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Toda la luz de Sevilla está en la nueva novela de Inma Aguilera

  • Tras el éxito de La dama de La Cartuja, Inma Aguilera publica una segunda entrega de esta saga histórica
  • En La pintora de la luz, Trinidad vive en Inglaterra, pero recibe una carta que la invita a volver a Sevilla
Página Dos - Inma Aguilera escribe sobre la Sevilla de principios del siglo XX
Marta Dominguez | Página Dos

La Sevilla de finales del XIX y principios del XX es un periodo histórico que siempre fascinó a Inma Aguilera (Málaga, 1991). Con La dama de La Cartuja (Ediciones B) se adentró en el género de la novela histórica. En ella el lector conocía a Trinidad y a una estirpe de alfareras del barrio de Triana ligadas a La Cartuja, la prestigiosa fábrica de cerámica y loza fina fundada en 1841. Que existe en la realidad, y sigue hoy supliendo a casas reales, convertida ya en uno de los símbolos estéticos de la ciudad de Sevilla.

"La Dama de la Cartuja", Inma Aguilera

Aguilera se enamoró de aquellos personajes, igual que los lectores que convirtieron la novela en un éxito comercial, así que los ha rescatado en esta segunda parte, La pintora de la luz (Ediciones B). En esta ocasión la trama se desarrolla en 1911. Trinidad, la protagonista de la saga, había viajado a Sevilla en la anterior novela para descubrir la historia de su familia, ligada a las míticas vajillas. Ha vuelto a Inglaterra y está volcada en su labor de ceramista. Una carta de la marquesa de Pickman, dueña de la fábrica, altera su ansiada tranquilidad.

La propuesta que la marquesa hace a Trinidad suena irresistible para cualquier artista: participar en la construcción de la plaza de España, donde deberá trabajar mano a mano con el ambicioso arquitecto Aníbal González. En el proyecto constan unos asientos que luego se materializarán como los bancos provinciales, uno por cada provincia española, cada uno de ellos con un mural de azulejos que recrea una escena histórica relevante del lugar. También en los puentes de los cuatro reinos (Castilla, León, Aragón y Navarra) encontramos cerámica, además de en las espectaculares balaustradas.

Del Real Alcázar a Triana

Los secretos familiares, el misterio de las intenciones ocultas, el amor y el bello arte de la alfarería articulan la historia de La pintora de la luz. También aparecen los fuertes contrastes sociales de la Sevilla de principios de siglo XX, con clases muy acomodadas cruzándose con familias muy humildes en los actos públicos como la Semana Santa.

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Las aristocráticas fiestas en el palacio del Real Alcázar y la vida en los talleres de Triana dividen a Trinidad en dos, como atestigua el primer capítulo en el que Inma Aguilera introduce a los protagonistas: «María de las Cuevas Pickman era una noble; en cambio, aunque Trinidad vistiese prendas dignas de las señoritas más distinguidas y perteneciese a la burguesía británica, estaba ligada a la clase trabajadora, por lo que podía moverse entre los distintos estratos de la sociedad como estimara más oportuno».

Trinidad un afán por descubrir lo que no ven los demás

La entrevista con 'Página Dos' transcurre en el escenario principal de la novela: la icónica plaza de España de Sevilla, construida entre 1914 y 1929. La virtuosidad con la que se construyó el monumento se trenza con el trabajo perfeccionista de Trinidad, la protagonista, que no descansa hasta obtener el mejor resultado en su técnica. «Ella tiene muchas inquietudes, y un afán por descubrir lo que no ven los demás», cuenta Inma Aguilera. «Tiene un don, un genio creativo fuera de lo habitual, y no es complaciente ni se pone límites», añade.

En la obra hay ficción pero aparecen un gran número de referencias y personas que existieron en realidad, como el ceramista José Gestoso, que alaba la habilidad y sutileza de Trinidad con el color, además del ya mencionado arquitecto Aníbal González, que supo rodearse de maestros para elaborar los detalles cerámicos de la plaza, como Pedro Navia, Manuel Soto o Manuel García-Montalván.