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El Demonio y su acción sobre el mundo

  • Los manicomios se convirtieron en lugares terroríficos
  • Existe una lucha entre las creencias fanáticas y la razón
Demonio
RTVE.es

Para una gran parte de la sociedad española del siglo XIX, tradicional y católica, el Demonio y su acción sobre el mundo y el hombre era una realidad. Los endemoniados estaban a la orden del día, en cuanto alguien empezaba a comportarse de un modo extraño y, sobre todo, mostrar aversión a lo sagrado. Los exorcismos se practicaban desde hacía siglos, con un ritual de oraciones que la Iglesia y los sacerdotes exorcistas tenían como manual de lucha contra el Maligno.

La pornografía y el mundo de la noche irrumpen en la escena española

Pero en esa misma época, el estudio de la mente humana empezaba a ofrecer una explicación alternativa para los posesos: no había, para la ciencia, posesiones ni influencias diabólicas; se trataba de enfermedades mentales que debían ser tratadas como tales, en los manicomios. Estos, lejos de ofrecer a locos y maniáticos un refugio, se convirtieron en lugares terroríficos, donde se experimentaba sin ética alguna o se trataba a los pacientes sin la menor piedad. Hasta se llegó a dar crédito a teorías absurdas, como la frenología, que pretendía conocer todo sobre la psique estudiando la forma exterior de la cabeza.

A la par que se desarrollaba la lucha entre las creencias fanáticas y la razón, a veces irracional, los más atrevidos exploran lo prohibido: la pornografía y el mundo de la noche irrumpen en la escena española, aunque relegados a lo oculto, lo alternativo, ante lo que la mayoría de la población, y hasta las autoridades, cerraban los ojos, como si no existiera. Lo asombroso es que son precisamente los poderosos, e incluso el rey Alfonso XIII, quienes se convierten en los mayores consumidores de obras pornográficas y de otros placeres ajenos al pueblo llano.

La autopsia: los muertos empiezan a hablar

La muerte, el crimen, las enfermedades, hacen presa de los habitantes sobre todo de las ciudades, más que de los pueblos, que han crecido por efecto de la industrialización y de los ricos burgueses, que generan una masa de proletarios y sirvientes.

La medicina avanza a toda velocidad, desarrollando técnicas como la autopsia, en la vanguardia científica de la época, que permitía conocer las circunstancias del fallecimiento y descubrir si se trató de un suceso natural o de un crimen. Quienes se dedicaban a practicarlas, forenses y estudiantes de medicina, dieron los primeros pasos hacia una técnica que hoy sorprende por su precisión: porque los muertos hablan.