Con una oración del siglo XI, 135 cardenales pedirán cantando la intersección del espíritu santo mientras participan de uno de los ritos más mediáticos de la Iglesia. Los teólogos aseguran que cada detalle busca recordar que el proceso, además de electoral, es espiritual.
El procedimiento está pensado para garantizar la estabilidad de una de las instituciones más antiguas del mundo. Los cardenales jurarán en latín guardar silencio ante el juicio final de Miguel Ángel, y como en la época en que se pintó, irán vestidos de rojo para recordar a los mártires.
Entre todos los escándalos que han rodeado a este cónclave, el más sonado ha sido el del cardenal Ángelo Becciu, condenado por malversación y abuso de poder. Becciu gastó unos 350 millones de euros irregularmente en inversiones inmobiliarias en Londres, y en consecuencia Francisco le retiró sus privilegios. Finalmente, y presionado por otros cardenales, Becciu se ha retirado de su participación en la elección de un nuevo papa.
Otro caso es el del exarzobispo de Lima, Juan Luis Cipriani, castigado por Francisco por abusos sexuales. Cipriani ha defendido su inocencia e incluso ha participado en reuniones de los cardenales previas al cónclave. Y uno de los favoritos a ostentar el pontificado, Luis Antonio Tagle, exarzobispo de Manila y presidente de Cáritas, se vio salpicado por la mala gestión y supuestos abusos de poder dentro de la organización. El asunto ha sembrado serías dudas sobres sus capacidades administrativas para dirigir la Iglesia.
En Roma ya está todo listo para el cónclave que debe elegir al nuevo papa. Este martes tienen lugar las últimas reuniones del Colegio Cardenalicio, y mañana comienza la reunión de cardenales en la Capilla Sixtina que debe terminar con la fumata blanca y el consabido habemus papam.
Faltan menos de dos días para que comience el cónclave del que saldrá el nuevo el papa. Todos los cardenales están ya en Roma y muchos llevan días hablando entre ellos antes de encerrarse en la Capilla Sixtina del Vaticano. Por el momento, los cardenales se han reunido 11 veces y les quedan solo dos asambleas antes de decidir el destino del siguiente pontificado. Si bien apuntan a que podría ser un cónclave corto, ninguno de los 133 electores han querido despejar las quinielas. Lo que sí han comentado es que esperan que el próximo pontífice sea cercano a la gente, continuando el legado de Francisco. Será el próximo 7 de mayo cuando, con suerte, podremos despejar las dudas.
Los cardenales apuran las últimas horas de contacto con el mundo antes del cónclave. Los 133 hombres que van a elegir al jefe de una institución de un millón de sacerdotes y monjas, y casi 1.400 millones de católicos, llegan a Roma. La Residencia Santa Marta, donde dormirán, ha tenido que ser ampliada para recibirlos a todos. Hasta los planos de este edificio han sido precintados para despistar a microdrones espía. Esta tarde, jurará confidencialidad todo el personal de apoyo al cónclave, tanto religiosos como laicos. Entre estos, médicos y enfermeros, ascensoristas, el personal de la cantina y de limpieza, los de la floristería y los conductores de los autobuses que trasladarán a los cardenales de Santa Marta a la Capilla Sixtina. El secreto debe guardarse a perpetuidad. Y revelarlo conlleva la misma pena que para los cardenales: la excomunión.
Una vez concluidos los novendiales, los nueve días de luto por el papa Francisco, la Santa Sede sigue meticulosamente el calendario fijado. Este lunes a las 15:00 horas, el reducido grupo de trabajadores que se encerrará junto a los cardenales electores jurará confidencialidad. Son 12: cinco electricistas, cinco fontaneros y dos floristas, garantes de que todo funcione correctamente tanto en la capilla como en las residencias.
Los cardenales seguirán reuniéndose en las congregaciones generales. Ya llevan nueve y este lunes tienen previstas otras dos. Al día siguiente, el martes, habrá mínimo otra. No hay nada escrito sobre cuántos de estos encuentros tienen que celebrar. Esa misma noche, ya instalados en sus alojamientos, compartirán una cena en la Casa Santa Marta.
Esto nos lleva al miércoles, el día que dará comienzo el cónclave. A las 10:00 horas el cardenal Battista Re presidirá la misa 'Pro eligiendo pontífice' en la Basílica de San Pedro, abierta a todos los fieles.
Por la tarde, los cardenales irán en procesión hasta la Capilla Sixtina entonando el Veni Creator. Será el pistoletazo de salida a las 16:30 h. Tras el juramento, el Maestro de Ceremonias Papales proclamará el "extra omnes", todos fuera, y las puertas se cerrarán.
Ya aislados, un último sermón precederá a la primera y única votación del día. Para entonces, todas las miradas estarán puestas en la chimenea, atentas al color de la fumata.
Elena muestra fotografías que guarda con especial cariño en su casa. En ellas aparece Luis Antonio Tagle, el cardenal de origen filipino que podría convertirse en el próximo papa. Fue en octubre de 2017 cuando visitó el pueblo que lleva su apellido.
"Le esperábamos en la capilla de la virgen de Guadalupe y de allí le trajimos a esta iglesia, andando con toda la familia" explica una vecina. Más que una visita oficial, explican, fue un encuentro con su pasado. Sus raíces podrían ser cántabras.
"Después tuvimos una cena con él en Suances y después fueron a Santo Toribio, él y su familia", indica otra vecina.
La parroquia de Tagle expuso una placa conmemorativa y varias fotografías del papable. "Me gustaría que saliese, pero cuando lo he hablado con el sacerdote, me dice que es un cargo muy, muy, muy grande y muy pesado".
Ocho meses después de aquel encuentro, 14 vecinos del municipio fueron a visitarle a Manila. Entre ellos, estaba Ana: "Nos llevan todos los días de paseo, todos los días nos llevaban a un restaurante distinto, es que es una persona muy cercana, muy familiar".
Después de conocerle, afirman que si fuera elegido papa "sería el nova más, me encantaría". El que también fuera arzobispo de Manila, sigue la línea reformista del papa Francisco y es uno de los grandes favoritos en el cónclave del Vaticano.
A unos 80 kilómetros de Roma, llegamos a Viterbo y su palacio papal. Aquí se reunieron, en el siglo XIII, 19 cardenales para eligir un nuevo papa. Pronto se vio que había dos bandos: unos defendían a Francia, otros al Imperio germánico. Incapaces de llegar a un acuerdo, casi dos años después, el gobernador de Viterbo les cerró las puertas.
El Vaticano no ve un papa italiano desde hace casi 50 años y eso que durante mucho tiempo siempre hubo uno al frente de la Iglesia Católica. Cuatro siglos ininterrumpidos hasta que llegó el polaco Juan Pablo II. Ahora algunas quinielas suenan así: Parolin, Pizzaballa, Zuppi, el acento italiano vuelve a estar presente. Además de ser la lengua franca del Vaticano, utilizada en documentos y reuniones. La relación entre Italia y la Iglesia Católica también es única por su cercanía geográfica y social. Tanto que allí han creado incluso un juego para tratar de adivinar quién será el futuro papa y su séquito acumula ya más de 60.000 descargas.
Pietro Parolin es uno de esos nombres, uno de los hombres de confianza de Francisco, sobre todo en asuntos internacionales. Algunos consideran que está alejado de los fieles. Es más moderado que Matteo Zuppi, quien sí goza de popularidad entre los devotos. Es uno de los favoritos en TikTok y partidario de seguir la línea de Francisco, algo que podría perjudicarle en la votación frente a los más conservadores.
Por otro lado está Pierbattista Pizzaballa, al que llaman el experto en Oriente Próximo. Respetado por musulmanes y judíos, es cardenal solo desde 2022, lo que algunos ven como una limitación.
Son los tres italianos más "papables", pero no los únicos: en unos días en la Capilla Sixtina serán 17, la nacionalidad más representada entre los cardenales electores.