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GEN Z TOPIC

¿Es ser funcionario la solución a todos tus problemas?

  • El número de opositores jóvenes crece exponencialmente en los últimos años y los candidatos menores de 25 años aumentaron un 10% de 2019 a 2020
  • ¿Qué dice de nosotros este fenómeno?

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¿Es ser funcionario la solución a todos tus problemas?

La figura del opositor ha estado expuesta a continuas bromas y tópicos relacionados con el encierro en una habitación oscura, en donde no cabe lugar para la luz solar, y la presencia de un cuerpo desalmado, centrado en el estudio constante de un temario denso que parece no tener final. ¿Quién querría pasar por algo así por su propia voluntad? Ha sido tal la constante parodia que hasta Pantomima Full lanzó un sketch hace más de tres años en el cual se refleja esta angustiosa realidad. No obstante, no todo serán desgracias, ¿no?

El número de opositores totales ha aumentado exponencialmente en los últimos años. Acentuado por la pandemia, según un estudio de OpositaTest, el número de candidatos ha crecido un 30% desde 2019, produciéndose un incremento tanto entre el rango de 25 a 36 años como en el de menores de 25 años, que creció́ de 2019 a 2020 en un 10%, pasando de un 4% a un 14%. En este sentido, el aumento de los opositores jóvenes contrasta con una avalancha de elementos que les empujan al caos vital, alterando de manera constante sus relaciones personales y considerando el hecho de pensar en el futuro como un deporte de riesgo.

Las consecuencias del estallido

Carolina Durante presentó en noviembre de 2019 su tema “No tan jóvenes”, en donde resumieron de una manera bastante acertada la situación de la archiconocida Generación Z en la actualidad. La constante creación de expectativas provenientes de la cultura de la superación y los mensajes fabricados a lo largo del boom inmobiliario de comienzos de siglo generaron un sueño imposible de alcanzar. Son muchas las situaciones en el ámbito económico las que han favorecido el estancamiento profesional y vital de esta generación. Posiblemente la más anclada en la sociedad española en la última década sea la dificultad de entrar en el mercado laboral, sobre todo de una manera no precaria. El hecho de que el paro juvenil haya bajado en contadas ocasiones del 20% en las últimas dos décadas es indicativo de este hecho, habiendo alcanzado picos de más del 50% a comienzos de la década pasada tal y como refleja el INE.

Evidentemente, la actividad laboral inconstante de los jóvenes no es el único hecho al que tienen que hacer frente. La masiva cantidad de construcción de vivienda residencial que trajo consigo la burbuja inmobiliaria provocó, a su vez, un fenómeno paralelo relacionado con la adquisición de toda la oferta de pisos que se ponía a disposición de la sociedad. Con una clase media (no se va a entrar en el debate acerca de este término, por el momento) llena de aires de grandeza y ascenso social, se comenzó a gestar un negocio hipotecario que progresivamente se rodeó de cláusulas abusivas y préstamos que se hicieron prácticamente imposibles de asumir cuando estalló la crisis. La burbuja hipotecaria ha sufrido una metamorfosis, en donde ha cambiado de forma, pero no de fondo. En la actualidad, es el alquiler el que ha copado todas las portadas y telediarios con su aumento exponencial de precios. Desde hace una década, todas las Comunidades Autónomas han sufrido, como mínimo, un aumento del 30% del coste del alquiler, llegando a alcanzar cifras del 60% en poblaciones más turísticas o sobrepobladas. En un mundo idílico, según expertos y economistas, el alquiler no debería de abarcar más de un tercio del salario bruto de un trabajador. No obstante, esta cantidad se ha visto superada de manera holgada en los últimos años, acentuándose en los jóvenes, los cuales disponen de sueldos inferiores por norma general, lo que a su vez ha derivado en una independencia tardía, retrasando el abandono del nido.

Sumado a las cuestiones que “tocan el bolsillo”, se encuentran todos aquellos factores socioculturales que aumentan la inestabilidad de los jóvenes. Cayendo en la tentación, ciertamente irresistible, de referenciar a Zygmunt Bauman, la modernidad liquida afecta a todos aquellos ámbitos de interrelación. Incrustado en la estructura de hoy en día, afrontamos una realidad sin seguros como los de antaño. Todo se hace más provisional, en una constante búsqueda de nuevas sensaciones que nos aporten estímulos motivadores. Los vínculos sociales se han vuelto, al igual que el trabajo o la viabilidad de tener una vivienda, más precarios. Y ante todos estos elementos, la mínima esperanza de seguridad en nuestro horizonte se hace más que antojable.

Leyre Jaén (Zaragoza, 1996) y Claudia Gota (zaragozana viviendo en Madrid, 1996) no consideran que haberse sacado su plaza de funcionaria haya sido la salvación universal a todos sus problemas, pero sí un “seguro de vida” a nivel económico. Leyre, tras más de tres años de preparación, ha sacado adelante su plaza de inspectora de trabajo, y Claudia, tras nueve meses de dedicación exclusiva, su puesto como profesora de secundaria. Pese a haber tenido procesos y tiempos diferentes para sacar su oposición, ambas optaron por este camino debido a la “estabilidad y claridad que aporta a tu futuro a medio y largo plazo, tanto en el aspecto económico como en el psicológico”. Uno de los motivos que llevó a Leyre, además de un cierto carácter vocacional, fue la “precariedad laboral y la dificultad de incorporación al mercado de trabajo dentro del mundo de la empresa privada en el Derecho”. Y aunque enfrentarse a una oposición presente también dificultades relacionadas con la incertidumbre, considera que “es la opción más sana mental y económicamente”. Pese a residir en Madrid, una de las Comunidades donde más ha aumentado el coste del alquiler en la última década, Claudia ha podido irse a vivir con su pareja, pero apunta que “si no trabajase como funcionaria, aunque tuviese un sueldo fijo hubiera sido complicado involucrarnos en algo así́”.

Igual que ellas, cada vez más jóvenes están optando por esta salida alternativa al mercado laboral de la empresa privada. Alejados del mundo del emprendimiento y de las dudas de ser despedido en cualquier momento, hay una parte de la Generación Z que se agarra al actual mayor seguro de estabilidad disponible. Y no, sacarte una oposición no va a te va a hacer sonreír instantáneamente un lunes por la mañana, pero, ¿qué cosas sí lo hacen?