Brasil, proyectos con raíces
Maraiwatsede es el país de los xavante. Un pueblo indígena que ha recuperado su tierra después de una larga lucha. En 1966 fueron trasladados en aviones de la Fuerza Aérea Brasileña a la misión salesiana de San Marcos, 400 kilómetros al sur de su patria. El año 1992 el gobierno reconocía la propiedad de los xavante sobre las tierras de Maraiwatsede. Veinte años después, en 2012, por fin vieron cumplidas las promesas gubernamentales. Hoy continúan sufriendo graves amenazas por parte de los que ocupaban su territorio. Los incendios y las intimidaciones son constantes. Los xavante son la esperanza y el espejo en el que se miran otros pueblos indígenas. Es el triunfo de David sobre Goliat. Son varias las organizaciones que han acompañado en su lucha al pueblo xavante. Operación Amazonía Nativa, la OPAN, es la más significativa. La OPAN es la primera organización indigenista fundada en Brasil. En su origen están los jesuitas y el Concilio Vaticano II. Desde 1969 funcionan equipos que trabajan junto a los indígenas en el Amazonas y el Mato Grosso. Les acompañan en la defensa de sus derechos, la gestión territorial y la busca de alternativas para generar ingresos respetando el medio ambiente y fortaleciendo su cultura indígena. El grupo de mujeres recolectoras ha recibido el apoyo constante de Manos Unidas. La seguridad alimentaria de los xavante depende en gran medida de que ellas recojan semillas y planten árboles frutales en el entorno de la aldea.
Semiárido
Dejamos el Mato Grosso y viajamos 2.500 kilómetros hasta llegar al nordeste. Estamos en el estado de Paraíba, en el semiárido. Se trata de la región más seca de Brasil. Su extensión equivale a la de dos Españas. Estamos en Casserenge, uno de los tres municipios en los que Cáritas Nordestina de Brasil y Manos Unidas han trabajado juntos para combatir la falta de agua. Desde el año 2008 el Proyecto Raíces ha ido creando una cultura de convivencia con el semiárido. En 2008, con el apoyo económico de Manos Unidas, se puso en marcha el “Proyecto Raíces”. Ahora los cultivos se han diversificado y casi todos tienen una pequeña huerta. El aprovechamiento del agua y el banco de semillas están funcionando a pleno rendimiento. Tú te llevas diez kilos para sembrar y, una vez recogida la cosecha, devuelves doce para que el banco siga incrementando su fondo y, de este modo, poder llegar a más agricultores cada temporada de siembra. Pero quizá el más importante de los logros del Proyecto Raíces ha sido el de unir a los vecinos. Ahora todo lo hacen juntos. Tienen una máquina para fabricar los cercas y unos se ayudan a otros para realizar esta y otras tareas. Cosechan unidos, construyen juntos los aljibes y las casas, limpian los caminos en común. Han pasado de malvivir aislados a formar una comunidad solidaria en la que todo es más fácil. Las tareas se hacen más livianas y en menos tiempo.