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Continúa creciendo el número de personas desplazadas por el conflicto. Según estimaciones de Naciones Unidas, más de dos millones y medio de ucanianos han huido del país, en su mayoría mujeres y menores de edad. Polonia es el principal país de acogida. Allí, en la ciudad de Lublin, hay acogidas 15 familias ucranianas que tienen en común un niño con una enfermedad crónica o terminal. Estos pequeños sienten el estado de preocupación y nerviosismo que tienen sus padres por la guerra. Acción Humanitaria Polaca está resistiendo una presión importante y reconocen que nunca esperaron que tendrían que ayudar de esa forma en su país.

Informan Isabel Jiménez y Fernando Torrico, enviados especiales

En la frontera de Medyka, miles de refugiados siguen llegando y ya son más de dos millones y medio los que han escapado de Ucrania. Allí esperan en los campamentos a ser trasladados a lugares más cómodos, acompañados de la comida y bebida caliente que no dejan de salir. Ahora mismo cualquier espacio se convierte en un refugio, un ejemplo de ello es el centro comercial que ha adaptado sus locales para colocar camas de campaña. Anna, refugiada ucraniana, denuncia que no se están respetando los corredores humanitarios y que la región de Kiev está sumida en una catástrofe. Ella, junto a otros compatriotas, está ahora en un autobús destino Valencia con la ONG "Juntos por la vida".

Enviados especiales de RNE Isabel Jiménez y Fernando Torrico.

Los niños tienen una capacidad de adaptación mayor que el de los adultos. También en la guerra. En la frontera polaca, miles de niños recién llegados buscan sus momentos de juego. Les ayudan monitoras como Avelina, que nos cuenta que atiende a los niños y, al mismo tiempo, ofrece un pequeño respiro a sus madres, afectadas y agotadas por todo lo que está pasando. Una historia que nos cuentan los enviados especiales de RNE a la frontera polaca, Isabel Jiménez y Fernando Torrico, en la asistencia técnica.

El Tribunal Constitucional polaco ha dictaminado que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos no puede cuestionar el nombramiento de jueces en el país. La justicia polaca reclama una autonomía que entra en colisión con el convenio europeo de derechos humanos. Este tipo de choques con Bruselas también se han producido en materia de migraciones, cambio climático o los derechos del colectivo LGTBIQ+.

Informa Víctor Paredes.

Más de 2.300.000 personas han huído ya de Ucrania. Las temperaturas bajo cero dificultan su situación. En el puesto fronterizo de Kroscienko, cerca de Eslovaquia, lo que más se cotiza son la comida y la bebida calientes y la leña. Los refugiados apenas abandonan las tiendas de campaña, a no ser que llegue su turno para coger un transporte y salir de allí.

Aisa viaja con cuatro amigas. Dos de ellas, ya huyeron hace dos años de Donetsk. Después de casi dos semanas en un sótano, cogieron las maletas al ver como un bombardeo rozaba su casa en Járkiv. Dice que han salido gracias a "gente buena", que les ha prestado sus casas y les ha llevado hasta la frontera.

Inna vivía a las afueras de Kiev y cuenta que pasó cinco días bajando y subiendo del refugio. Su abuela tiene 83 años y necesitaba, dice, 12 minutos para poder llegar hasta allí. Al salir de Ucrania, respiran un poco mejor, pero la preocupación no desaparece. Muchos, como la abuela de Inna, han quedado atrás.

Enviados especiales Isabel Jiménez y Fernando Torrico.

La frontera con Polonia se mantiene en temperaturas bajo cero, con tres grados en negativo y una sensación térmica de menos 10. Hasta allí siguen llegando familias tratando de buscar algo de calor entre las hogueras y las carpas instaladas. Victoria, quien ha llegado con su madre y su hermano, nos cuenta cómo el 23 de febrero estaba yendo a la universidad y el 24 se vio convertida en una refugiada. Tras 15 horas de viaje en tren, de pie, pudieron llegar desde Kiev hasta Lviv, pero tuvieron que dejar atrás a sus abuelos debido a las limitaciones de movilidad que sufren. Ahora, van camino de una nueva vida, como otros muchos ucranianos.

Enviados especiales Isabel Jiménez y Fernando Torrico.

Victoria es una joven de 18 años de Kiev. Hace dos semanas tuvo que escapar con su madre y su hermano. "Mi madre me despertó y me dijo: Ha empezado la guerra, tenemos que irnos". A Victoria aún le cuesta creer que lo que ha pasado sea cierto. Ha tenido que dejar atrás a sus abuelos, enfermos: "No pudimos esperarlos". En unos días viajarán a Ciudad Real. Allí los esperan la familia que, en 2017, acogió a Victoria durante un verano. Informa la enviada especial de RNE a la frontera, Isabel Jiménez, con la asistencia técnica de David Velasco. 

En el paso de Medyka no ha dejado de nevar y por todas partes hay fogatas, estufas y brasas para que todos los refugiados ucranianos puedan calentarse. Un estudiante jordano nos cuenta que la intervención de su embajada ha sido decisiva para que él y otros compañeros pudiesen de salir del país en autobús. En este paso fronterizo también hay luz y música, David ha arrastrado un piano entre un montón de bolsas de ropa y ha empezado a tocar: “Quiero dar música para que la gente pueda sentir que la guerra queda atrás, que están en Europa y que están seguros”.

Informan Isabel Jiménez y Fernando Torrico, enviados especiales de RNE en la frontera polaca

Los refugiados que se ven forzados a abandonar Ucrania se enfrentan al duro reto de llegar a un país que no es el suyo dejando a sus familias atrás. Llegan agotados y sin saber qué les espera. Ante esta dura situación, en la frontera polaca se les ofrece ayuda psicológica y con los trámites del permiso de residencia.

La frontera con Polonia sigue siendo la principal vía de escape de los ucranianos. Llegan hasta aquí después de varios días de viaje huyendo de la guerra. Y vienen familias enteras, arrastrando maletas y bultos. Exhaustos y aún con el miedo en el cuerpo. Aguardan hasta quince horas en colas interminables para cruzar la frontera y estar a salvo. Muchos han dejado atrás ciudades bombardeadas y devastadas.

Rubén es un voluntario que vino de Galicia a traer ayuda humanitaria en un camión. Pero al ver la situación, consultó al ayuntamiento de su pueblo y ahora ha ofrecido refugio allí a varias familias, entre ellas a una mujer enferma de cáncer. Foto: Wojtek RADWANSKI / AFP

En la estación de ferrocarriles de Leópolis, a setenta kilómetros de la frontera oeste de Ucrania, la salida periódica de trenes no descongestiona las largas colas de personas que tratan de salir del país, mayoritariamente hacia Polonia. Cientos de personas -entre las que hay niños, ancianos e incluso mascotas- llevan horas a la espera de coger un tren. Sin embargo, Leópolis también es una estación de destino para las personas que huyen de otras zonas del país. De hecho, hoy se esperaba la llegada de un tren procedente de Sumy, el único corredor humanitario que ha funcionado con fluidez hasta ahora y que ha logrado la salida de al menos 5.000 refugiados. La tardanza se debe, al parecer, a que Ucrania está trazando nuevos recorrdos para evitar los bombardeos rusos.

Enviados especiales de RNE, Mónica Cartes y David Velasco.

En estos días han entrado en la Unión Europea más refugiados que todos los que llegaron en la crisis de 2015 y 2016 a raíz de la guerra de Siria. Ya son dos millones las personas que han huido de Ucrania por los ataques y la mitad han entrado por Polonia. Muchos de los ucranianos son acogidos en colegios convertidos en refugios improvisados, donde los alumnos se vuelcan con ellos.