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Alba Aguilera, la pescadora más joven de Cataluña que defiende la pesca artesanal: "Me dicen que estoy loca"

  • Además es la armadora más joven y la primera mujer en ejercer este oficio en el puerto de Barcelona
  • En Cataluña, son menos de 10 las mujeres que se dedican a la pesca actualmente
Alba Aguilera, la pescadora más joven de Cataluña
Vanesa Benedicto

Cada día la misma rutina: se levanta a las tres de la madrugada, llega al puerto de Barcelona a las tres y media, ya está embarcando para hacer el trasmallo. Ahora es la temporada del salmonete. Se llama Alba Aguilera, tiene 24 años y ha mamado en un barco, literalmente. Algunos la llaman la Rosalía del Mar. Es la cuarta generación de pescadores de su familia.

Escena en el Puerto de Barcelona: mujer arreglando redes de pesca cerca de un barco azul y aparejos.  Ambiente tranquilo.

 RTVE Catalunya

“Cuando me ven los jubilados que se acercan al puerto me dicen que estoy loca, que el trasmallo es lo peor de la pesca”, exclama Alba. Y es que el trasmallo es un arte de pesca artesanal. Está basado en un enmalle fijo en el fondo del mar compuesto por tres paños de red superpuestos. Un paño central de malla pequeña y dos laterales más grandes, pero de igual tamaño que la malla y el diámetro del hilo. De esta manera, el pescado queda enredado al intentar atravesarlas.

Una pasión compartida

Con Alba trabaja Christian, su pareja. Se conocieron hace tres años en el puerto y dicen que de este modus vivendi no les va a apartar nadie: “Cuando libramos el sábado nos vamos a visitar otros puertos, somos un poco fanáticos de este mundo”.

La vitalidad de Alba es contagiosa. Se arma un moño mientras quita los nudos de las redes y descuelga su móvil para atender la llamada de una empresa que le ofrece dar unas charlas a emprendedores. “Pero a mí no me gusta ir mucho a estos sitios, que pierdo días de faena en este barco y no me lo puedo permitir, además mi lugar está aquí… cerca de mi Mediterráneo”.

Mujer clasificando pescado en cubierta de barco pesquero; hombre en cabina hablando por teléfono;  elementos de pesca visibles.

Reivindicación de un sector invisible

Es difícil dejar de observarla mientras revisa salmonete a salmonete, el “tesoro del día”. “¡Mira qué fresco! La gente debería ir a la pescadería y preguntar de dónde es el producto porque no saben que lo que se pesca en Barcelona es de una calidad extrema”. Christian la mira y ríe: “Esta mujer debería dar clases en todas las universidades porque a números y malabares no la gana nadie”. Y Alba se quita los guantes y muy seria confiesa: “Cada vez me enfado más porque no se valora nuestro sector. El sector primario parece invisible… ahora todo es marketing y del marketing no se come”.

A muchos familiares les da vergüenza porque lo consideran un trabajo de pobres

Una mirada hacia el futuro

Al lado de su embarcación, sigue fondeada la de su padre, ahora jubilado. Rafael no quería que ella fuera su relevo, pero, cuenta Alba, la llamada del mar no la pudo reprimir. “¿Sabes lo que me sorprende? Que ahora los armadores no quieren que sus hijos se dediquen a este oficio y a muchos familiares les da vergüenza porque lo consideran un trabajo de pobres, a mí me preguntan incluso si soy pobre”.

Mujer con micrófono en un muelle, mirando al mar con expresión seria.  Al fondo, un edificio y una bandera. Atmósfera tranquila.

 RTVE Catalunya

Se acaba de comprar un piso y es la envidia de sus amigas quienes, cuenta, le dicen: “Si no te duchas, no vienes con nosotras que hueles demasiado a pescado”. Ella suelta una carcajada cuando lo explica, mientras recoge con Christian las redes para volver a ir mar adentro, a tirarlas de nuevo en unas horas. Salen dos veces al día: a primera hora del día, y al mediodía regresan para vender la captura en la lonja de la capital catalana y vuelven al mar. A las ocho de la tarde regresan al Puerto de Barcelona.

No me voy a cambiar de oficio

Este torbellino de mujer, la pescadora más joven de Cataluña, mira el muelle del puerto de Barcelona mientras susurra “¿veis esto? No hay nadie ya, antes estaba todo lleno... y ¿qué veremos en 10 años? A mí seguro que sí, porque si algo tengo claro es que no me voy a cambiar de oficio”.