La esencia desnuda de 'La traviata' en el Teatro Real: un paseo por el amor y la muerte
- El Real cierra su temporada con el icónico montaje de Willy Decker de la ópera más célebre de Giuseppe Verdi
Es la ópera más famosa de Verdi seguramente porque para Verdi no fue una ópera más. Cuando estrenó La traviata en 1853 ya había experimentado la muerte de su primera mujer, Margherita Barezzi en 1840, y reconstruido su vida con la soprano Giuseppina Strepponi, sufriendo el disgusto de la moral burguesa que le afeaba su nueva relación. De ahí, y tras inspirarse en La dama de las camelias, brotó una obra masacrada en su estreno que le hizo al compositor preguntarse si era culpa suya o de los cantantes.
El tiempo dictó sentencia y este verano regresa al Teatro Real con una de sus versiones más aclamadas de este siglo, estrenada en Salzburgo en 2005, que “ya es un clásico de la dramaturgia”, según el director artístico del Teatro Real, Juan Matabosch. Una deuda que el Real tenía que saldar: no pudo representarse en 2020 por el estallido de la pandemia de covid y ahora finaliza la temporada 2024-2025 con 18 funciones entre el 24 de junio y 23 de julio.
El responsable del montaje, el director de escena alemán Willy Decker, no se cansa explicando su íntima relación con la obra: “Desde el principio sentí una enorme compasión por su protagonista, Violetta. Vivía con ese personaje y la idea es darle al público la oportunidad de sentir el proceso de ver a una mujer joven morir”.
Una idea subrayada por Verdi, que inicia la ópera con la misma música que su final, es decir, con la de la muerte de Violetta. “Cuando la obra empieza Verdi deja muy claro que ella va a morir y que ella lo sabe. Sabe que su tiempo se acaba y de eso va la obra”, explica Decker.
Por eso, un gran reloj domina un escenario completamente aligerado de elementos escénicos. “Ella trata en su vida de reducir esa sensación bailando, bebiendo, lanzándose a la noche de París, pero en el fondo de su alma siente que el tiempo está corriendo”.
La soprano Nadine Sierra, estrella emergente de la ópera, sostiene que cantar no es lo que le hizo amar su oficio, sino que se considera una artista y una actriz. Y desgrana así su vinculación con Violetta. “No sé si los hombres pueden entenderlo. Tengo 37 años, veo el tiempo correr. ¿Se me está pasando el tiempo como mujer? No tengo ese dilema, pero sí el de la juventud”, explica la estadounidense.
Xabier Anduaga el 'La traviata'. Javier del Real.
A su lado, el joven tenor vasco Xabier Anduaga es Alfredo, el joven amante que trastoca a Violetta, un papel “de los más ingratos de la ópera”, en palabras de Matabosch. “Es verdad que es ingrato –concede Anduga—, pero lo he interpretado varias veces y esta es la primera que me lo creo. E, igualmente, lo que canta es precioso y bello. Para mí, él también sabe que ella va a morir desde el principio.
“Es la ópera más privada de Verdi”
La orquesta actúa bajo la batuta de Henrik Nánási, el director más versado en Verdi, prácticamente el único en el mundo que ha dirigido la totalidad de la obra lírica del genio italiano. “El mayor desafío con una obra como esta es que no solo la conoce perfectamente público, sino también los músicos y cantantes. El trabajo es cerrar la partitura y olvidarla, he tenido que borrar mis propias anotaciones de anteriores representaciones y empezar como si nunca se hubiera hecho”, dice Násáni.
Y coincide en el aspecto personal de La traviata para Verdi: “Es su ópera más privada porque había perdido a su mujer e hijos y por eso cada pequeño detalle y movimiento es tan delicado y especial”.
Para Decker, el momento clave de la obra es cuando el padre de Alfredo interrumpe el idílico retiro de la pareja en el segundo acto. “Cuando le enseña a Violetta la fotografía de su hija de 16 años, llena de amor y esperanza, ella decide sacrificarse por esa muchacha: ese el mensaje de Verdi, que la única que realmente ama es ella. Parece que es la moral burguesa que se impone sobre la mujer disoluta, pero es al revés”.