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Juegos Olímpicos de Río 2016

Homicidios extrajudiciales cometidos por la policía brasileña complican la seguridad de los Juegos

  • Un informe de HRW denuncia miles de ejecuciones extrajudiciales en Brasil
  • El comunicado sale a la luz a un mes de los Juegos Olímpicos de Río
  • Según la organización hubo 645 muertes en 2015, y 322 entre enero y mayo
  • El miedo a las represalias y la impunidad dificultan la acción judicial

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Homicidios extrajudiciales cometidos por la policía brasileña complican la seguridad de los Juegos

Las "ejecuciones extrajudiciales" cometidas por la policía en el estado de Río de Janeiro en Brasil, constituyen un "obstáculo para la seguridad", según un informe de Human Rights Watch (HRW) divulgado este jueves, a un mes del inicio de los Juegos Olímpicos.

La organización de defensa de los derechos humanos denuncia que la policía de Río de Janeiro mató a más de 8.000 personas en la última década, incluidas unas 645 el pasado año y 322 entre enero y mayo, y que muchas de esas muertes fueron resultado de "ejecuciones extrajudiciales".

El informe "El buen policía tiene miedo: Los costes de la violencia policial en Río de Janeiro", documenta cómo el uso ilegal de la fuerza policial ha contribuido al desmantelamiento de los esfuerzos del Estado por mejorar la seguridad pública y advierte de que el gobierno local "no ha hecho lo suficiente para resolver el problema de las ejecuciones extrajudiciales cometidas por la policía".

Rio de Janeiro y la violencia

Durante los supuestos "enfrentamientos" entre 2013 e 2015, el número de muertos a manos de la policía superó en cinco veces al de heridos, lo contrario de lo que cabría esperar en esas situaciones, continúa el informe.

Según los datos de HRW, el pasado año, por cada agente muerto en acto de servicio en Río, la policía acabó con la vida de casi 25 personas, más del doble que en el sur de África y tres veces más que en Estados Unidos.

"Río se enfrenta a un problema serio de violencia criminal, pero ejecutar a los sospechosos no es la solución", afirma María Laura Canineu, directora de HRW en Brasil. "Esas ejecuciones colocan a las comunidades contra la policía y comprometen la seguridad de todos", denuncia.

Limpieza expeditiva vía ejecución

Human Rights Watch encontró pruebas en 64 casos de policías que trataron de encubrir sus crímenes y que provocaron la muerte de 116 personas, incluidos 21 niños y adolescentes.

Casi todos los casos se calificaron como "enfrentamientos", pero en al menos 20 las pruebas demostraron que las víctimas fueron tiroteadas a quemarropa y en otros se comprobó que no hubo tal enfrentamiento.

La organización entrevistó a más de 30 policías en Río y al menos dos reconocieron su participación en ejecuciones. Uno de ellos, según el documento, reconoció que uno de sus compañeros ejecutó a un supuesto traficante de drogas cuando estaba herido en el suelo y otro describió una operación organizada con el objetivo de matar, y no de detener, a sospechosos de integrar bandas criminales.

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  • Un coche de policía arrastra el cuerpo de una mujer tras una redada en la zona norte de Río

    Un coche de policía arrastra el cuerpo de una mujer tras una redada en la zona norte de Río

    Fotograma extraido de un vídeo grabado por un transeúnte que muestra un coche de policía arrastrando el cuerpo de una mujer tras una redada en la zona norte de Río. HRW denuncia que la policía de Río de Janeiro mató a más de 8.000 personas en la última década, incluidas unas 645 el pasado año y 322 entre enero y mayo, y que muchas de esas muertes fueron resultado de "ejecuciones extrajudiciales".

  • Cleiton Correa de Souza, 18 años, murió en noviembre de 2015 por disparos de la policía

    Cleiton Correa de Souza, 18 años, murió en noviembre de 2015 por disparos de la policía

    La policía abrió fuego contra su coche cuando viajaba con cuatro amigos. Este es su carnet de identidad. Los agentes aducen que dispararon desde el interior del vehículo, afirmación que fue desmentida por los forenses. Según los datos de HRW, el pasado año, por cada agente muerto en acto de servicio en Río, la policía acabó con la vida de casi 25 personas, más del doble que en el sur de África y tres veces más que en Estados Unidos.

Protegidos por la ley del silencio y del miedo

Los policías, continúa la organización, admitieron que no denuncian los crímenes de sus compañeros por miedo. "Ellos no dudarían ni una milésima de segundo en matarme o matar a mi familia", dijo uno de los entrevistados por HRW.

Además, los agentes envueltos en este tipo de actuaciones encubren su comportamiento, intimidan a testigos, colocan armas o drogas en las víctimas, remueven los cuerpos del lugar del crimen e incluso los llevan al hospital para justificar que intentaron socorrerlos.

El impacto de las ejecuciones cometidas por la policía no sólo alcanza a las víctimas y a sus familiares, sino también a los propios cuerpos de seguridad.

"Esas muertes fomentan ciclos de violencia que ponen en riesgo la vida de los policías que actúan en áreas con altos índices de criminalidad, destruyen su relación con las comunidades y aumentan el nivel de estrés, perjudicando su capacidad de desarrollar su trabajo", denuncia la ONG.

Impunidad

Los policías responsables de ejecuciones raramente son llevados ante la Justicia y las investigaciones internas son "lamentablemente inadecuadas", continúa el informe.

En su candidatura para los Juegos Olímpicos, el Gobierno brasileño afirmó que el evento actuaría como "un gran catalizador de mejoras a largo plazo en los sistemas de seguridad de Río de Janeiro", se recuerda en el documento.

La principal iniciativa en materia de seguridad, añade, fue sustituir las incursiones militares en las favelas por una policía de "proximidad", las llamadas Unidades de Policía Pacificadora (UPPs).

Pero, "no se puede esperar que la policía de proximidad funcione cuando la policía continúa ejecutando miembros de las comunidades que debería proteger", denuncia la responsable de HRW Brasil.

"Tampoco se puede esperar que los policías honestos tengan un buen desempeño cuando viven en constante temor, no solo por los grupos criminales sino por sus propios compañeros".