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El día que la música deje de ser humana: "Los autores no tendrán incentivo para seguir creando" con la IA

  • La IA terminará por nutrirse de sus propias creaciones y puede generar una cultura que deje de ser humana
  • Manu Flores, productor musical, se debe "utilizar la IA de cara a mejorar como profesionales, pero que no quite el trabajo"
Imagen de archivo sobre la inteligencia artifical y la cultura
Imagen de archivo con una mujer navegando en múltiples pantallas. Getty
ANDRÉS SIMÓN (Área de Cultura de Radio 5)
El ojo crítico - Cultura sin personas: la IA como compositor

En las plataformas de distribución de música, ya sea YouTube, Soundcloud o Spotify ya existen artistas que no existen. Suena ilógico, pero hablamos de músicos que están creados utilizando diferentes herramientas de inteligencia artificial: desde su biografía a la música en sí, incluyendo detalles como a qué sustancias es adicto ese artista, entrevistas y fotografías.

En España ya trabaja una discográfica cuyos "artistas" están creados al 100% con inteligencia artificial (IA). Hemos intentado hablar con ellos, pero al relatar el tema del reportaje, no han querido responder a nuestras preguntas sobre hasta dónde llegan las decisiones de la IA. "En nómina" tienen hasta una decena de músicos artificiales que cubren un gran espectro de géneros: desde el flamenco hasta el trap, el post-punk o el ambient.

Hacer una canción con inteligencia artificial ya está al alcance de cualquiera y no es necesario saber de música. Aplicaciones como Suno generan una canción completa en cuestión de segundos con solo aportarles una serie de ideas, letra o géneros. Para ello, utilizan canciones ya existentes, de artistas de verdad, y en su mayoría protegidas por derechos de autor.

Así funcionan las inteligencias artificiales generativas

Cristina Perpiñá-Robert, directora general de SGAE, señala que estas herramientas de inteligencia artificial generativa “han cogido todas las obras existentes y protegidas y las han utilizado para generar estos modelos de inteligencia artificial”. Esto incurre en un problema legal, ya que, “cualquier acto de utilización de obras protegidas para generar estos modelos de IA es un acto de reproducción", argumenta la directora y, sentencia: "Requiere una autorización y una licencia y un pago por utilizar obras, pues como cualquier otro tipo de explotación”.

Por sintetizar: la IA coge canciones reales y protegidas y “se inspira” en ellas para crear otra. No es original, es solo una transformación de algo que ya existe. No hay creación, solo refritos.

Además, como nos cuenta Perpiñá-Robert, si esta situación se prolonga en el tiempo podemos llegar “a una situación en la que se haya desplazado completamente al autor. Nos vamos a encontrar con una cultura generada por máquinas en la que no habrá ningún incentivo para los autores para seguir creando”.

Cuando esto suceda y la producción humana de cultura llegue a niveles mínimos, la IA terminará por nutrirse de sus propias creaciones y estaremos ante una cultura que dejará de ser humana.

Una sola persona es capaz de crearlo (o inventárselo) todo

Y no hablamos de esas mentes privilegiadas, multiinstrumentistas y capaces de llevar para adelante todo el proceso creativo, esto es otra cosa: cuando una sola persona, mediante la IA, encarga todo ese proceso con unos cuantos clicks.

Manu Flores es un productor de música jerezano que trabaja bajo el sello de Sherry Fino. Ve las partes positivas y negativas de la irrupción de la IA en la música y señala que “lo que tenemos que hacer las personas es criticar ese tipo de actos para que podamos utilizar la IA de cara a mejorar como profesionales, pero que no se utilice para quitarle el trabajo a gente que de verdad come de eso”.

Utilizar como herramienta a la inteligencia artificial y no como un medio para crear. Que puedas mejorar tu labor como profesional, pero no sustituirla. “Puedes utilizarlo para crear samples y demás que te pueden valer, porque ahora hay generadores de sonido prácticamente [...] Pero yo no soy muy partidario tampoco, a mí me gusta que las personas utilicen el ingenio”, reflexiona Flores.

Pero el ingenio se sustituye por la generación de melodías, e incluso de ideas de todo el concepto de un disco, mediante la IA. Flores explica que “antes la magia de empezar a hacer música era que te veías un tutorial, y bueno, el que tenía dinero, pues pagaba un curso”.

Los derechos de autor y la inteligencia artificial

Perpiñá-Robert señala que "el resultado que genera" la IA "es una creación que, además, compite con la propia obra protegida por derechos de autor, hecha por un humano".

Lo bueno que tienen las máquinas es que no piden su parte de los derechos. Así que todos los beneficios van a parar a una sola persona. Nos lo aclaraba Manu Flores: "Esto afecta al final a los artistas que son los dueños de todo, los dueños de la editorial. Entonces ya no tienes que darle un 50% a los productores, o los productores repartir ese 50%".

Y hay más: imagina que necesitas un solo de guitarra para tu canción, pero ni sabes tocar la guitarra ni componer. La solución es encargarlo a una IA que se ocupe hasta de pensar cómo va a sonar este solo. Por tanto, no existe necesidad de repartir después los beneficios con ningún creativo.

El futuro de la industria

Según Flores, seguirán existiendo artistas, aunque sin fondo: "Al final la gente va a ir a ver al artista, pero detrás de ese artista hay muchos actores secundarios que lo van a pasar mal".

Perpiñá-Robert cree que la solución, o al menos una manera de afrontar esta nueva realidad, pasa porque "estos modelos estén obligados a identificar las obras que han utilizado para su entrenamiento". Sobre todo lo que se debe evitar es ser engañados, "el consumidor o el público tiene que saber cuando la obra que está consumiendo está generada por inteligencia artificial".

Podemos llegar a un punto en el que la música que exista se genere con inteligencia artificial que se fije en música generada por inteligencia artificial. Un bucle que crearía una cultura deshumanizada y ajena al pensamiento crítico. Consumo por consumo.