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Manolo Preciado | Obituario

Manolo Preciado, genio y figura del "fútbol de pueblo"

  • El entrenador cántabro fallece a los 54 años a causa de un infarto
  • Logró cinco ascensos de categoría en los equipos que entrenó
  • Genio y figura del fútbol modesto, icono del Sporting, iba a entrenar al Villarreal
  • Sufrió la pérdida de su mujer, de su hijo y de su padre, pero siempre resurgió

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Manolo Preciado, fuerza ante los reveses de la vida

El fútbol es un gran deporte engrandecido por figuras personales, por auténticos personajes que recuerdan con su trayectoria que el juego de once contra once con una pelota es cosa de jugar en el césped y mamar en el terruño. La inesperada muerte de Manuel Preciado Rebolledo (El Astillero, Cantabria, 28 de agosto de 1957) a causa de un infarto de miocardio en la víspera de ser presentado como nuevo entrenador del Villarreal deja a la Liga sin uno de esos genios y figura carismáticos que la hizo más noble.

Un hombre querido por todos, pese a los colores -y pese a algunos desencuentros- que,  golpe tras golpe, y los sufrió muy duros, conseguía siempre salir adelante.  La historia de Preciado es la de un hombre que convirtió el ascenso después de la caída en un leit-motiv personal y profesional. "Mañana sale el sol", era el título de su biografía sobre sus años en el Sporting, presentada hace muy pocos meses. Todo un lema vital.

Manolo Preciado ya tiene biografía, tomando como punto de partida sus cinco años al frente del Sporting de Gijón. Obra de los periodistas Carlos Llamas y Javier Barrio, ha sido presentada "con mucho cariño"

En la biografía anterior de Manolo Preciado no destaca el oropel de los grandes futbolistas. Como jugador -era defensa central- defendió los colores del Racing de  Santander  (1978-1982). Sufrió un descenso y un ascenso, algo que repetiría luego en dos ocasiones como entrenador. Discurrió más tarde por el Linares (1982-1984), Mallorca (1984-1985),  Alavés  (1985-1986), Orense (1986-1987) y Gimnástica de Torrelavega   (1987-1992), colgando las botas con 35 años.

Se reinició como entrenador, pero tomando de nuevo su tierra como punto de partida. Arrancó en Tercera  División con la  Gimnástica de Torrelavega en la temporada 1995-96, con  la que logró  el ascenso. Y eso se convirtió en una especialidad de la casa para Manolo Preciado.

La temporada siguiente con quien logró subir a  Segunda B  fue con el Racing B. Volvería a entrenar al filial  racinguista en una  segunda fase en la temporada 2000-01: descendió y  volvió a subir.  Posteriormente entrenaría al Racing de Santander en la  temporada  2002-2003, cuando presentó su dimisión tras la compra del club  cántabro  por parte de Dmitry Piterman y, sobre todo, la intención del extravagante empresario ucraniano de ser el entrenador del equipo.

Ascensos profesionales, trágicas pérdidas familiares

Para entonces había sufrido uno de sus mayores reveses personales: la muerte de su mujer, Purificación, a los 42 años, por un cáncer de piel. Sin apenas tiempo para enjugar el luto, uno de sus hijos, Raúl, de 15 años, perdió la vida en un accidente de moto dos años más tarde, en 2004, el año en que logró el ascenso a Primera División con el Levante, el cuarto ascenso de su carrera como entrenador y el primero a la máxima categoría.

La vida me ha golpeado fuerte. Podría haberme hecho vulnerable y acabar  pegándome un tiro, o podría mirar al cielo y crecer. Prefiero la  segunda opción

Entrenador itinerante, se quedó en Segunda con el Murcia. Pero logró su personal ascenso y permanencia en Primera al vincularse con el Sporting de Gijón en el verano de 2006, al que subió de categoría en su segunda temporada: quinto y último ascenso, en la temporada 2007-2008. El de Cantabria enamoró a la 'Mareona' de El Molinón.

Se convirtió en el segundo  entrenador que  más encuentros ha dirigido a los rojiblancos, con 232  partidos  oficiales, sólo por detrás de José Manuel Díaz Novoa, quien lo  hizo  en 282 ocasiones. Entre ese honor profesional, otro mazazo personal: la muerte en abril de 2011 de su padre, que falleció atropellado cuando ayudaba a empujar un vehículo en una rampa.

"La vida me ha golpeado fuerte. Podría haberme hecho vulnerable y acabar  pegándome un tiro, o podría mirar al cielo y crecer. Prefiero la  segunda opción". Así afrontaba los golpes Preciado, un fajador nato.

Mediada esta temporada, 2011-2012, su sexta al  frente del equipo, fue destituido entre lágrimas del presidente, Manuel Vega-Arango y reemplazado por Javier Clemente, que no pudo evitar el descenso del club asturiano.

Hasta el presidente del Sporting de Gijón, Manuel Vega Arango, no ha podido contener la emoción y las lágrimas a la hora de comunicar la destitución de Manuel Preciado como técnico del club. Un cese que se produce por la delicada situación que atraviesa el equipo, penúltimo en la tabla, y sobre todo, por la pésima imagen dada en los dos últimos encuentros. Preciado es uno de esos entrenadores de raza, que ha dejado toda una antología de frases en sus ruedas de prensa. (31/01/12)

Entonces, Preciado comentó en su cuenta en la red social Twitter: "Lamento  si hice algo mal, seré de este equipo toda mi vida. Seré socio  del  Sporting hasta que me muera. Espero que todos ayuden al club".

Preciado, a través de sus frases

Esa era la madera de la que estaba hecho Manuel Preciado y que dejó patente en algunas de sus frases:

"Ni antes cuando perdimos 6-1 y 7-1 con Barça y Madrid éramos la  última mierda que cagó Pilatos ni ahora somos el Bayer Leverkusen; no,  somos el Sporting", dijo después de ganar al Deportivo en diciembre de  2010 y enlazar cuatro triunfos después de un mal comienzo de Liga.

"Fácilmente no se salva ni el tato. Nadie lo va a tener sencillo.  Esto es más largo que la esperanza de un pobre", tras perder por 2-1  ante el Valladolid en diciembre de 2009.

"Estoy muy quemado, como la moto de un hippie y tengo ganas de irme  de aquí", manifestó Preciado sobre su derrota ante el Getafe en octubre  de 2010.

"Este es un equipo barato, pero con unos huevos como el caballo de Espartero", tras un partido contra el Atlético de Madrid y salvar la categoría en mayo de 2010.

"No hay mejor manera de respetar al rival que meterle el máximo número de goles que puedas".

"Estamos ante un portero que solo verle los brazos yo me acojono", en referencia a Kameni, en vísperas a un encuentro contra el Espanyol.

"Una cosa es conocer la receta y otra condimentar la comida", declaró antes de un partido contra el Valencia y ser preguntado por las claves del encuentro.

"Llevo tanto tiempo en el fútbol que me han salido pelos en los huevos", afirmó hace unos meses, sobre su posible cese como entrenador del Sporting.

"Dedico este ascenso a tres personas: a mi hijo y a su madre, que ya no están con nosotros, pero seguro que han apretado desde ahí arriba como dos sportinguistas más, y a Quini que es una persona maravillosa", tras el ascenso del Sporting en 2007.

Del choque al aprecio mutuo con Mourinho

Uno de sus episodios recientes más recordados fue el cruce de  acusaciones que mantuvo en noviembre de 2010 con el entrenador del Real  Madrid, Jose Mourinho, que le acusó de no alinear a su mejor equipo  y regalar un partido de Liga ante el Barça en el Camp Nou.

Aunque el cruce de declaraciones fue agrio entre los dos entrenadores, con calificativos de "canalla" y "mal compañero" dirigidos a Mourinho. "Seremos un equipo de pueblo",  proclamaba, "pero merecemos el mismo respeto que él con todos sus títulos".

Un año más tarde, mostraron mucha afabilidad cuando  Preciado, ya exentrenador del Sporting, visitó las instalaciones  deportivas del Real Madrid en Valdebebas: "Mourinho es un 'number one'", declaraba entonces.

Este mismo jueves ha respondido Mourinho a los halagos con un mensaje difundido en la web del Real Madrid. "Tenía todo aquello que me gusta de las personas y de los deportistas: carácter, transparencia y valor para luchar contra los golpes".

Su misión ahora  era lograr el ascenso del Villarreal, una meta que no era nueva para él, otra página en esa biografía que siempre pensaba en un mañana más luminoso. Tras su inesperada y sorpresiva muerte, con todas las muestras de condolencia y amistad que ha vertido el mundo del fútbol, deja escrito el epitafio que, en su arranque de furia contra Mourinho, pronunció aquel encendido 12 de noviembre de 2010: "Detrás de mí hay algunos ascensos, pero sobre todo muchos amigos".