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Mi mascota es un primate: las consecuencias devastadoras de la humanización de estos animales

  • La humanización es una tendencia innata del ser humano, tratar a los animales en clave de comportamiento humano

Los primates criados entre humanos pueden padecer hasta 9 enfermedades mentales y acarrear problemas sociales

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El escarabajo verde - Avance '¡Qué monos!'

Víctor vivió durante veinticuatro años en Francia junto a una pareja que lo trataba como a un miembro más de la familia. Tenía su propia habitación, comía en la mesa con ellos y el día de su cumpleaños gozaba de una fiesta en su honor. Victor es un chimpancé que, como muchos otros primates - sobre todo macacos de berbería, monos titís y capuchinos - ha crecido y vivido entre humanos.

A los seis años, cuando afloró su naturaleza salvaje, fue encerrado en una jaula en el jardín. Allí pasó los siguientes dieciocho años, hasta que fue trasladado Fundación Mona, una entidad sin ánimo de lucro que se dedica a rescatar y rehabilitar primates que han sido mascotas, víctimas del tráfico ilegal o utilizadas para espectáculos.

Fundación Mona

Fundación Mona RTVE

Primates pero no humanos

Pero, ¿qué nos empuja a tratar a animales salvajes como si fueran humanos? El etólogo Jaume Fatjó utiliza el término “antropomorfismo” - también conocido como humanización-. Se trata de una tendencia innata del ser humano que nos hace entender el comportamiento de los animales en clave de comportamiento humano. Algo que se acentúa con aquellos animales con los que tenemos una semejanza física o conductual, como es el caso de los primates.

Jaume Fatjó, etólogo

Jaume Fatjó, etólogo RTVE

Tal y como afirma Fatjó, el antropomorfismo tiene una parte positiva: que “seamos capaces de reconocer su capacidad para sufrir, su capacidad para sentir o su capacidad para tener necesidades (....) que se traduce en un mayor interés para proteger a los animales”.

Sin embargo, según el experto, también conlleva consecuencias negativas cuando esta humanización se lleva al extremo y se ignora su pasado evolutivo y las características propias de su especie. De esta manera, caemos en ignorar sus necesidades como animal salvaje y podemos pensar que son las mismas que las nuestras.

La visión sesgada de los primates como los perfectos compañeros de viaje se ha visto acentuada por su representación humanizada en la cultura popular. Hace no muchos años veíamos al primate Aurelio contento por tener más megas para su página de internet en un anuncio de la compañía telefónica TeleLine; o a Félix Rodríguez de la Fuente charlando y compartiendo mesa en restaurante con un primate en uno de los episodios del programa de divulgación científica Planeta Azul de TVE.

Y aunque ahora la utilización de estos animales en televisión y espectáculos ha disminuido y ver a Tonito, el Chimpancé Civilizado, fumando un cigarrillo en prime time podría llegar a escandalizar a cualquiera, nos encontramos con otro problema: las redes sociales. Basta con abrir aplicaciones como Instagram o Tik Tok, para ver a primates convertidos en mascotas comportándose como humanos. Es el caso de cuentas como @limbanizwf o @neeycepeda.

Animales salvajes y sociales

Pero, ¿es un primate una mascota apta? Cristina Valsera, bióloga y trabajadora de la Fundación Mona es contundente con su respuesta: “la peor mascota que puedes tener es un primate, porque son animales superinteligentes, con vínculos sociales complejos y en una casa humana nunca les vas a poder dar un mínimo para asegurar su bienestar.

Entonces, lo que les pasa a estos primates mascota es que cuando son bebés son muy `cuquis’ y hacen mucha gracia, pero enseguida empieza a salir su naturaleza de primate, y la vida en una casa humana les va a dejar problemas que van a acarrear durante el resto de sus vidas”.

Cristina Valsera, bióloga y trabajadora de la Fundación Mona

Cristina Valsera, bióloga y trabajadora de la Fundación Mona RTVE

En este sentido, un estudio pionero publicado por la revista científica Journal of Veterinary Behaviour analizó el comportamiento de 23 chimpancés que habían sido mascotas o habían participado en espectáculos o en programas de televisión o de YouTube. La investigación reveló que los chimpancés criados en cautividad pueden padecer hasta nueve enfermedades mentales, entre las que se incluyen la ansiedad, la depresión o el estrés postraumático.

Pero eso no es todo. Valera afirma que una de las mayores carencias de los chimpancés que han sido apartados de su hábitat natural para vivir entre humanos ha sido su desarrollo social. Cuando llegan a la Fundación Mona, muchos de ellos no conocen los rangos sociales, no saben cómo apaciguar a un compañero después de una pelea o, directamente, no construyen vínculos sociales. Esto se debe, en gran parte, a que han sido prematuramente apartados de su madre y no han podido aprender a practicar el grooming - o acicalado social -. Se trata de la principal herramienta que tienen los chimpancés para crear vínculos con otros individuos de su especie. “Son individuos que a lo mejor se arrancan el pelo o le arrancan el pelo a los demás, o hacen daño, o simplemente no saben que cuentan con esta herramienta básica para poder hacer las paces”, sentencia Valera.

Víctor ahora vive junto a otros chimpancés en la Fundación Mona, donde pasará el resto de su vida. Poco a poco ha podido integrarse en un grupo y desarrollarse como chimpancé en unas instalaciones que simulan su hábitat natural. Sin embargo, si algún día lo visitamos lo encontraremos abrazado a su manta, a la que acude en momentos de tensión, ansiedad o estrés. Un símbolo de que la mancha humana los marca para siempre.