La emotiva despedida de Isabel en Valle Salvaje: el aya de los Salcedo de la Cruz se marcha
- Amadeo planta un beso a Isabel tras descubrir toda la verdad
- Disfruta de todos los capítulos de Valle Salvaje, en La 1 y RTVE Play
Siempre ha estado con ellos. De hecho, Pedrito no conoce otra madre que no sea Isabel, su aya, y que anteriormente lo fue también de Adriana y Bárbara. Tras toda una vida con ellos, la mujer traicionaba los hermanos Salcedo de la Cruz asesinando a su padre y firmando el documento que permitía el casamiento de Adriana con Julio. Todo un plan perfectamente orquestado por Victoria. Isabel no tuvo nada que hacer, solo obedecer ante las órdenes de la actual duquesa de Valle Salvaje. Y así fue como Isabel llegó junto a los tres hermanos. Claro que, matar a don Evaristo siempre le ha perseguido en sus recuerdos, y es el motivo por el que se ha despedido del valle.
Una emotiva despedida primero de los dos más pequeños, después de Amadeo, para finalizar con su niña, su Adriana. ¿Te has perdido los momentos? ¡Te contamos cómo han sido!
Isabel se despide de Bárbara y Pedrito
Isabel disfruta de un momento de intimidad con Bárbara y Pedrito, permitiéndole al más pequeño comer las garrapiñadas que quiera. Sin embargo, la mediana de los Salcedo de la Cruz se da cuenta que su aya no se encuentra bien, algo que la gobernanta de la Casa Grande achaca a la añoranza de no estar con ellos como antes. Emocionada le dice al más pequeño que todavía es su "niño", y por eso motivo quiere pedirle algo: "Quiero que me prometas que nunca dejarás solas a tus hermanas, y que las protegerás siempre, porque dentro de poco tú serás el señor de los Salcedo de la Cruz". Algo que el jovencito le dice que no hace falta prometer porque lo va a hacer aunque no se lo hubiera pedido.
Isabel no puede contener las lágrimas ante la mirada de Pedrito y Bárbara, sorprendidos por la reacción de su aya que, realmente, se estaba despidiendo de ellos sin que lo supieran.
El beso de Isabel a Amadeo
Amadeo se encuentra con Isabel, y le pregunta por Francisco. El hombre tiene prisa, pero la gobernanta le retiene para hacerle una pregunta: "¿Está usted satisfecho con la vida?". Con el corazón en la mano, el ayudante de cocinas le dice que no tiene ni idea, que no se ha parado a pensarlo nunca, pero termina respondiéndole: "Le puedo asegurar que, volviendo la vista al pasado, no hay nada de lo que me avergüence".
Isabel da la gracias a un Amadeo que se preocupa por ella: "Mi vida, no soporto pensar en ella, en lo que me he convertido, en una miserable", le responde la gobernanta, algo que el hombre niega rotundamente: "Jamás conocí a una mujer como usted. Es extraordinaria y la siento ya como parte de mi familia". Isabel insiste en que no es buena persona, y que no quiere obedecer órdenes que van en contra de ella, ni estar al lado de quien le recuerda sus peores momentos. "Necesito acabar. Necesito quitarme esta soga del cuello", le dice.
Antes estas palabras, Amadeo se pregunta si no tiene la intención de marcharse, algo que Isabel le confirma: "Voy a echar de menos a su familia, pero sobre todo a usted". Y para sorpresa de todos, Isabel besa a Amadeo, un beso que es correspondido y devuelto por el ayudante de las cocinas de la Casa Grande.
Isabel se marcha de Valle Salvaje
Adriana e Isabel hablan sobre el bebé de la joven. "No quiero ni pensar lo que será tenerle en brazos", dice el aya, pero la Salcedo de la Cruz tranquiliza a la mujer: "Tú también podrás cogerlo en brazos, así que sabrás cómo es". Pero Isabel sabe que no podrá hacerlo.
Sin embargo, la gobernanta cambia de tema, preguntado a Adriana sobre Bárbara cómo ve a su hermana: "Pasan los días y ahí sigue marchitándose". Por eso, Isabel insiste a la joven en que, a pesar de que ahora ella tenga sus preocupaciones, sus hermanos nunca dejen de ser prioridad. Adriana le dice que habla como si no fuera a estar para ello, y como puede, Isabel ajusta su respuesta a que Bárbara no le cuenta nada. "Te prometo que siempre estaré para ella", le dice.
Antes de marchar, Adriana se da cuenta de la tristeza de su aya, y le pide que en vez de preocuparse tanto por los demás lo haga por ella misma. Isabel le resta importancia, pero no puede evitar emocionarse cuando la joven le dice: "Te quiero". La conversación termina con un abrazo que sin Adriana saberlo, sería el último que diera a la mujer que la ha criado.
Isabel aprovecha que Adriana abandona la alcoba para dejarle una misiva en su mesilla, una despida por escrito para después recorrer los pasillos y la escalinata de la Casa Grande, despidiéndose así de Valle Salvaje. Hasta pronto Isabel.
Valle Salvaje