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La crisis del coronavirus va a provocar que el estado tenga que gastar más en medidas sociales e ingresar mucho menos de lo que preveía a principios de año debido a la caída de la recaudación, así que España se va a ver obligada a pedir en los mercados cuatro veces más de lo que pensaba hace unos meses. El Tesoro prevé una emisión de deuda anual de 130.000 millones de euros netos, 100.000 millones más de lo que calculaba hace unos meses y 20.000 millones más que en 2009, en lo peor de la crisis financiera. El grueso lo va a buscar en los mercados y otra parte, en torno al 11%, podrían llegar a través del instrumento que ha puesto en marcha Bruselas para financiar los ERTE. Informa Cristina Ganuza.

Bruselas cree que no es momento de ponerse estrictos con la deuda, justo cuando el mundo trata de recuperarse de la pandemia de la COVID-19. La Comisión Europea recomienda priorizar la inversión en salud pública y en la protección del empleo, pero advierte que, cuando las situaciones lo permitan, España debe adoptar políticas fiscales para tener una situación fiscal solvente a medio plazo y asegurar la sostenibilidad de la deuda. [Coronavirus: última hora en directo]

También resalta que con la crisis aumentará la pobreza y la desigualdad y que los nuevos desempleados son sobre todo trabajadores temporales. Por eso, reclama medidas para preservar el empleo, robustecer los sistemas de protección social y dar liquidez a empresas y autónomos.

En Todo Noticias Tarde, Esther Ferrero conversa con el catedrático de Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid, José Luis Villacañas.

Bajo el paraguas de la renta básica y desde el punto de vista de la teoría política, Villacañas explica varios elementos que rodean al concepto: las gotas de lluvia que componen el espacio europeo donde aplicarla, cómo imaginar nuevas formas, nuevos paraguas o, en definitiva, nuevas "estructuras de solidaridad".

La renta básica se ha colado en el debate público, con más fueza, desde que arrecia la pandemia. En opinión del catedrático es "completamente necesaria" ya que "si el Estado no atiende estas dimensiones de solidaridad, otras instancias, legales o ilegales, atenderán las necesidades urgentes de una buena parte de la población". Esta idea, que pretende desarrollar la solidaridad es para Villacañas, desde la teoría política, una demostración de que "el republicanismo y las estructuras de solidaridad van permanentemente vinculadas y unidas".

En el contexto actual de crisis por el coronavirus, y por tanto crisis europea, "es necesario implicar a la UE, y se están dando los pasos aunque tímidos. Necesitamos sindicar la deuda para darnos tiempo para poder seguir estando juntos" ha afirmado. De llevarse a cabo, serviría para profundizar aún más en "la reforma de los tratados para llevar adelante una mínima ordenación fiscal" argumenta Villacañas, ya que el filosofo considera que "Europa no puede tener una dimensión soberana de la vida como la moneda única sin tener la otra clave de la soberanía que es la fiscalidad común".

Por eso, Villacañas al contrario que John Grayno cree que la globalización se haya terminado: "No vamos a un mundo de pequeños estados, vamos a un mundo de grandes espacios, y esos tienen tal capacidad de presión que Europa no puede ofrecer resistencia desde el pequeño leviatán". Para desarrollarlo es necesario "llevar adelante una política que matice la globalización, pero no la desequilibre". Frente a toda esta situación el catedrático cree que la brújula actual debe ser revisada: "No podemos mantener las coordenadas del neoliberalismo, ni la premisa de que la economía es la esfera absoluta de la vida, pero tampoco rechazar completamente la racionalidad económica".

Una suerte de equilibrio, por tanto, como propuesta para enseñar a la generación que en estos momentos "es la más golpeada por los errores que han cometido las generaciones mayores": Villacañas nos ofrece como punto de enseñanza "mentalidades abiertas, flexibles, negociadoras y cooperativas que no estén asentadas ni en dogmas ni en unilateralidades" ha enumerado.

Argentina lleva cuatro semanas en cuarentena obligatoria, pero llega a esta emergencia sanitaria con otra emergencia, la económica. El país lleva dos años en recesión y con una deuda externa que no puede pagar. El Gobierno ha presentado a los acreedores privados su propuesta para reestructurar la deuda, unos 66.000 millones de dólares. Ha planteado dejar de pagar el 62% de los intereses y una quita del 5,4% del capital, lo que en la práctica supone dejar de bonar 41.500 millones de dólares.

En declaraciones a Radio Nacional, el ministro de Exteriores italiano Luigi Di Maio ha explicado que "España juega un papel importantísimo en el futuro económico de Europa" y que la unión de ambos pueblos será fundamental para la negociación de los bonos de deuda compartida, algo que dice que no es para que otros países le paguen su factura, sino para poder establecer las condiciones de mercado que permitan a los países más castigados por el coronavirus gastar el dinero que requieran sus pueblos.  "La solidaridad es la palabra clave para vencer", ha sentenciado Di Maio, que ha aceptado las disculpas de la presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen, a las que ha calificado como "un acto de verdad que hace bien a todos".

Tras 16 horas de reunión y la noche sin dormir, el presidente del Eurogrupo, Mario Centeno, ha anunciado que suspende la reunión en la que no se ha alcanzado un acuerdo. Mañana los ministos de finanzas de la Unión Europea volverán a reunirse por videoconferencia. En Las mañanas de RNE analizamos la situación actual conFederico Steinberg, investigador principal de Economía y Comercio Internacional del Real Instituto Elcano.

¿Por qué cuesta tanto alcanzar un acuerdo sobre una materia tan importante y urgente como la crisis de laCOVID-19? "Estamos negociando una de las cuestiones, desde el punto de vista de la solidaridad y de compartir riesgos, que hemos negociado en la historia de la Unión Europea. Eso no es sencillo" cuenta Steinberg. "Los países del norte tienen una visión menos solidaria y los países del sur, ante este shock inédito del que no son culpables, exigen que la UE de respuestas y exige que los países más ricos y los que se financian más barato, compartan con los demás su potencial económico" explica. ¿La tensión que se vivió en 2008 con la gran recesión aún no se han superado?. "Esa tensión nunca se va a resolver hasta que no creemos los Estados Unidos de Europa [...] Se trata de que entendamos que todos juntos podemos avanzar mejor y enfrentarnos a los riesgos". Steinberg cree que se está hablando en términos en los que no se hablaron durante la crisis anterior: de préstamos sin condicionalidad y eliminar la Troika, o incluso lo que plantean Francia, Italia o España, de crear mecanismos de financiación conjunta. Durante la otra crisis, ante la negativa de los países del norte no se habló de estos elementos. ¿Se ve viable la posición del Plan Marshall para la reconstrucción una vez se haya frenado la crisis sanitaria? "Llamarlo Plan Marshall no es lo más adecuado. Vamos a tener que darnos un gran plan de estímulo a nosotros mismos. Yo lo llamaría el Plan Monet o el Plan de Renacimiento Europeo. Esa es una reflexión que tenemos que hacer cuando salgamos de los gastos inmediatos". ¿Nuestros socios europeos son conscientes de las consecuencias sociales y económicas que va a tener una crisis como esta? "Muchos países del norte todavía, porque la pandemia no ha llegado todavía con la dureza con la que va a llegar, están en una fase de negación. El riesgo principal es que, si no hay una respuesta coordinada, muchos ciudadanos de la UE no ha servido para nada, cosa que no es cierta. Esto podría poner en peligro el propio mercado interior, que es una fuente de riqueza para países como Holanda o Alemania, que no deberían jugar con fuego"