Telefonista, la salida laboral de las chicas solteras en la España de la dictadura
- Eran imprescindibles para establecer comunicaciones por teléfono
- La Fundación Telefónica les rinde homenaje con una exposición
Hoy en día, con las posibilidades que ofrece la tecnología, es difícil imaginar una escena en la que para hablar por teléfono se necesite algo más que un teléfono móvil.
Pero hubo una época en la que llamar a un familiar o a un amigo por teléfono no era posible sin una tercera e imprescindible persona: la telefonista, encargada de poner en comunicación dos hogares vía telefónica desde una centralita.
A ellas rinde tributo la Fundación Telefónica con la exposición Telefonistas, el mundo en sus manos, un homenaje al importante papel que tuvieron estas mujeres para el desarrollo de las comunicaciones en nuestro país y en el mundo entero.
Las primeras llegaron a España en 1881. Las últimas fueron las que trabajaron hasta 1988 en la centralita de Polopos, un pueblo de la Alpujarra granadina.
Mª Carmen Palomar Vicente empezó a trabajar en Telefónica en 1966. "Teníamos que estar solteras y debíamos pasar un examen", ha explicado en Esto me suena. Las tardes del Ciudadano García. Esa prueba consistía en hacer un dictado, resolver diferentes operaciones matemáticas, leer un texto por teléfono y lo más curioso: una prueba de longitud de brazos.
"Nos hacían tocar dos timbres que estaban muy separados, con eso querían comprobar si teníamos los brazos suficientemente largos para poder enganchar los cables en las clavijas que estaban más alejadas".
Vestidas con uniforme azul, primero, y verde, después, las telefonistas trabajaban en turnos rotativos de mañana, tarde y noche. Era un trabajo riguroso, supervisado siempre por una controladora. Y era también, dice Mª Carmen, una salida laboral muy buena en aquella época. "Telefónica era una empresa muy importante. Lo peor que teníamos era que trabajábamos los fines de semana y los festivos porque la gente llamaba siempre, pero no cobrábamos nada mal, unas 3000 pesetas al mes, que para aquella época estaba muy bien".
Entre risas, Mª Carmen también reconoce haber "pegado la oreja" en alguna que otra conversación "pero no era lo normal, respetábamos bastante a los clientes" y asegura: "las telefonistas fuimos muy importantes, éramos la imagen y la voz de Telefónica".