Cómic: La auténtica vida de Julio César en un apasionante thriller histórico
- 32 investigadores han colaborado en este cómic de Alfred de Montesquiou y Névil
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Gracias a Shakespeare, las películas y sus propios escritos, conocemos los hechos más importantes de la vida de Julio César, como su conquista de la Galia, la invasión de Britania, sus amores con Cleopatra o su asesinato a manos de sus propios senadores, incluyendo a Marco Junio Bruto, al que consideraba su hijo. Pero la vida de Julio César fue aún más apasionante, como podemos comprobar en la novela gráfica Yo, Julo césar (Reservoir Books), de Alfred de Montesquiou y Névil. Una obra para la que 32 historiadores de 16 países han investigado durante tres años, para diferenciar la historia de la leyenda y ofrecernos una de las biografías más apasionantes del líder romano más famoso.
Una biografía apasionante que lo tiene todo y que sus autores convierten en un trepidante thriller histórico y político, lleno de drama, pasión, amor, batallas y traiciones, que podría haber firmado el mismísimo Tarantino. Y que nos ofrece uno de los retratos psicológicos más apasionantes de Julio César, un hombre obsesionado con el poder y el control, tan brillante como atormentado. Y que gracias a su tesón lograría convertirse en el hombre más poderoso del mundo, tras derrotar a todos sus enemigos, solo para morir a manos de los que creía sus amigos.
"La vida de Julio César es un thriller épico que va del revés de la fortuna al triunfo, del desastre a la grandiosa venganza, salpicado de apasionadas aventuras amorosas y sangrientas traiciones...", asegura Alfred de Montesquiou.
Página de 'Yo, Julio César'
"Era un marginado, enfermizo y sin recursos"
Una biografía narrada en primera persona por el propio Julio César, que comienza con su nacimiento (100 a. C.), en el seno de una familia patricia de escasa fortuna. Un bebé que pasó meses al borde de la muerte, debido a unas fiebres, y que luego se convirtió en un adolescente de constitución frágil.
“Era un marginado, enfermizo y sin recursos, pero entendió su tiempo y supo manipularlo para llegar a lo más alto”, asegura Montesquieu.
Julio tenía 16 años cuando su padre falleció y se vio obligado a convertirse en el cabeza de una familia acosada por las deudas. Eso le llevó a convertirse en flamen Dialis (sacerdote del dios Júpiter) y a prometerse con Cosucia, una rica heredera. Pero su suerte mejoró cuando rompió ese compromiso para casarse con Cornelia, hija de Lucio Cornelio Cinna, que llegaría a gobernar Roma. Con ella Julio tuvo a su primera hija, Julia.
Fue entonces cuando, en el año 82 de nuestra era, Lucio Cornelio Sila Félix regresó de Asia con sus legiones y ganó la guerra civil, convirtiéndose en dictador. Entonces Sila pidió a Julio César que repudiase a su mujer (hija de su enemigo), lo que obligó a Julio a huir de Roma con su familia. En su huida Julio logró sobornar a unos asesinos que iban a matarlo porque Sila puso precio a su cabeza.
Página de 'Yo, Julio César'
Sus primeros éxitos
Julio César huyó a Asia, donde se unió a los ejércitos de Roma que combatían en ese frente. Y enseguida destacó como líder militar, consiguiendo grandes victorias. Su primera batalla fue en la isla de Lesbos, cuyos pobladores se habían rebelado contra Roma. Pero, a pesar de su creciente fama, no pudo regresar a Roma hasta la muerte de Sila, cuando Julio tenía 23 años.
En el año 70 a. C., con 30 años, volvió a Roma para reunirse con su familia y convertirse en senador. Fue entonces cuando su amada Cornelia falleció al dar a luz a un niño que tampoco sobrevivió. Por lo que César se fue a Hispania, a servir como propretor. Aquí capitaneó una breve campaña militar contra los lusitanos, pero enseguida se aburrió y decidió volver a Roma, que era donde estaba el poder.
Como vemos en el cómic, en uno de sus viajes fue capturado por unos piratas que exigieron una recompensa por su liberación. Una vez liberado, lo primero que hizo fue reunir a sus hombres y volver para aniquilarlos a todos. Los crucificó tras degollarlos.
A los 35 años ya era edil de Roma y se casó con Pompeya por su fortuna. En esa época, Julio César ya mantenía relaciones con numerosas mujeres como Servilia, la madre de Bruto, una relación más duradera. Algunos historiadores sostienen que ambos habían mantenido ya una relación años antes y que Bruto podría ser el auténtico hijo de César. Fue entonces cuando Pompeya protagonizó el mayor escándalo sexual y religioso de la Roma republicana. Uno de sus pretendientes se coló en el palacio por la noche disfrazado de mujer, pero fue descubierto por una sirvienta, lo que causó un enorme escándalo y sirvió a Julio César para repudiar a su mujer y, de paso, quedarse con su dote por infiel.
En esa época de soltería, César regaló a Servilia una enorme perla valorada en seis millones de sestercios, el equivalente al salario anual de una legión.
Y se casaría por tercera vez en el año 59 a.C. con Calpurnia, una adolescente hija de un aliado del triunviro conservador, mientras que concedió la mano de su hija a Pompeyo, su compañero de triunvirato. Casándose con una adolescente, Julio quería tener un hijo varón, pero no lo consiguió.
Página de 'Yo, Julio César'
Sus grandes campañas militares
Con 41 años se convirtió en procónsul de la Galia, con cuatro legiones, 24.000 soldados, a sus órdenes. Y no solo conquistó la Galia, venciendo a las tropas de Vercingétorix, sino que se convirtió en el primer militar romano en conquistar una parte de Britania, que entonces era lo más parecido a los confines del mundo. Fue el primer militar romano en entrar en Britania y en Germania.
La tragedia volvió a golpearlo, ya que su hija Julia murió al dar a luz a un niño que tampoco sobrevivió y su anciana madre también falleció por la pena. Lo peor fue que un procónsul no podía regresar a Roma durante su mandato y César no pudo asistir a los funerales.
Pero mientras Julio César se convertía en una leyenda, en Roma, sus enemigos políticos intentaban despojarle de su cargo y de su ejército a través del Senado. Fue entonces cuando protagonizó el famoso cruce del Rubicón pronunciando la frase alea iacta est (la suerte está echada). Comenzó así una guerra civil en la que se enfrentó a los optimates, liderados por su antiguo aliado, Pompeyo. César venció y se hizo nombrar cónsul y dictador perpetuo.
¿Tu también, hijo mío?
Bajo su Gobierno, la República experimentó un breve periodo de gran prosperidad. En esa época César persiguió a Pompeyo hasta Egipto, que era un protectorado de Roma y, ya de paso, mató al rey Ptolomeo, hermano de Cleopatra. Con esta protagonizó uno de los romances más famosos de la historia y acabó colocándola como reina del trono de Egipto. Fruto de esa relación nació un niño, el futuro Ptolomeo XV de Egipto (Cesarión), que sería el último faraón de Egipto, aunque César nunca llegó a reconocerlo oficialmente como hijo suyo.
En el año 46, Julio César regresó a Roma habiendo triunfado en la Galia, Egipto, África y Asia. Según el cómic, fue entonces cuando el esclavo que le sujetaba la corona de laurel le dijo la famosa frase "Memento mori" ("Recuerda que morirás").
A pesar de que la República vivía una época de prosperidad, muchos senadores temían que Julio César se autoproclamara emperador y acabara con la República. Por eso, el 15 de marzo de 44 a. C., un grupo de senadores, encabezados por Casio y Bruto, lo asesinaron de 23 puñaladas. Marco Junio Bruto, a quien César consideraba casi un hijo, estaba entre ellos. Y las últimas palabras de César: "¿Tú también, hijo mío?", se convirtieron en el emblema de la traición.
Lo curioso es que la muerte de César no solo no restauró la República, sino que desató una nueva guerra civil que culminó con la llegada al poder de Octavio Augusto, considerado el primer emperador de Roma. El asesinato que debía salvar la República terminó por dar paso al Imperio.
En fin, un cómic que, aparte de los datos históricos, que ya conocíamos, nos descubre al auténtico hombre detrás del mito. Una lectura apasionante sobre uno de los hombres más poderosos de la historia.
"Al conocer sus debilidades, sus ambigüedades y las dificultades que superó, podemos ir más allá de los arquetipos y encontrarnos con un hombre que, más allá de su destino excepcional, se parece a nosotros", asegura Alfred de Montesquiou.
La traducción es de Xisca Mas.
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