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Ansiedad, autolesiones y adicción digital: el retrato más duro de la nueva juventud hiperconectada en 'Generación Click'

  • El uso abusivo de móviles y redes dispara la ansiedad, la depresión y las autolesiones entre los adolescentes
  • No te pierdas Generación Click, la serie documental en torno a las consecuencias que provoca el abuso de móviles en adolescentes
Generación click - Episodio 1 - Generación fármacos
RTVE Play

Generación Click desvela las graves consecuencias que provoca el abuso de móviles y redes sociales en los adolescentes: ansiedad, depresión, trastornos alimenticios, obsesión por la cirugía estética, fracaso escolar e, incluso, el suicidio. La nueva serie documental de RTVE Play es más que un documental, es un retrato incómodo de una juventud atrapada entre la hiperconexión digital y el vacío emocional. A través de testimonios de adolescentes, familias y profesionales, Generación Click desnuda una realidad cada vez más evidente: las pantallas, concebidas como entretenimiento y comunicación, se han convertido en detonantes de ansiedad, depresión, autolesiones y adicciones que afectan a miles de jóvenes en España y en el mundo.

En el primer episodio, "Las pantallas deshumanizan", el documental expone cómo el uso abusivo del móvil, las redes sociales y los videojuegos ha sustituido funciones básicas de la experiencia humana. Los adolescentes relatan que ya no saben aburrirse sin mirar una pantalla, que su estado de ánimo depende de los likes o que son capaces de pasar hasta dieciocho horas seguidas jugando. Los expertos advierten que este exceso anestesia las emociones, impide desarrollar tolerancia a la frustración y debilita la capacidad de socializar cara a cara. El resultado es una generación hiperestimulada que encuentra refugio en la dopamina instantánea de las pantallas, pero que, paradójicamente, se siente más sola, vulnerable y desconectada del mundo real.

Iker, uno de los protagonistas de 'Generación Click'

Iker, uno de los protagonistas de 'Generación Click'

El 70% de los adolescentes hace un uso abusivo de las pantallas

No sé vivir sin el móvil, básicamente no sé hacer nada”, confiesa Dani, de 14 años. Paula, de 11, lo resume con crudeza: “No tiene sentido la vida sin móvil. ¿Qué haríamos?”. Y Jorge, padre de Yara, de 15 años, se lamenta: “El tiempo libre que tiene lo dedica al móvil. No hay más”. Según los estudios citados en el documental, solo un 30% de los jóvenes utiliza las pantallas de manera racional, mientras que el resto ha convertido la tecnología en un centro vital. De hecho, se estima que al cumplir los 18 años, un adolescente habrá pasado frente a pantallas el equivalente a 30 años lectivos.

Bihotz, protagonista del documental 'Generación Click'

Bihotz, protagonista del documental 'Generación Click'

El problema, advierten los expertos, nace en la infancia: cuando a los niños se les entrega una pantalla para evitar el aburrimiento, se les arrebata la oportunidad de pensar, imaginar o aprender a gestionar la frustración. Así, la pantalla funciona como un anestésico emocional que a corto plazo entretiene, pero a largo plazo incrementa la vulnerabilidad psicológica. La consecuencia es visible: un pico histórico de consultas por trastornos emocionales y conductuales, un 40% de adolescentes con síntomas ansioso-depresivos y uno de cada cinco medicados con psicofármacos.

Las autolesiones han incrementado un 592% en los últimos 5 años

El impacto más grave se refleja en las autolesiones: el 20% de los jóvenes admite haberse herido alguna vez, con un aumento del 592% en solo cinco años. Como advierte Benjamín Ballesteros, director técnico de la Fundación ANAR, las autolesiones son usadas como “una solución temporal que genera un alivio”, pero el incremento sostenido demuestra que “estamos llegando tarde, y tenemos que reaccionar”.

Entre los testimonios más duros del documental está el de Cristina, de 17 años, quien empezó a autolesionarse hace cinco años. “El hecho de existir las redes sociales ha hecho que fuese mucho más extremo”, confiesa. Desde pequeña arrastraba inseguridades con su cuerpo y, al entrar en Instagram, encontró cientos de cuentas donde podía ver a otras personas autolesionándose. “Al principio me dio impresión, pero luego lo hice yo y pensé que no era para tanto”, relata. Para ella, cortarse se convirtió en una forma de silenciar el malestar: “Autolesionarme era una manera de calmar las voces de mi cabeza. Notaba el dolor físico, pero no el mental ni el emocional”.

Fragmento del capítulo en el que se habla sobre las autolesiones

Fragmento del capítulo en el que se habla sobre las autolesiones

El caso de Amanda, de 16 años, muestra hasta qué punto estas prácticas pueden esconderse. Su padre, José Antonio, decidió revisar el teléfono de su hija y descubrió una aplicación en la que hablaba con un grupo sobre autolesiones. Poco después comprobó que Amanda llevaba cicatrices en los brazos que nunca había visto. La adolescente lo cuenta con sencillez: “Empecé a autolesionarme porque estaba mal conmigo misma. No quería ir a clase ni salir de casa. Sufrí mucho el rechazo de mis compañeros, no encajaba, y buscaba calmar esas emociones. Tenía 13 años y he estado autolesionándome hasta hace prácticamente nada”.

Expertas consultadas en el documental subrayan que no se trata de un gesto banal. Nuria Barot, socioterapeuta, advierte que los padres deben entender que “no es un capricho cortarse, es que algo está pasando”. En la misma línea, Loreto Brotóns, psiquiatra infanto-juvenil, explica que las autolesiones son un mecanismo para “apagar el sufrimiento psíquico”: los cerebros adolescentes “bullen de emociones negativas y necesitan calmarlas con algo lo suficientemente potente y doloroso como un corte”.

Amanda, junto a sus padres, aborda la presencia de contenidos perjudiciales en redes sociales

Amanda, junto a sus padres, aborda la presencia de contenidos perjudiciales en redes sociales

Las comparaciones y la autoestima

El documental muestra cómo las redes sociales han convertido la vida cotidiana en un escaparate constante, donde los adolescentes se comparan no solo con sus compañeros de clase, sino con influencers de todo el mundo. Esa comparación permanente deteriora el autoconcepto y genera una presión imposible de sostener. Además, la propia dinámica de los algoritmos potencia este efecto: cuanto más contenido consumen, más se les muestra, atrapándolos en una espiral de frustración. El resultado es que la autoestima se mide en seguidores y likes, y muchos jóvenes sienten que, si no están en redes, no existen: “Si no estás en redes, no eres nadie”, resume con crudeza una de las voces del documental.

Algunas de las protagonistas de 'Generación Click'

Algunas de las protagonistas de 'Generación Click'

Otro de los ejes del documental es la necesidad de marcar límites claros en el acceso y uso de las pantallas. Se recogen recomendaciones médicas que apuntan a que los niños menores de seis años no deberían tener contacto con pantallas —incluida la televisión— y que en la adolescencia el consumo no debería superar la media hora diaria. La realidad, sin embargo, está muy lejos: en España, menores de seis años pasan ya cerca de tres horas frente a pantallas, y los adolescentes superan las ocho. “Estamos lejísimos de los objetivos reales”, señalan los especialistas.

La serie documental también interpela de forma directa a las familias: no basta con alegar desconocimiento tecnológico, porque la responsabilidad de supervisar y educar recae en los padres. “Los padres son responsables”, se repite con firmeza. Más allá del ámbito doméstico, el documental reclama una mayor intervención del Estado, recordando que hay países europeos que ya han legislado para restringir el acceso temprano y regular el tiempo de exposición.