Buñol se empapa de rojo en la Tomatina de 2025 para renacer tras la dana de Valencia
- Los tomates de estilo pera provienen este año desde Extremadura
- En la Tomatina han participado en torno a 22.000 personas, según el Ayuntamiento de Buñol
Las calles de Buñol (Valencia) vuelven a impregnarse de rojo con la batalla de tomates que cada año tiene lugar en esta localidad valenciana. Este 2025, la Tomatina adopta el lema de Tomaterapia, como símbolo de superación colectiva y de renacer tras la dana sufrida en octubre de 2024, que solo en Valencia dejó 228 víctimas.
Miles de personas se han preparado la vestimenta perfecta para enfrentarse a la batalla de tomates: camisetas blancas, gafas de bucear, gafas de sol o gorros. Entre los 22.000 asistentes previstos, había personas provenientes de la Comunidad Valenciana, de otras partes de España o de otros países remotos como China o India.
Alegría y emoción entre los asistentes
Previo a la fiesta, varias personas desde sus terrazas y sus balcones han lanzado agua a los asistentes para empaparlos. Y a las 12.00 horas un cohete ha marcado el inicio de la Tomatina; varios camiones con una decena de personas sobre ellos han comenzado a transitar por Buñol. Los asistentes han levantado los brazos y han silbado en gestos de alegría y de euforia por la presencia del vehículo, que no ha dudado en tocar la bocina para unirse también a esa emoción colectiva.
Las personas sobre los camiones han tirado tomates hacia abajo, hacia el frente y hacia los lados para que diera comienzo esta batalla en la que los participantes, tras coger munición, se han lanzado este fruto sin importar a quién, si amigos o desconocidos. De este modo, las calles se han teñido de rojo después de que los tomates hayan volado. Los asistentes se han tirado al suelo para revolcarse en la mezcla derivada del agua y del tomate con el fin de ensuciarse más.
Esta batalla en Buñol ha tenido una hora de duración. Cuando el cohete se ha lanzado a las 13.00 horas, la euforia se ha mantenido, así como las ganas de seguir tirando tomate. Sin embargo, poco a poco las calles se han vaciado hasta dejar a los últimos asistentes tirándose los restos del fruto o a aquellos que han aprovechado para sacar sus teléfonos para inmortalizar el momento.
Si bien algunas de las fachadas estaban cubiertas con lonas de plástico para protegerse de las manchas de tomate, ha sido inevitable que algunas paredes blancas hayan quedado teñidas de rojo. Lo mismo ha ocurrido con alguna señal de tráfico o con carteles colocados por encima de los asistentes.
Además, se ha recordado al pueblo de Palestina con la exhibición de su bandera en varios balcones, y con carteles en la calle con el mensaje "Stop genocidio del pueblo palestino". Se trata de una acción que ha promovido Esquerra Unida, partido que ha gobernado o ha intervenido en la mayoría de las legislaturas democráticas de Buñol, salvo en la actual. Entre los asistentes hay quien también ha llevado una pancarta con la que se exige la dimisión del presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, por su gestión de la dana.
Declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional
Desde Extremadura provienen los 120.000 kilos de tomate, que vuelve a ser de estilo pera. Se trata de un fruto que se cultiva de manera exclusiva para la Tomatina y no es apto para el consumo humano.
Esta fiesta se originó en 1945, cuando un grupo de jóvenes provocó una pelea improvisada con tomates durante un desfile de Gigantes y Cabezudos. Se trata de una festividad que tiene lugar cada año el último miércoles de agosto y desde 2002, es Fiesta de Interés Turístico Internacional.
En 2013, el Ayuntamiento de Buñol decidió limitar el aforo de la fiesta para evitar aglomeraciones. Se requiere de una entrada para participar en la Tomatina; en total, se venden en torno a 22.000 entradas, de las que 7.500 son preferentemente para residentes y familiares de la localidad.
La lluvia de tomate llega a Tarazona
Este miércoles también ha tenido lugar la fiesta del Cipotegato en Tarazona, Zaragoza. En esta tradición, el Cipotegato ha salido corriendo por las calles del municipio zaragozano mientras una multitud vestida de blanco y azul le arrojaba tomates a su paso, hasta alcanzar las diez toneladas. El Cipotegato, ataviado con el tradicional traje arlequinado verde, amarillo y rojo, y la máscara de los mismos colores, hace un recorrido de unos quince o veinte minutos por el municipio para regresar a la plaza de España y encaramarse a la estatua que representa a este arlequín.
Su identidad se mantiene oculta hasta que culmina su recorrido, pensado y elegido por él mismo y que, habitualmente, tiene relación con su trayectoria vital en la ciudad. Este 2025 el Cipotegato ha sido Jesús Marco, "el Nene", de 43 años, agricultor, vecino del barrio de Cunchillos y padre de dos hijas. Había participado en el sorteo para encarnar al personaje en una veintena de ocasiones y en el que salió elegido podría haber sido el último.
La tradición del Cipotegato, declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional en 2009, acumula 300 años de historia, y tiene numerosas versiones. La más arraigada, aunque no cuenta con documentación y se presume más leyenda urbana que realidad, dice que el Cipotegato era un reo condenado a muerte al que se liberaba si conseguía sobrevivir a la lapidación de los vecinos. La hipótesis más acertada, y que figura en un acta del archivo de la catedral, habla de un origen religioso, ya que Pelexo del Gato era un personaje que acompañaba la procesión del Corpus Christi persiguiendo a los niños para evitar que entorpecieran los actos litúrgicos. Después de la Guerra Civil, pasó a ser un bufón perseguido por los niños que le lanzaban los restos de verduras que quedaban del mercado al aire libre que se instalaba en la plaza del ayuntamiento.