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Daft Punk: un viaje al corazón para dejar de ser robots

  • Contra publica Daft Punk: We Were The Robots, un libro ilustrado con fotos y documentos para narrar su misteriosa historia
  • La fabricación de sus icónicos cascos, la pirámide en Coachella, su aspecto antes de volverse máquinas... todo
Daft Punk: un viaje al corazón para dejar de ser robots
Daft Punk actuando en The Arches (Glasgow) en enero de 1997 Dave Clarke / Editorial Contra
Javier Villuendas

La historia de Daft Punk es una de las más grandes, y por tanto más innovadoras y neblinosas, de las últimas décadas del pop. Porque el dúo de robots parisino trascendió los límites de la música electrónica para elevarlos, ampliarlos y difuminarlos, y se convirtieron en una leyenda ¿viva? con solo unos pocos álbumes en casi treinta años y un final inesperado y memorable. Ahora el libro ‘Daft Punk: We Were The Robots’ (ed. Contra) recoge la fantasía artística de Thomas Bangalter y Guy-Manuel de Homem-Christo a todo detalle... también fotográfico, ergo con sus cotizados rostros a la luz.

Hijo del productor de música disco Daniel Vangarde, el joven Thomas, nacido en el burgués barrio de Montmartre, tuvo acceso desde bebé a su padre y a sus cacharros, montándose un estudio prontamente para bichear con ellos. En el colegio conoció al lacónico Guy-Man, y formaron un grupo mediocre de indie llamado Darlin’ por una canción de los Beach Boys del Wild Honey (título, por cierto, del proyecto actual de Guillermo Farré). Y total, que la revista Melody Maker despedazó su primera maqueta y la calificó de “punk estúpido”. En inglés, Daft Punk…

Daft Punk se separa "dinamitando" sus álter egos tras 28 años de carrera

Estamos en 1993, en Eurodisney, con Thomas y Guy-Man y un humillante viaje en autobús un tiempo después. Porque la historia de Daft Punk sería otra si un grupo de locos escoceses, los capos del sello Soma, no hubieran publicado sus primeros singles. Internacionales desde la cuna, vaya. Porque se montó una rave cerca del castillo de Mickey para atraer a gente del Reino Unido y el dúo se arrimó a los de la discográfica sin abrir la boca ni una sola vez en dos días. Pero escucharon su casete. Aquello era diferente... Luego se fueron de gira a Nottingham con los djs del club Heavenly social y en la parte de atrás del bus, donde corrían el alcohol y las pastillas, se proferían cánticos sobre los chavales silentes: “Los de la parte delantera cantan de puta pena”, coreaban los trolls. ¿Qué hacía Daft Punk allí? Volverse estrellas.

Y, con todo lo que ya molaba, su primer maxi con "The New Wave" y "Alive" no vendió. Pero The Chemical Brothers y Richie Hawtin les dieron coba, y de ahí ya no hubo revés. Su posterior fichaje por Virgin, para publicar su trascendental debut en largo, Homework, tuvo también su pionerismo por la libertad que los chavales negociaron en una época en la que fichar por una ‘major’ era como que te tocara la lotería. Desde el sello fueron listos, vieron un faro que les guiaría hacia el futuro (algo así como hizo Sony con C. Tangana en España). Y así publicaron este sucio, desgarbado y afrancesado disco hijo putativo del house de Chicago pero personal a la par, con “Da Funk”, “Around the World” y “Rollin’ & Scratchin”, entre otros hits.

"We Are The Robots"

La nave del misterio había despegado con fuerza, y aún voló hacia cotas mucho más altas. En septiembre de 1999 Daft Punk resultaron heridos en un terrible suceso inventado y se metamorfosearon en robots. “No es un concepto, es un accidente”, explicaba Bangalter en una entrevista con Jockey Slut en 2001 que recoge el libro, que es una suma de artículos de esta revista y algunas otras piezas y entrevistas para la ocasión como a James Murphy, de LCD Soundsystem. “Nuestros rostros quedaron hechos un asco, pero fue muy oportuno. Porque ahora somos robots ya no necesitamos llevar máscaras. Los robots son mucho más funkys que las máscaras”, decía Bangalter. Hay que apuntar también que odiaban las fotos.

Una de las guindas del libro es precisamente la entrevista con el creador de los icónicos cascos, Tony Gardner, especialista en animatrónica y prótesis con uno de los currículos más profusos de Hollywood (Chucky, el muñeco diabólico, Zombieland, el Thriller de Michael Jackson…). Los Daft Punk le llevaron unos esbozos de robots de anime y de la película Ultimátum a la tierra, también se habló del debut de George Lucas, THX 1138. Y a partir de ahí moldes de sus cabezas con arcilla líquida y el reto de crear algo para ser llevado durante muchas horas de show, sorteando problemas de peso, visión y respiración, y toda la parte electrónica: que pudieran teclear cosas que luego aparecieran en el casco y que no fuera reflectante si les sacaban una foto… un desafío tecnológico que le llevó cuatro meses. Gardner lo considera uno de los más importantes hitos de su carrera.

Daft Punk: un viaje al corazón para dejar de ser robots

Daft Punk, encasquetados Matt Sayles / Editorial Contra

Al inicio del nuevo milenio, el grupo sacó el polarizador y superlativo Discovery ("One More Time", "Digital Love"...), dirigieron varias películas de música visual (“No hacemos películas para los demás”), la banda sonora de Tron con una orquesta de 90 músicos, publicarían el repudiado Humans After All en 2005, levantaron la pirámide en Coachella en 2006 tras diez años sin actuar esperando a que la tecnología llegara a ellos y cambiar de paso la historia de la escenografía de los DJs, y, ocho años después, en 2013, publicaron Random Access Memories. Es decir, su testamento, con “Get Lucky” con Pharrell Williams y Nile Rodgers, un disco totalmente analógico cuya premisa fue “hacer un disco como si internet nunca hubiera existido”. Y ya.

"Reliquia" para Rosalía

¿Por qué separarse? ¿Qué hicieron todos esos años antes de anunciar su fin? Desde 2013 a 2021, Daft Punk no publicaron nada con su marca a pesar de que la pareja tenía un estudio propio en París en el que trabajaban asiduamente. Y el 22 de febrero, en plena pandemia, su cuenta de YouTube difundió un vídeo de siete minutos titulado Epílogo. Ahí vemos al robot Guy-Man activando una bomba detrás del robot Thomas, en el desierto, estallando este en pedazos, y el otro marchando hacia el sol. Mucho se ha especulado sobre su significado. Desde entonces, Bangalter ha compuesto la música para el ballet de la Ópera Nacional de Burdeos y hace un mes se subió de nuevo al escenario con Fred Again y su antiguo mánager Pedro Winter. Y Guy-Manuel de Homem-Christo, más oculto, ha resurgido recientemente para co-escribir “Reliquia”... para Rosalía.

Hablamos de la quizá banda electrónica más importante desde Kraftwerk, con quienes comparten semejanzas. Su influencia es enorme, y en esta obra se citan desde Ariana Grande hasta el hyperpop, sin olvidar que fueron los padrinos del EDM y del rock ‘n’ rave con pupilos como Justice, Digitalism, Boys Noize… Comercialidad y vanguardia, su último álbum fue número uno en Francia, Reino Unido y Estados Unidos. Aún hoy superan los 25 millones de oyentes mensuales en Spotify, con muchos temas con cientos sino miles de millones de reproducciones.

Daft Punk: un viaje al corazón para dejar de ser robots

Guy-Manuel de Homem-Christo y Thomas Bangalter de muy jóvenes Dave Clarke / Editorial Contra

Relata en esta antología Dave Clarke, el mánager de Soma Records, sus descubridores escoceses, que cuando hicieron pública su despedida le mandó un mail a Bangalter, y este no se escapó a la francesa y le respondió: “Creo que hemos hecho algo, lo hemos terminado. Ahora puedo volver al underground si quiero”. Seguramente tengan mucha música hecha, y nadie tiene ni idea de qué van a hacer con ella, con lo perfeccionistas que son. ¿Habrá un "One More Time"? Madonna también tiene algo que decir y desde 2013: "Me encantaría trabajar con Daft Punk... estoy esperando a que me devuelvan la llamada". Pinta regular.

Un arco marciano en el que tocaron varios palos con éxito y que firmaría un tecnófobo neoludita: del house de Chicago con french touch al funk tocado por instrumentos. Una de las palabras favoritas de Bangalter es retrofuturismo, de hecho, de quien se comenta, por cierto, que al final le tiraba ya más la música experimental. Y a Guy-Man, el hip-hop. Aunque dos años después del fin, el primero hizo esta revelación y aviso humanista: "En Daft Punk tratamos de usar estas máquinas para expresar algo extremadamente conmovedor que una máquina no puede sentir, pero un humano sí. Siempre estuvimos del lado de la humanidad y no del lado de la tecnología. Por mucho que ame a este personaje, lo último que querría ser, en el mundo en el que vivimos en 2023, es un robot".