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Entrevista

Mikalai Statkévich, el veterano opositor bielorruso que antepuso sus principios a su libertad

  • Rechazó ser liberado y, tras horas en la frontera, fue devuelto a Bielorrusia por agentes encapuchados
  • Su esposa, Marina Adamóvich, explica sus motivos y relata su batalla para averiguar su paradero
Expertos de la ONU denuncian la desaparición forzosa del opositor bielorruso Statkévich
LARA PRIETO (ENVIADA ESPECIAL A BIELORRUSIA)

A Mikalai Statkévich le sacaron sin pedirle su opinión de la prisión bielorrusa en la que cumplía una condena de 14 años. Le habían sentenciado bajo la acusación de organizar las protestas masivas que en 2020 pedían la renuncia del presidente Alexander Lukashenko, en el poder desde hace más de tres décadas. El nombre del líder del Partido Socialdemócrata Bielorruso –Asamblea del Pueblo fue incluido en una lista de 52 presos que iban a ser liberados en una operación en la que Estados Unidos ejerció el papel de mediador. Pero Mikalai se negó a salir del país.

Statkévich, en la frontera entre Bielorrusia y Lituania / Comité Estatal de Fronteras de Bielorrusia

Statkévich, en la frontera entre Bielorrusia y Lituania. COMITÉ ESTATAL DE FRONTERAS DE BIELORRUSIA

"Los llevaron a todos en autobuses. Y a un metro de la barrera, Mikalai le dio una patada a la puerta y se bajó. No cruzó la frontera de la Unión Europea, hacia Lituania. Se quedó a uno o dos metros de la barrera bielorrusa". Lo cuenta a RTVE su esposa, Marina Adamóvich, a la que entrevistamos en un lugar discreto en Minsk. Dice que se enteró de todo cuando Mikalai ya había tomado la decisión de regresar, pero antes estuvo horas en tierra de nadie, entre Bielorrusia y suelo europeo.

Su espera fue registrada por una cámara del Comité Estatal de Fronteras de Bielorrusia. Marina pudo hablar con él porque alguien le hizo llegar un teléfono. Ni se planteó intentar convencerlo para que saliera del país.

Marina Adamóvich en la entrevista con RTVE

Marina Adamóvich en la entrevista con RTVE. RTVE

"Él me informó de que intentaban deportarlo, me dijo que estaba volviendo y que no lo permitiría", explica. Se le corta la voz al recordar esta conversación.

Hacía más de tres años que no hablaba con su marido. Mikalai lleva cinco años y tres meses y medio encerrado en una cárcel de máxima seguridad en condiciones durísimas. Es el centro penitenciario al que envían a los condenados por los delitos más graves.

La mitad de ese tiempo lo ha pasado en celdas de castigo, donde resistir es todavía más difícil. Tiene problemas de salud. Padece arritmia, bronquitis crónica, a veces le cuesta caminar y le dio un infarto en prisión. Nada de eso le ha hecho cambiar de opinión.

Mikalai Statkévich y Marina Adamóvich en una imagen de archivo

Mikalai Statkévich y Marina Adamóvich en una imagen de archivo. 

"Haremos libre a este país"

"Es una posición muy meditada, ha sido su posición desde hace muchos años. Incluso cuando en 2015 fue liberado [tras otro de sus pasos por prisión] y cientos de personas lo recibieron en la estación del Este de Minsk, prácticamente lo primero que dijo fue: no me iré a ninguna parte, juntos haremos libre a este país", recuerda Marina.

Finalmente, tras bajarse del bus en la frontera, unos agentes encapuchados lo llevaron de nuevo para territorio bielorruso. Ahora se desconoce su paradero. Marina no sabe en qué prisión está. Ha puesto una denuncia por desaparición. Le han dicho que en dos semanas tendrá una respuesta oficial.

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Quien sí ha confirmado que el veterano opositor está de nuevo en territorio bielorruso es Alexander Lukashenko: "Fue allí, como a una zona neutral o algo así, y nuestros chicos le preguntaron: '¿Quieres ir a Bielorrusia? Irás a la cárcel...'. [Él respondió]: 'Iré a la cárcel'. Bien. Se lo llevaron a Bielorrusia. ¿Para qué llevarle la contraria?". No ha aclarado a dónde lo han llevado, lo que daría algo de paz a su familia. Muy al contrario. Ha hecho el siguiente comentario que deja poco margen al optimismo:

"En el momento de su liberación, Statkévich ya estaba llegando al final de su vida", dijo. Y añadió lo siguiente en un tono entre coloquial y despectivo: "Podría morir pronto, Dios no lo quiera, en prisión". Palabras que seguramente no amedrentarían a alguien como Mikalai Statkévich que, según su esposa, regresó a Bielorrusia "siendo plenamente consciente de que cualquiera podría ser el resultado".

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Algo parecido hizo hace unos años María Koléshikova, una de las tres mujeres que lideraron las protestas masivas contra Lukashenko de 2020.

Imagen de archivo de María Kolesnikova durante una protesta

Imagen de archivo de María Kolesnikova durante una protesta. GETTY

Le iban a deportar y para impedirlo rompió su pasaporte delante de los agentes que le custodiaban. Desde entonces está encerrada cumpliendo una condena de 11 años por "conspiración para tomar el poder". Su nombre nunca ha sido incluido en las listas de presos condenados por supuesto extremismo que han obtenido el indulto presidencial.

La ola de liberaciones empezó el año pasado y se aceleró con el regreso de Trump a la Casa Blanca. Esto se interpreta como parte del actual acercamiento diplomático entre Washington y Bielorrusia, estrecho aliado de Moscú. Este verano, Lukashenko habló por teléfono con Trump. Fue, según el medio ruso RBK, su primera conversación larga con un líder estadounidense desde que llegó al poder en 1994.

Foto encuentro Lukashenko – Cole 11/09/2025 o con Kellogg 21/05/2025

Foto del encuentro entre Lukashenko y Kellogg. GETTY

Además, en lo que llevamos de año, representantes de la Administración estadounidense han estado al menos seis veces en Bielorrusia. El último encuentro fue justo antes de la liberación de este último grupo de presos. Participaron Lukashenko y el enviado presidencial John Cole, que le regaló de parte de Trump unos gemelos con la imagen de la Casa Blanca. También le hizo llegar este mensaje del presidente estadounidense: "Oramos por su salud y bienestar, así como por el continuo progreso hacia nuestros objetivos comunes en nombre de los pueblos de Estados Unidos y Bielorrusia".