Memorias del Excelsior (I)
- El Hotel Excelsior es el escondite de muchas parejas de la serie
- ¿Qué nos contaría el hotel si pudiera escribir sus memorias?
- Hacemos un repaso de todo lo vivido allí hasta el momento
Bienvenidas a mis memorias, silvistas, permitidme que me presente: No soy ninguna de las hermanas Silva, o alguno de sus amantes o enemigos. Ni siquiera soy una persona, pero tengo un gran protagonismo en Seis Hermanas. Soy el lugar que casi todos frecuentan que ofrece cobijo y privacidad durante algunas horas, ya sea de día o de noche.
Si pensáis que soy el Café Ambigú, he de recordaros que este poco tiene de privado y su clientela suele ir después del atardecer. Yo soy un hotel y me conoceis bien; me llamo Excelsior.
Salgo en la mayoría de los capítulos y me he hecho muy popular últimamente en las redes silvistas. Tanto, que ya me han advertido de que las hermanas deberían tener cuidado, pues un día se van a encontrar en mis puertas.
Testigo de las aventuras de Montaner
Salvador Montaner fue el primero en mencionarme, pues él, hombre aventurero y que resultó ser un impostor, prefiere vivir en un lugar en el que pasar el tiempo justo para dormir y donde no tenga que responsabilizarse de tareas del hogar. Y donde pueda tener frecuente compañía femenina que no se quede mucho tiempo, claro.
Mi primera aparición estelar llegó con la mayor de las Silva, Adela, y su amante, el dueño de la Villa de París, casado con doña Carolina: Germán.
Sin embargo, no fui tan acertado refugio como lo he sido para otros enamorados, pues la también socia del sastre no tardó en descubrir que una de mis habitaciones era el lugar donde su esposo se encontraba con la considerada como la más sensata de las Silva.
Volviendo al señor Montaner, este ha protagonizado varios momentos inolvidables, y es que no tiene ningún problema para llevarse a las mujeres a su habitación. Aunque debo reconocer que el día que Diana Silva le pilló allí con dos señoritas fue un momento muy tenso. Creo que ella le ama.
Refugio de amores prohibidos
Y es que yo he sido testigo de muchas cosas, algunas, increíbles para ciertos sectores de la sociedad de ahora, de 1913. Como cuando las señoritas Aurora y Celia reservaron una habitación -ya os digo yo que son algo más que amigas-.
Recientemente he vuelto a ser noticia entre las silvistas, y es que recibí a unos invitados muy esperados, a Blanca Silva y el doctor Cristóbal Loygorri. Al parecer, ambos están casados -ella con el hermano de él-, pero se aman apasionadamente desde hace mucho tiempo.
Escondite de infidelidades
Una pena lo que pasó después, cuando apareció Marina -la esposa de Cristóbal- y entró como Pedro por su casa, con una llave que yo creía que tenía el médico, y encontró el pasador del pelo de Blanca. Su rostro se desfiguró y parecía que estaba confirmando sus peores sospechas. No quiero ni imaginarme lo que sucedió después.
Pero no todo son malas noticias, la señorita Diana volvió a visitar al señor Montaner, y no precisamente enfadada. Una lástima que ni siquiera esperase al amancer para marcharse.
La verdad, las Silva parecen buenas chicas, aunque hay dos de ellas que todavía no han pasado por aquí; la cantante y la más pequeña, que tampoco debería tener prisa. Sí es cierto que he visto alguna vez a Petra, una buena amiga de la señorita Celia, con el abogado de Tejidos Silva, Bernardo. Hacen buena pareja, ¿verdad?
Ya os seguiré contando lo que pasa por aquí -más bien, quiénes pasan-, seguro que algún día nos llevamos una sorpresa y tenemos nuevos visitantes, con las Silva nunca se sabe.