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María Oruña: "La infancia siempre está rondando en nuestro corazón"

  • La escritora y abogada ha presentado Lo que la marea esconde
  • Una novela que vuelve a estar protagonizada por Valentina Redondo

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Las mañanas de RNE con Pepa Fernández - 'Lo que la marea esconde', la novela más ambiciosa de María Oruña

“La infancia siempre está rondando en nuestro corazón. Esa patria que no nos abandona nunca”, así recuerda Cantabria la escritora y abogada María Oruña en De pe a pa. “Tengo recuerdos del mismo lugar en el amanecer, al mediodía o de noche. Las anécdotas y todo eso se te va colando dentro y al final forma parte de tu paisaje interior”. En estas tierras se vuelve a ambientar otra de sus novelas, Lo que la marea esconde, protagonizada por la teniente Valentina Redondo.

Esta es el cuarto libro en el que aparece esta guardia civil, pero todas ellas son historias independientes y que se pueden leer sin conocer las anteriores. “Tratan misterios muy distintos. Utilizo con frecuencia una técnica narrativa distinta según la trama. Unas tienen un corte más gótico, otras más técnico, otras más intimista. En este caso, tiene esa sobriedad narrativa, esa elegancia propia de las novelas de comienzos de siglo XX”, ha señalado en el programa de Pepa Fernández.

“No nos comportamos igual”

“Valentina simboliza la dualidad que todos tenemos dentro. A veces en algunas parcelas de nuestra vida pisamos muy fuerte, como ella en su trabajo es demoledora porque va a por todas. Tiene un trastorno obsesivo compulsivo por el orden muy decidida, nunca falla en nada y sin embargo en su vida personal sí que flaquea, sí que a veces se siente vencida. En esto supongo que nos pasa un poco a todos, no nos comportamos igual”. Esto apunta que lo hace “de manera muy deliberada marcándole los ojos de dos colores y por algo anclado en su pasado”.

El asesinato en un barco

Judith Pombo, la presidenta del Real Club de Tenis de la Magdalena en Santander, “aparece muerta desde el primer capítulo”. El lector la conoce “a través de la visión” que tienen de ella los ocho invitados en una goleta y decide si “era tan odiosa y si estos invitados son tan buenos como ellos se quieren mostrar, o si en realidad son unos hipócritas que en ocasiones podrían realmente definirse de una forma moralmente mucho más cuestionable que incluso la víctima”.

Para la construcción del relato ha explicado que “si yo hubiese planteado un misterio imposible y luego tuviese yo que con mi imaginación intentar resolverlo, se habría notado a la hora de narrar, se habría notado el parche”, así que “lo complicado era exponer motivos coherentes para los apenas ocho invitados” y “nada justifica el que una persona muera, pero sí se puede justificar que le tengan manía, que le tengan odio”.

Una escritura irracional

“Yo no sentí nunca que hubiese dejado realmente la saga. La dejaba ahí en espera”, ha explicado sobre porque ha retomado la saga alrededor de Valentina Redondo, tras publicar El bosque de los cuatro vientos. Cuando María Oruña escribe no lo hace con fines comerciales y pensando qué puede funcionar mejor en el mercado, sino que “obedece a pálpitos, algo absolutamente irracional”. “Ahora quiero hacer una novela sobre cuevas, por qué, pues no lo sé, es algo que se me plantea dentro” y ha concluído que “escribí lo que me salió del corazón en ese momento y nada más”.

Homenaje a la literatura negra

“Es un homenaje a las novelas de misterio de habitación cerrada que comenzó Edgar Allan Poe cuando publicó Los crímenes de la calle Morgue en 1841”. “Sucede algo extraordinario. Por fin se abandona lo esotérico, lo mágico, las maldiciones, etc. para explicar lo inexplicable”. Se basa “en el raciocinio puro y duro y razonando de axioma en axioma. Esto me parecía muy interesante, porque tenemos que pensar que a comienzos de ese siglo del XIX empieza a entrar la Ilustración en Europa. Este pensamiento crítico empieza a llegar”.

No quería emular a autores Gaston Leroux, Edgar Allan Poe, Conan Doyle, Brush Montgomery o Agatha Christie “porque tenían un lenguaje muy particular, un lenguaje efectista, siempre el criminal y la víctima eran de alto nivel social”, pero si rendirles “un homenaje”. “Quise hacer ese juego como un reto personal para ver si era capaz de hacerlo con coherencia, con una visión del siglo XXI y también como un juego de ingenio cara a los lectores”.