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Ethan Hawke: "La mentira del cine es que pervive: todo pasa" (Asuntos Propios)

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El actor Ethan Hawke visita Madrid con el Bridge Project, un equipo de actores de ambos lados del océano dirigidos por Sam Mendes para preparar dos obras de repertorio al año. El escenario elegido para el estreno europeo de los montajes de 2009, El Jardín de Cerezos, de Antón Chéjov, y Cuento de Invierno, de William Shakespeare, es el Teatro Español de Madrid.

Asuntos Propios asistió a la concurrida rueda de prensa, habló con Sam Mendes, y tuvo unos minutos a solas con Ethan Hawke. Un privilegio que nos gusta compartir.

La entrevista empieza en el momento en que ve por primera vez el escenario del teatro español desde la platea. Y podemos oír cómo flipa.

Ethan Hawke: ¡Alucinante!

Asuntos Propios: ¿A que está bien?

EH: Es alucinante¿. ¿hacemos aquí la entrevista? Molará, con el sonido de los técnicos de fondo.

AP: Sí, hagámosla aquí. Colgaremos el sonido en la web y doblaremos algunos cortes de tus palabras.

EH: Entiendo. Este lugar es una belleza.

AP: Es un teatro estupendo, sí. La verdad es que voy a empezar por mi última pregunta, ya que estamos sentados aquí¿ Soy una pobre periodista: no puedo permitirme las dos obras. ¿Cuál debo venir a ver?

EH: ¡Ja, ja! Eso depende de ti, de tu gusto personal, de cuál sea de los dos el escritor que más te atraiga a ti. Hay algunas personas que adoran a Chejov y hay otras a las que Chejov no les gusta en absoluto, ni siquiera la mejor producción de Chejov. En general yo diría que Shakespeare suele gustarle a todo el mundo. Es decir: Shakespeare tiene a la gente saltando del asiento a aplaudir al final. Chejov es más conmovedor, algo más sombrío. Así que la decisión tiene que ser tuya.

AP: ¿Un poquito más pesado, dirías?

EH: Sí.

AP:

¿Y cómo llegaste a estar involucrado en esta función? ¿Tuviste que hacer alguna prueba o te eligió Mendes?

EH: Pues creo que fue porque Sam fue a ver The Coast of Utopia, que yo acababa de hacer y creo que le gustó bastante. Y creo que él sabía, por esa función, que yo estaba interesado en hacer teatro de repertorio, porque la mayoría de los actores no han hecho repertorio. Así que fue él quien se acercó a mí, y yo dije que sí.

AP: ¿Y qué es lo mejor de hacer teatro de repertorio?

EH: Lo mejor de hacerlo es no repetirte. Lo que detesto de actuar sobre un escenario, lo único que no me gusta, es que la repetición puede volverte loco. Hacer la misma obra todas las noches durante cuatro meses o los que sean¿ es tan difícil conseguir que la obra resulte fresca para cada platea¿ y siempre pensaba: si pudiera hacerlo aunque fuera una de cada dos noches, si pudiera pasar un poquito de tiempo alejado de ella. Y esto es precisamente lo que consigues con el teatro de repertorio: haces una obra y luego puedes alejarte de ella. De esa manera, cada vez que vuelves a hacerla traes ideas nuevas, una nueva relación con ella, y es como reencontrarte con un viejo amigo. Si cantas la misma canción una y otra vez resulta tedioso, pero es una felicidad cantarla una vez a la semana.

AP: Tu debut en Broadway fue con una obra de Chéjov¿ ¿Cómo te sientes al mirar hacia atrás? ¿Te ves más sabio como actor?

EH: Bueno¿ cuando eres más joven no le tienes miedo a nada. Por eso los niños son tan buenos actores, porque no saben lo difícil que va a ser la vida. Y no saben qué es lo que tendría que ponerles nerviosos. Y cuando te haces mayor algunas cosas se hacen más fáciles, y otras más difíciles. Cuando era más joven la actuación era pura alegría¿ ahora es mi profesión, mi forma de ganarme la vida¿ está lleno de otras cosas.

AP: Además de actor eres escritor y director: dirigiste tu primera obra de teatro hace dos años. ¿Qué has aprendido de Sam Mendes como director, que pondrás en práctica la próxima vez que dirijas?

EH: ¿Sabes? He aprendido un par de cosas muy específicas, pero sería tedioso comentarlas porque realmente son muy específicas. Él no tiene un objetivo oculto con la obra, el tiempo de los ensayos es muy largo, y él deja que la obra le hable. La mayor parte de las veces el director tiene ideas claras, definitivas, sobre cómo hay que hacer la obra y lo que él va a decir a través del montaje¿ pero Sam no. Él nos deja aprender juntos sobre la obra, y da un poco de miedo hacerlo así porque a veces da la sensación de que no sabe lo que está haciendo ¿una sensación necesaria para dejar que las ideas surjan. Ahí radica la emoción de trabajar con Mendes.

AP: En las dos obras haces papeles de hombre joven: el eterno estudiante en Chejov, y el villano cómico en Shakespeare¿

EH: Sí, pero él no tiene edad. Atolycus lo puede hacer un chaval de 22 años igual que un señor de 72. No tiene edad. Pero continúa¿

AP: ¿Las dos obras se alimentan la una a la otra? ¿Aprendes sobre cada una de ellas por separado o conjuntamente?

EH: ¿Sabes? Son tan distintos los papeles¿ Unos cuantos del reparto tenemos personajes que son diametralmente opuestos. Yo los siento así, y ahí está la diversión. En uno canto, hago comedia, música, es juguetón, y es una forma presentacional de actuar: hablo con el público. La relación principal de mi personaje en la obra es con el público. Y Chéjov en cambio es para actores de método: tienes que preguntarte por tu pasado, por tu historia, por lo que el personaje desayunó, por cómo es su relación con su madre¿ no pueden ser más distintos.

AP: Has escrito novelas, has participado en grandes películas¿ la última que vimos fue Antes que el Diablo Sepa que has Muerto, que es magnífica, enhorabuena.

EH: Gracias. A mí también me gusta esa peli¿

AP: Es muy buena. Me pregunto: ¿lo efímero del teatro molesta de alguna manera a los actores? Las películas pervivirán, y las novelas también, pero el teatro no¿

EH: ¿Sabes lo hermoso del teatro? Que no hay mentira en él. En literatura hay una mentira. En el cine hay una mentira. Y es que pervivirán. Y todo pasa. Incluso Shakespeare será olvidado algún día. Pero todo el mundo con el que escribió ha sido ya olvidado. Nada permanecerá. Ninguno de nosotros. Y la belleza del teatro es que está vivo en el momento. Estas actuaciones aquí en Madrid nunca podrán repetirse, es como un concierto de rock. Es como ver un concierto de rock en Berlín en el 62: si estuviste allí y fue importante, esas pocas personas que estuvieron allí lo sabrán. Y eso es lo hermoso del teatro. La mentira del cine es que pervive: pero envejece. La gente no habla de los primeros años del cine. Hasta mis hijos son incapaces de ver una película de Paul Newman: no les importa, y sólo han pasado unos pocos años.

AP: La radio también es así. Ahora que tenemos internet tus palabras seguirán ahí un tiempo quizá más allá del programa de esta tarde¿

EH: Tal vez.

AP: Muchas gracias, ha sido un placer.

EH: Ha sido fácil. Me encanta la radio.

¡Esto aún no ha terminado! Tenemos un postre: nuestra pregunta al director Sam Mendes (American Beauty, Camino a la Perdición, Revolutionary Road) en la rueda de prensa.

AP: ¿Cómo se eligieron estos dos textos? Son dos obras tardías, descritas por muchos como tragicomedias¿ ¿por qué elegir estos dos textos para este proyecto?

SM: Hace unos seis años hice, con Simon Russell Beale, una función de Tío Vanya, y Como Gustéis. Vinieron a Brooklyn, y fue la primera vez que junté una obra de Shakespeare con una de Chéjov. Y descubrí que las obras dialogaban entre ellas. En aquel caso eran sobre amores no correspondidos, y estaba buscando obras que reflejaran también temas similares. Y como bien dices, ambas están escritas justo al final de las carreras de dos personas consideradas los mejores dramaturgos de todos los tiempos. Y no sólo son obras sobre la nostalgia, la pérdida y el remordimiento, sobre el tiempo y el paso del tiempo, y sobre algún tipo de redención; sino que además tienen escenarios similares. Hemos situado el principio de Cuento de Invierno en el cuarto de los niños, el mismo escenario que el primer acto de El Jardín de los Cerezos. Y también son dos obras que exploran las fronteras, que empujan más allá del naturalismo, escritas cuando ya sus autores habían explorado formas más convencionales de contar historias y están adentrándose en terrenos desconocidos para ellos. Dos espíritus inquietos, dos dramaturgos, que no quieren acomodarse con respuestas que ya han encontrado. Así que El Jardín de los Cerezos encuentras a Chejov experimentando con cosas que no ha probado nunca: el simbolismo, efectos de sonido no naturalistas¿ todo tipo de cosas¿ justo al final de su carrera (aunque él no sabía que ésta sería su última obra). Y lo mismo ocurre con Cuento de Invierno, que le describí la semana pasada a Ethan como el Álbum Blanco de los Beatles: ya saben cómo funciona todo, y les da igual, y están explorando a todos los niveles. Y sin embargo, cuando lo juntas todo, sigue siendo una afirmación artística, y es alucinante, pero nada parece encajar hasta que no lo escuchas de una sola vez. Y eso es lo que yo pienso sobre Cuento de Invierno. Y por estas razones hacemos las dos obras a la vez.