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¿Por qué los reyes acuden a la llamada de Menelao para recuperar a la bella Helena?

  • No se entiende una guerra tan larga y brutal salvo por el compromiso de todos
  • Un juramento comprometía a todos los reyes griegos a participar en el conflicto

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En el Museo del Louvre, en París, se conserva este frontispicio tallado en mármol, en el que se representa una escena de La Ilíada, protagonizada por la figura de Aquiles
En el Museo del Louvre, en París, se conserva este frontispicio tallado en mármol, en el que se representa una escena de La Ilíada, protagonizada por la figura de Aquiles

Mitos y Leyendas

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¿Cuándo?

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Para entender cómo fue posible que la guerra de Troya fuera tan larga, y que todos los reyes griegos participaran en ella, nos vamos a sumergir brevemente en sus orígenes.

La elección de Paris

En el Monte Ida estaba Paris, el hijo más joven de Príamo, rey de Troya, apacentando sus rebaños, cuando el dios Hermes (Mercurio para los romanos) se plantó delante de él y le desafió a elegir a la más bella de entre las tres diosas: Hera -la esposa del gran Zeus- Afrodita y Atenea.

Paris decide elegir a Afrodita como la más bella, y así conseguir a la más bella de las mujeres

Cada una de ellas, para seducirle, le ofreció poder y riquezas, pero al fin Afrodita le ofrece ser el mejor seductor, y obtener a la más bella de las mujeres, Helena, cuya fama ha recorrido todas las tierras griegas. Paris decide elegir a Afrodita como la más bella, y así conseguir a la más bella de las mujeres.

El rapto (según quien lo cuente, se trataba de una fuga voluntaria) de Helena, reina de Esparta, por parte de Paris, héroe troyano, desencadenó la famosa guerra de Troya.

El compromiso de todos

Sin embargo, esta guerra no habría sido tan importante como fue si solo se hubiera tratado de los celos de un marido decidido a recuperar a su mujer.

No se entendería una guerra tan larga, destructiva y famosa si no fuera por la unánime colaboración y el compromiso de todos los príncipes, reyes, dioses y héroes de la antigua Grecia

No se entendería una guerra tan larga, destructiva y famosa -tadavía hablamos de ella casi tres mil años después- si no fuera por la unánime colaboración y el compromiso de todos los príncipes, reyes, dioses y héroes de la antigua Grecia.

Cuando Helena alcanzó la edad de matrimonio, Tíndaro, su padre adoptivo, pensó que elegirle marido a la princesa Helena no era tarea fácil, ya que su belleza deslumbraba a todos los jóvenes, y era capaz de despertar odios y venganzas.

Para lograrlo, convocó a todos los jóvenes, príncipes y reyes todavía solteros, provenientes de toda Grecia, y les invitó a acudir a su casa. Así su hija podría elegir entre ellos, con conocimiento de causa. Todos ellos pasaron un cierto tiempo en la corte del rey Tíndaro.

Sin embargo, Helena no se decide y su padre se impacienta. Hace llamar a su sobrino, el astuto Ulises, que le propone la solución: como es probable que la elección de Helena provoque conflictos, conviene que todos los aspirantes hagan el mismo juramento, y acepten la elección, sea cual sea el resultado, y además se obliguen y comprometan a defender ese matrimonio, pase lo que pase en un futuro.

Con ese juramento, todos se obligan a actuar de manera solidaria con el marido

Con ese juramento, todos se obligan a actuar de manera solidaria con el marido. Sea cual sea el futuro del matrimonio. De esta manera, todos prestan juramento y piden a Helena que se decida y comunique su decisión. Al fin, Helena elige a Menelao, el rey de Esparta.

El comienzo de la guerra

Cuando el rey de Troya, Príamo, envía a su hijo menor a Esparta, éste se alegra enormemente: allí encontrará a la princesa que le había prometido la diosa Afrodita.

En Esparta, el rey Menelao, ignorando lo que le espera, recibe a Paris como a un huésped, con los brazos abiertos, y le colma de regalos y atenciones.

Poco después, Menelao ha de marchar hacia Creta para asistir a los funerales de un pariente. Y es entonces cuando su esposa, Helena, le sustituye como anfitriona. Esto hace que el invitado entre en una relación más personal con Helena.

Cuando Paris, acompañado de su hermano Eneas, se embarca de nuevo rumbo a su patria Troya, la bella Helena viaja con ellos, sea por la fuerza o por su voluntad, seducida por la irresistible capacidad seductora de Paris, que le había otorgado la diosa Afrodita.

La ofensa es tal, que se juntará toda Grecia para hacer pagar a Paris el rapto de la más hermosa de las mujeres griegas

Cuando Menelao regresa y se da cuenta de la traición, avisa a su hermano Agamenón. Éste encarga a Ulises que acompañe a Menelao hasta Troya a negociar una solución pacífica.

En Troya fracasa la negociación y Agamanón encarga de nuevo a Ulises que reúna a todos los pretendientes de Helena y solicite su solidaridad, tal como se habían comprometido en juramento.

La ofensa es tal, que se juntará toda Grecia para hacer pagar a Paris el rapto de la más hermosa de las mujeres griegas.