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El Athletic demuestra que el Barça no es un extraterrestre

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Gurpegui, en una foto de archivo.
Gurpegui, en una foto de archivo.

Ficha técnica:

0 - Barcelona: Pinto; Alves, Piqué, Abidal, Maxwell, Mascherano (Mascherano, min.79), Xavi, Keita (Messi, min.54), Pedro, Bojan (Villa, min.63) e Iniesta.

0 - Athletic Club: Iraizoz; Iraola, San José, Ustariz, Koikili, Gurpegui, Susaeta, Iturraspe (Orbaiz, min.72), Javi Martínez, Gabilondo e Igor Martínez (Muniain, min.55).

Joaquín Caparrós, aunque haya acabado desgañitado en la banda, puede celebrar en estos momentos ser uno de los pocos entrenadores que no haya recibido ni un sólo gol en el Nou Camp, por raro que parezca cuando se habla del Barça de Guardiola. [Estadísticas del partido]

A pesar de que Guardiola ha tenido que poner toda la carne en el asador en la segunda parte (Messi y Villa), sus pupilos no han podido perforar la portería ni crear ocasiones claras a un Athletic de Bilbao que ha dado una clase magistral de cómo se tienen que hacer las ayudas en defensa.

Saltó al campo de la Ciudad Conadal el Athletic con Susaeta, Igor Fernández e Iturraspe como atacantes, en detrimento de Toquero, como una apuesta clara por la brega y el sacrificio.

En el partido que enfrentaba a los dos reyes de la Copa, el Barça comenzó arrinconando como él sólo sabe a unos leones que esperaban agazapados en su campo pero que mordían cada vez que robaban el balón.

La buena defensa de los bilbaínos no encontraba arriba un referencia clara, como la que suele tener en Llorente, y sus salidas a la contra con una pizca de elaboración se convertían en una 'misión imposible'.

Las posesiones culés se caracterizaban por ver a Xavi, a Iniesta y a Pedro como si fueran los Harlem Globetrotters. La pena es que esta vez les faltaban los encargados de hacer los mates: Villa y Messi, que los hacen como nadie, esperaban su turno en el banco.

En los últimos minutos de la primera, el partido se convirtió en un correcalles de ida y vuelta que divertía al público que asistía al Camp Nou. La parroquia culé se lo pasaba bien pero también demostraba su enfado cada vez que el Athletic buscaba el descanso perdiendo tiempo al poner el balón en juego.

Con el triple pitido de Mateu Lahoz que indicaba el final del primer período se podía constatar ya la sorpresa de ver a un equipo que llevaba al Barça al vestuario con un cero a cero en el tanteador.

Al descanso sorprendía ya el 0-0

Tras la reanudación, los leones se animaron a asustar en dos jugadas casi consecutivas al Barça pero fue Xavi quien la tuvo en bandeja en el 51 pero su remate se fue por encima de la portería bilbaína.

Tan fuera de lo previsto se ponía el partido y la eliminatoria que Pep Guardiola se vio obligado a dar entrada a Messi por Keita en el 53 para ver si el argentino era capaz de derribar el muro vasco.

Por su parte, Caparrós también movió ficha. La salida de Muniaín por Igor Martínez en el 54 daba frescura a la brega de los delanteros y ofrecía además un referente en el ataque rojiblanco capaz de aguantar los pocos balones que pasaban del medio campo.

El secreto de que el empate se mantuviera intacto era que los leones mordían cada vez que el esférico llegaba a los pies de Xavi, Iniesta o Pedro. Pero la entrada de Messi hacía que ese trabajo se tuviera que multiplicar.

Guardiola era conocedor de las complicaciones en las que había puesto a los vascos y para echar más madera, puso en liza a Villa en sustitución de un apagado Bojan a falta todavía de media hora para la conclusión.

El zafarrancho de combate ya se había dispuesto y el Athletic sabía que la única manera de llegar a San Mamés con la eliminatoria abierta era vaciarse físicamente en el campo a base de multiplicarse en las ayudas en defensa.

Las fuerzas bajaban y la paciencia disminuía en los locales mientras que la confianza espoleaba a los jugadores vascos. Tan sólo en fuera de juego fue capaz de marcar un gol el Barça: Mateu Lahoz invalidó con acierto la jugada por situación antirreglamentaria del 'guaje Villa' cuando sólo faltaban diez minutos para el final del choque.

Y lo que no dio tiempo a hacer en 80 minutos tampoco se pudo conseguir en 13. El Athletic mantuvo el empate y eso que Piqué a punto estuvo de romperlo en la ocasión más clara del partido a falta de tres minutos del final. El central se sumó al ataque y cazó un centro desde la derecha pero no pudo materializarlo en gol. Respiró Iraizoz, respiró su equipo y Caparrós lo celebró gastando la poca voz que le quedaba.

Cero a cero y todos emplazados a San Mamés para ver si se consuma la revancha de la final copera de 2009 o si se repite el resultado favorable a los culés ya vivido esta temporada en Liga.