Letras cada vez más simples y negativas: así ha cambiado la música pop en el último medio siglo
- A pesar de la tendencia general, tras eventos traumáticos como el 11-S o la pandemia preferimos letras alegres
- Un estudio analiza las 20.000 canciones más escuchadas en EE.UU. entre 1973 y 2023, de Paul McCartney a Beyoncé
¿Qué ha cambiado desde que Elton John, Stevie Wonder, Paul McCartney o Diana Ross copaban la lista de éxitos en Estados Unidos, en 1973, hasta que les han tomado el testigo Taylor Swift, Beyoncé o Dua Lipa? En los últimos 50 años, las letras de las canciones más populares se han ido haciendo más simples, más negativas y contienen más referencias al estrés.
Así lo ha hallado un análisis de los más de 20.000 sencillos que han aparecido en la lista de Billboard de las 100 canciones más escuchadas de cada año en EE.UU. entre 1973 y 2023 y que se ha publicado este jueves en la revista Scientific Reports, asociada a Nature.
Los hallazgos concuerdan con "el aumento de las tasas de depresión, ansiedad y estrés" que se ha dado en estos años y reflejan lo que ocurre tanto en los medios de comunicación como en la literatura, donde también se observa este "aumento del tono negativo". En cuanto a la menor complejidad de las letras, es congruente con "las recientes caídas en el coeficiente intelectual y las puntuaciones de las pruebas PISA", se lee en el estudio.
Preferimos música más positiva tras eventos traumáticos
Aunque la tendencia es clara con los años, los autores del estudio han encontrado llamativas excepciones. Al contrario de lo que pensaban inicialmente, hallaron que cuando se dan acontecimientos traumáticos como el 11-S o la pandemia de 2020, el público prefiere canciones con letras más complejas y positivas.
Es una tendencia "consistente con la idea de la modulación emocional a través del arte". O en otras palabras: la música más positiva y compleja se utiliza como una forma de evasión o "escapismo" durante los periodos de estrés. Esta teoría se ve respaldada por otras investigaciones sobre el confinamiento por la COVID-19, que demostraban que "escuchar música alegre se asociaba con un mejor estado de ánimo y menores niveles de estrés", especialmente entre quienes "experimentaban un mayor estrés crónico".
Hasta ahora, se había planteado que este fenómeno se da a nivel personal, pero este estudio también apunta a que nos ocurre también como sociedad.
Letras más complejas desde la elección de Trump en 2016
Los responsables de la investigación, liderada por el psicólogo de la Universidad de Viena Maurício Martins, también han encontrado otro resultado "inesperado". La tendencia a una mayor simplicidad de la música se alteró en 2016, coincidiendo con la primera elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos.
Se trata de un resultado "interesante" que se enmarca en los cambios culturales que produjo aquella victoria del republicano, aunque "debe tomarse con cautela", ya que los autores no entran a analizar cómo los ciclos políticos pueden influir en este cambio.
"La música no solo refleja el clima emocional de una época, sino que actúa como un barómetro y amortiguador del malestar colectivo", ha explicado María García Rodríguez, musicoterapeuta e investigadora en la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), al Science Media Centre España (SMC). Considera que estos resultados subrayan "el potencial clínico de la música como recurso regulador", en la línea de otros estudios.
"La paradoja del placer en la música triste"
En la misma línea se expresa su compañero de universidad José Fernando Fernández Company. A la vez que queremos escuchar música más alegre cuando estamos tristes, también se da "la paradoja del placer en la música triste", cuando nos gusta escuchar canciones tristes al pasar por un mal momento.
Esta podría explicar por qué, "en condiciones no críticas, las personas pueden sentirse atraídas por música negativa sin que ello pueda implicar la percepción de un malestar real". Terapéuticamente, es una teoría "útil", ya que "la música emocionalmente intensa, pero no invasiva, podría permitir conectar con pacientes que atraviesan procesos de duelo, tristeza profunda o desesperanza", señala también a SMC.
García, eso sí, recuerda que el estudio tiene limitaciones, porque "analiza únicamente las letras, dejando fuera elementos fundamentales para la emoción musical como melodía, armonía o ritmo", se centra solo en el "mainstream estadounidense" y presenta datos correlacionales, sin establecer una causalidad directa entre cambios sociales y cambios musicales.
Los autores reconocen estas limitaciones, pero apuntan también a que en estudios elaborados en otros países, como Japón, se obtienen conclusiones similares. "Estos hallazgos enriquecen nuestra comprensión de la música como una herramienta única para la regulación emocional y subrayan su importancia en la configuración y el reflejo de los estados de ánimo sociales a lo largo del tiempo", concluyen los investigadores.