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Bulnes: El corazón de los Picos de Europa

  • Hasta el año 2001 la única forma de acceder al pueblo era por un camino de montaña
  • Actualmente se pude llegar cómodamente en un funicular subterráneo
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Vista general de los picos de Europa
Vista general de los picos de Europa

Apenas 15 kilómetros separan los Picos de Europa del mar cantábrico, un reducido espacio que asciende precipitadamente hacia las cimas de más de 2.500 metros que coronan el macizo como el Monte Urrielu o Torre Cerredo. Los valles se elevan abruptamente y sus laderas son verticales. Tanto que los ganaderos tradicionales de la zona tuvieron que, con el paso de los años, crear pequeños muros de piedra que escalonasen estas verticales praderas para que sus reses pudieran pacer.

En este accidentado relieve el hombre aposentó a duras penas sus casas y majadas, dando lugar al concejo de Cabrales, y lo hizo aprovechando los estrechos espacios que los valles dejaban entre sí. Los valles más bajos de este territorio acabaron convirtiendo sus caminos de pastoreo en caminos de tierra que, con el tiempo, acabaría por conformar carreteras. Sin embargo, los valles más altos, aquellos que estaban ya próximos a las cotas de alta montaña, jamás llegaron a correr esa suerte.

Al Canal del Texu, pronunciado valle que nace en la localidad de Poncebos y asciende hasta el collado de Pandebano, jamás llegó la carretera, y el pueblo que reposaba entre sus faldas, Bulnes, quedó prácticamente incomunicado durante todo el siglo XX. Muchos edificios quedaron abandonados y en estado de ruina, y los pocos habitantes que allí quedaban, contemplando preocupados una pronta desaparición, pidieron al Parque Nacional una solución a su problema.

Vista general de Bulnes con el collado de Pandebano al fondo.

Vista general de Bulnes con el collado de Pandebano al fondo. cropper

Reconstrucción y renacimiento

Las peticiones de los vecinos de Bulnes fueron finalmente escuchadas a finales de los años 90, momento en el que el Parque Nacional acometió la construcción de un funicular que salvase los 400 metros de desnivel que separaban Bulnes de su localidad más cercana: Poncebos. Con ayuda de una tuneladora se excavó una galería inclinada que salía a apenas 5 minutos a pie de la localidad. Se tendieron raíles y tendidos eléctricos y en el año 2001 se inauguró en funicular de Bulnes, una infraestructura que cambió el destino de la localidad.

“Hasta hace poco más de 30 años aquí no teníamos ni electricidad” nos cuenta Miguel, natural de Bulnes y uno de los constructores del Funicular. “Cuando cumplí 5 años empecé a ir a la escuela, estaba internado en un colegio en Cangas de Onís, todos los lunes a las 6 de la mañana cogía una linterna y bajaba por el valle para llegar, y luego los viernes lo mismo, pero de vuelta, así podía pasa los fines de semana con mi familia aquí en Bulnes, así es como se vivía antes de la llegada el Funicular” nos explica.

“En 2001 todo cambió, pasamos de transportar 60-80 kilos en burro a poder subir con cada viaje del funicular entre 4 y 6 toneladas”

“En 2001 todo cambió, pasamos de transportar 60-80 kilos en burro a poder subir con cada viaje del funicular entre 4 y 6 toneladas, pudimos reconstruir el pueblo e instalar los servicios esenciales además de poder movernos a las localidades cercanas en apenas 15 minutos” nos cuenta. Hoy en día es el máximo responsable del Funicular que salvó a su pueblo de la desaparición.

Interior del Funicular de Bulnes

Interior del Funicular de Bulnes cropper

Campamento base

La llegada del funicular trajo a Bulnes algo más que cemento y madera. Si bien el concejo de Cabrales siempre había sido un destino predilecto para senderistas y excursionistas, la posibilidad de poder acceder hasta Bulnes cómodamente y sin esfuerzo alguno hizo que esta localidad se convirtiera en un campamento base muy popular entre aquellos que querían aproximarse al altiplano para escalar picos como el Urrielu o Torre Cerredo.

“No se pueden entender los picos de Europa sin ir al origen, a las primeras personas que vivieron aquí en las majadas”

“Todas estas laderas son el resultado de años y años de acción del hombre, los lagos de Covadonga, Pandebano y otros lugares emblemáticos de los Picos fueron modificados durante años para poder acoger mejor al ganado” nos explica Rubén Carvajal, guía de montaña especializado en la zona. “No se pueden entender los picos de Europa sin ir al origen, a las primeras personas que vivieron aquí en las majadas” añade.

Senderistas en uno de los caminos en las proximidades de Bulnes.

Senderistas en uno de los caminos en las proximidades de Bulnes. cropper

Entre peñas y cabras

Sin embargo, muchos de los caminos de los alrededores de Bulnes siguen siendo desconocidos para el gran público. Muchos de ellos, a día de hoy, son solo transitados por los pastores de la zona. Cerca del Collado de Pandebano se encuentra la Peña Maín, y para acceder hasta ella existe un único sendero. Este pasa por pequeños barrancos y peñas de menor altura, y sorprende lo expuestos y arriesgados que son algunos de sus pasos.

Sin embargo, este era el camino habitual de los pastores de la zona, que allá en los años 60 vivían hasta seis meses al año en estas cotas. Desde allí bajaban a las localidades cercanas a vender sus quesos, y lo hacían transitando estas accidentadas sendas con burros y demás animales de carga.

“Esto siempre fue tierra de cabras, a estas peñas no pueden llegar las vacas o las ovejas”

“Esto siempre fue tierra de cabras, a estas peñas no pueden llegar las vacas o las ovejas” nos cuenta Nicolás, que fue pastor en la zona hasta su jubilación hace ya un lustro (algo que no le ha disuadido de seguir frecuentando estos caminos). “Tenemos que tener cuidado con el lobo, si hay buitres sobre la peña suele ser porque el lobo ha matado alguna” nos cuenta con los prismáticos en la mano. Las duras condiciones de un terreno de alta montaña que no concede demasiadas facilidades a sus moradores.

Nicolás, pastor jubilado, sigue visitando a la cabras de la Peña Maín.

Nicolás, pastor jubilado, sigue visitando a la cabras de la Peña Maín. cropper

Queso subterráneo

La leche de las cabras de la Peña Maín se utiliza exclusivamente para la elaboración del Queso Denominación de Origen de Cabrales. Los requisitos para obtener este sello de calidad son claros: el queso debe madurar entre 3 y 6 meses en cuevas naturales, donde los queseros deben ir semanalmente a sobarlos y darles la vuelta. Estas cuevas pueden encontrarse en cualquier punto del concejo de Cabrales a una determinada altura.

“Cuando llega el invierno y todo se queda con varios metros de nieve tenemos que seguir yendo a las cuevas a sobar los quesos, a las más altas tenemos que acceder con esquís o raquetas, e incluso a veces hemos tenido que hacer túneles de nieve para poder acceder a las entradas”

“A mayor altitud más lento es el proceso de maduración” nos cuenta Jessica, quesera de Sotres “Nosotros tenemos cuevas repartidas desde los 1000 hasta los 1.500 metros de altitud, lo cual supone un problema, cuando llega el invierno y todo se queda con varios metros de nieve tenemos que seguir yendo a las cuevas a sobar los quesos, a las más altas tenemos que acceder con esquís o raquetas, e incluso a veces hemos tenido que hacer túneles de nieve para poder acceder a las entradas”, nos cuenta.

Un oficio sacrificado que da como resultado una de las piezas angulares de la gastronomía asturiana.

Queso de Cabrales reposando en una cueva a 1.500 metros de altura.

Queso de Cabrales reposando en una cueva a 1.500 metros de altura. cropper