La auténtica y única cara de Justo Núñez
- Acacias 38 comenzó con Manuela huyendo de los maltratos de Justo
- La joven le atizó en la cabeza para huir y le provocó amnesia
- Justo apareció en Acacias y ahora, con la memoria recuperada, busca venganza
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Justo, el marido de Manuela -Carmen, cuando se casaron- en Acacias 38, ha conseguido ponerse casi a la altura del nivel de malignidad de Cayetana estos días, pues después de fingir que no se había recuperado del todo de la amnesia, ha vuelto a mostrarse tal y como es; un hombre maltratador, despiadado y controlador.
El actor que le interpreta, Iago García, nos aseguró en un encuentro digital de RTVE.es que se celebró en abril -la serie acababa de empezar- que "interpretar a Justo es un regalo". Ahora, lo entendemos mejor, pues es un personaje que ha mostrado caras muy diferentes desde el comienzo de la ficción.
En el primer capítulo pudimos ver cómo la joven Manuela, a punto de dar a luz a su hija, se defendió de sus ataques asestándole en la cabeza con el atizador de la chimenea. Ella y su madre, Guadalupe, pensaron que lo había matado, por lo que lo dejaron medio enterrado en el bosque y huyeron con una nueva identidad a la ciudad.
Pero Justo revivió, o eso pensaron las mujeres cuando le vieron pasearse tranquilamente por Acacias. Realmente, quedó inconsciente y al despertar estaba amnésico, por lo que su llegada a la ciudad y a ese barrio fue una casualidad del destino, ya que iba en busca del señor Felipe Álvarez-Hermoso, su abogado y gestor.
Justo no recuerda a su mujer y su suegra
A pesar de que Manuela y Guadalupe llamaron la atención del terrateniente en cuanto este las vio por Acacias, no sabía frente a quiénes se encontraba, por lo que se comportó como lo hace todo el mundo cuando se halla enfrente de un desconocido.
Las mujeres ignoraban que Justo había vuelto del "más allá" desmemoriado, por lo que pensaron en huir inmediatamente. Sin embargo, acabaron dándose cuenta de que eran unas extrañas para él.
Él sí sabía, gracias a la información que había recopilado, que solía vivir con su mujer y su suegra, quienes abandonaron la casa con su cuerpo, no sin antes simular un atraco y su propio secuestro, para evitar el garrote.
La terapia de Germán de la Serna
Por ello decidió ponerse en manos del médico de Acacias, ni más ni menos que el doctor Germán de la Serna, que en ese momento solo lo relacionaba con Felipe y desconocía el vínculo con su amada Manuela.
Gracias a la terapia Justo comenzó a recordar algunas cosas, pero la mayoría no tenían nada que ver con su mujer o su suegra. Fue un día cuando vio a Manuela tendiendo ropas en la sastrería cuando se acordó de una escena similar del pasado y ató cabos.
A partir de ese momento comenzaron las dudas, pues el hacendado mostró que había recuperado la memoria, pero parecía que no se acordaba del preciso instante en el que su mujer casi lo mató y lo dejó enterrado en el bosque.
Las dudas para madre e hija comenzaron a disiparse cuando empezaron a conocer a un nuevo Justo: un hombre sensato, amable, atento, y que se estaba dejando la piel por encontrar a su hija con Manuela, Inocencia. Así, parecía claro que Justo no se acordaba de todo, por lo que estaban a salvo.
El propio Iago García, en un segundo encuentro digital celebrado en agosto, evitó aclarar si Justo había cambiado para bien realmente o estaba fingiendo durante un tiempo.
Pero en ese momento el cambio era evidente y muy radical. Tanto, que Manuela accedió, con el beneplácito de su madre, a irse a vivir con él de nuevo, pero esta vez en el edificio de Acacias. Solo tendría que cuidar a su hija y se convertiría en una nueva señora del bloque, sin más deberes de esposa. O eso creía.
Una venganza fría
Tendrían que haber hecho caso de las palabras de Pablo, hermano de la joven, quien nunca confió en Justo, pero ya era demasiado tarde. El señor Núñez comenzó a mostrar su auténtica cara de forma paulatina y solo ante Manuela.
Y es que las peores sospechas de Pablo, Germán y algunos espectadores de la serie se confirmaban: Justo había estado fingiendo ser otro hombre para recuperar su familia y después vengarse friamente.
El violento terrateniente ha conseguido amedrentar a Manuela más que nunca, ya que ahora tiene otra forma de amenazarla para que actúe bajo sus órdenes: a través de Inocencia. Justo le ha dado a entender a su mujer que si hace algo que vaya en contra de su buena convivencia, su hija también sufrirá las consecuencias.
La joven es fuerte y decidida, pero ante la amenaza de que maltraten a Inocencia, lo único que puede hacer es guardar silencio y no contarle nada a nadie para evitar desgracias. Por suerte, Guadalupe es una mujer perspicaz que conoce a su hija y ya se ha dado cuenta de que Justo la tiene amenazada, ¿qué harán ahora ella y Pablo?
De todas formas, Justo no contaba con las adversidades del destino y no podrá llevar a cabo una venganza tan fría y paulatina como pretendía. Su médico le acaba de diagnosticar mielitis -inflamación de la médula espinal-, una enfermedad que acabará con su vida en meses o, incluso, semanas.
Para colmo, esta enfermedad pudo haber sido provocada por el golpe que Manuela le dio en la cabeza con el atizador, por lo que su ira no hace más que crecer y aumentar sus deseos de venganza.
Ahora, los espectadores tememos por Manuela, que vive encerrada y bajo amenaza, y que tiene que enfrentarse a un Justo más rabioso que nunca, quien, además, ahora no tiene nada que perder.
