportajes.

En la redacción somos como una pequeña familia. Sé que te encantaría. De hecho esta última semana ha entrado un nuevo chico becario. Se llama Kevin y es irlandés. Es un chico lleno de ganas y muy trabajador. Me sigue a todas partes y quiere absorberlo todo como una esponja. Sé lo que te apasiona James Joyce y los Dublineses por lo que pensé que te haría gracia que trabajara conmigo un paisano de tu escritor favorito. Aún recuerdo cómo me gustaba que me leyeras cada tarde unas páginas de cada uno de los 12 cuentos. Era nuestro ritual: Tú sentado con tu pipa y yo escuchando embelesado cada palabra que decías. Te he de confesar que la mayor parte de las veces estaba más pendiente de tus inflexiones y me dejaba llevar casi hipnotizado por el río envolvente de notas graves que usabas al declamar. Era como el ronroneo de un gato en calma. Así que el contenido quedaba eclipsado por su continente. Sí, ya sé lo que estarás pensando… pero puedes estar tranquilo: la obra ya la he leído un par de veces.

Realmente estarías muy orgulloso de mí si pudieras verme trabajando. La redacción, que es donde paso la mayor parte del día, es un no parar de idas y venidas… sobre todo cuando se acerca el día del cierre. Es entonces cuando todo empieza a acelerar frenéticamente, de manera casi imperceptible. Y cuando uno quiere darse cuenta, de repente, ya ha sido absorbido por una locura delirante pero deliciosa. Es en esos momentos cuando me siento más vivo. Hay muchos que no lo aguantan y acaban marchándose… pero si te engancha, como a mí… es como una necesidad… como te pasaba a ti con la lectura. Necesitas tu dosis diaria para poder dormir tranquilo.

Mamá y Susan me envían muchos besos para ti. Tendrás que perdonarlas… pero ya sabes que para ellas fue muy duro tener que dejarte en el centro. El dolor les hace insufrible el poder verte o incluso escribirte. Además estoy convencido que a ti tampoco te gustaría que te vieran hasta no estar recuperado del todo. Siempre has sido muy presumido. Ellas siempre te han mirado como a un Dios y creo que hemos de hacer lo posible para que siga siendo así. Yo las visito todos los lunes y me quedo a dormir con ellas. Siempre tienen mi habitación preparada. Muchas veces he pensado que debería seguir viviendo con ellas, pero creo que se apañan mejor sin ningún hombre que las controle. Susan ha seguido tus pasos y es profesora. Estoy seguro de que los niños de los que se encarga han tenido mucha suerte en poder contar con ella como su Pigmalión. Hace un trabajo maravilloso.

Tienes que saber que he heredado tu facilidad para el baile. Cada sábado acudo a una sala de fiestas donde me paso la noche meneando el esqueleto. Recuerdo perfectamente la sensación que causabais mamá y tú cuando os movías como una sola persona en las fiestas de graduación del King’s College. ¡Cómo os admiraba!. Has de saber que ahora los bailes son un poco más frenéticos que los de vuestra época. Pero, conociéndote, estoy convencido de que llegarías a disfrutarlos.

Todavía no tengo pareja formal, pero hay una chica a la que ya le he echado el ojo. Ella no lo sabe todavía. Se llama Cynthia y es la correctora del cierre. Es tan discreta que logra pasar siempre desapercibida pese a que su trabajo es de los más desagradecidos. Me gusta su comedimiento. Nunca tiene una palabra de más ni un gesto de menos. También está Loren… pero esta historia ya es arena de otro costal.

Tus antiguos compañeros de Cambridge están deseando que te recuperes para volver a contar contigo. Sé cuánto deseas volver a impartir tus clases. ¡Eras el mejor!

Intentaré escaparme para estar a tu lado en la próxima sesión. Te cogeré bien fuerte de la mano y la pasaremos juntos.

Tu hijo que te quiere.

Jack

RTVE

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