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'Caminos del flamenco'

Así es Soleá Morente, la 'oveja alternativa' de su familia de artistas

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Soleá Morente, la hermana mediana
Soleá Morente, la hermana mediana

Soleá Morente nació en Madrid, se crió en Granada y creció rodeada de flamenco. Hija mediana de Enrique Morente, hermana de Estrella y Kiki, el cante, el baile y la música corren por sus venas. Estudió Filología Hispánica para poder convertirse en artista: su padre es uno de los más grandes de nuestro país, un revolucionario del flamenco, pero no la ayudaría hasta que ella se sacase una carrera. "Primero estudia una carrera y luego yo te hago un disco", cuenta siempre en entrevistas que le dijo.

La muerte de Enrique Morente, ingresado por un cáncer de esófago, dejó huérfana a Soleá y frustró el debut en solitario que estaban preparando juntos. Ella se refugió en el homenaje a su padre que preparaba el conjunto musical Los Evangelistas, un grupo que juntó a miembros de Los Planetas y Lagartija Rock, referentes del indie granadino y nacional. Jota, de Los Planetas, se encontraba experimentando con Enrique Morente en el momento de su muerte. Era uno de los muchos proyectos abiertos que siempre compaginaba el artista granaíno sin que su hija le siguiese la pista. Cuando Morente faltó, el proyecto se transformó en un homenaje a su herencia. Y esta música encontró la voz de Soleá: participó como cantante en dos canciones de este primer álbum y como vocalista principal en todos los temas del segundo álbum del conjunto. Pasado el homenaje y el duelo, ya estaba lista para despegar.

Soleá y Enrique Morente

Soleá y Enrique Morente Carlos Saura

A qué suena Soleá

Soleá retomó en 2014 el proyecto de su disco debut del que un año después nacería su primer disco en solitario: Tendrá que haber un camino. Un disco arraigado en el flamenco pero que crece sobre las bases del mestizaje cultural: voces del indie como Los Planetas, Lagartija Nick, La Bien Querida, Lori Meyers o La Estrella de David colaboraron con ella en el álbum que contiene también composiciones póstumas de su padre. Pero también la acompañaba su familia: Aurora Carbonell, Estrella y Kiki Morente o 'Montoyita'. Ese iba a ser el camino de Soleá: entre Granada y Madrid, entre el flamenco y lo demás, mezclando influencias y mostrándose, como en el programa, siempre atenta y siempre abierta.

Su segundo álbum, Ole lorelei, asentaba en 2018 esta voz tan propia de Soleá llena de influencias: Jeanette, Las Grecas o Serge Gainsbourg inspiraron un disco ecléctico que recibió una calurosa acogida crítica y en festivales. Ese año, Soleá recibía el Premio Fundación Princesa de Girona 2018 "por tratarse de una artista completamente genuina que ha sabido extraer lo mejor de la tradición flamenca para fusionarla con otros géneros como el pop y el rock". En 2019 recibía el premio Ojo crítico de RNE de Música Moderna.

Soleá Morente en la presentación RTVE: La que quieres

Soleá Morente en la presentación RTVE: La que quieres

2021, homenaje a sus padres

Este año, Soleá ha presentado su último trabajo, Aurora y Enrique, un homenaje a sus padres y sus hermanos. "Es un disco de amor y de rabia. De miel y limón. A través del amor cantamos a muchos aspectos de la vida", decía en Tarde lo que tarde. Guitarra en mano y en pleno confinamiento fue componiendo canción a canción de este nuevo trabajo. "Me pilló en casa de mis padres. Y bueno, hemos tirado, todos, de la verdad ante el peligro. Y le canté al amor, al amor de verdad, al amor de mis padres", contaba la artista.

De su padre,  Enrique Morente, dice: "Es por lo que vivo, por lo que trabajo, por lo que me dedico a la música, por lo que intento ser cada día mejor ser humano. Es porque amo profundamente a mi padre y le echo mucho de menos".

Estrella Morente, Aurora Carbonell, Soleá Morente y José Enrique Morente durante la premiere del documental 'Omega' en Madrid

Estrella Morente, Aurora Carbonell, Soleá Morente y José Enrique Morente durante la premiere del documental 'Omega' en Madrid

El peso de la tradición y el agradecimiento

Soleá no tiene nombre para definir su música. Si tuviese una etiqueta, dice, sería "nada, cero, tierra de nadie o yo qué sé". Desde luego no se define como cantaora, aunque cada vez está más cómoda recogiendo la tradición flamenca que la apadrinó en el mundo de la música con la espalda recta y la cabeza erguida. "Cuando comencé estaba un poco con un nudo en la garganta porque, claro, era una responsabilidad muy grande viniendo de donde vengo. Cantaora está relacionado con el cante grande como se dice en la afición del flamenco, entonces, evidentemente, yo no empecé siendo cantaora", dice. Pero el flamenco es una fuente inagotable de su música.

Estrella y Soleá Morente

Estrella y Soleá Morente

Lo que ella hace, igual que la eterna revolución de su padre, contribuye a mantener el arte vivo. “Habrá quienes digan que no hago flamenco, pero no me voy a arraigar en una tradición o en un sistema. Hablamos de un patrimonio, una historia y una cultura que no pueden devenir en una lengua muerta”, decía en una entrevista con con Francisco Pastor. Lo tiene tan claro como que se debe a su herencia: “Nunca querré dejar de ser hija de, hermana de. Jamás. No sería yo”, afirmaba.