Hillary Clinton, 20 años de montaña rusa
HILLARY, 20 AÑOS DE MONTAÑA RUSA
(LO IDEAL SERÍA FOTO DE LA TOMA DE POSESIÓN EL 20 ENERO DE 1993, ELLA CON SU SOMBRERO)
Esta semana se han cumplido veinte años de la toma de posesión de Bill Clinton como presidente de los Estados Unidos y con él, de Hillary Rodham Clinton como Primera Dama. Veinte años de Hillary Clinton en primera línea de la política y la actualidad nacional y -es el Imperio- la internacional. Hillary se montó hace veinte años en una montaña rusa de la que ahora, de momento, se apea.
En estos veinte años Hillary ha demostrado ser tan o más Come Back Kid (el apodo que se ganó su marido por su capacidad de recuperarse de los batacazos políticos) que Bill.
Hillary llegó a la Casa Blanca precedida del interés de las feministas y el recelo del resto quienes temían –con fundamento- que la esposa del presidente se inmiscuyera en asuntos políticos para los que nadie la había votado. Una mujer que dividía a los ciudadanos. El estigma que la ha marcado estos veinte años.
Su primer momento estelar fue también su gran batacazo, la reforma sanitaria. Deslumbró a los Congresistas con su dominio de la materia y sus dotes dialécticas, pero el plan fracasó y muchos lo atribuyen al hermetismo y el partidismo con que llevó el proceso Hillary.
A los Clinton Washington DC los recibió de uñas. La oposición republicana tampoco les dio tregua en los varios escándalos, sexuales y económicos, que los rodearon. En los ocho años de presidencia Clinton Hillary fue para los estadounidenses casi de todo, mujer inteligente y fuerte, peligrosa urdidora de planes maquiavélicos y corruptelas y esposa ultrajada, pero fiel. El escándalo Lewinsky, al principio, le supuso una de las mayores cotas de apoyo popular. Stand by your man… Aunque algunos sectores de mujeres le recriminaron ser una feminista de pacotilla por aguantarle tanta humillación a su marido. Una mujer que dividía apasionadamente las opiniones.
(FOTO DE LA ÉPOCA LEWINSKY, 1998)
En el año 2000, el mismo año en su marido terminaba su segundo y último mandato, ella emprendió su propio camino a la Casa Blanca presentándose como senadora por Nueva York. Un Estado en el que no había vivido nunca. Un movimiento oportunista y táctico que tampoco le granjeó muchas simpatías.
Al Senado llegó con humildad y se labró un perfil de halcón, sobre todo tras los atentados del 11-S, en sintonía con la mayoría de la población. Y llegó lo que todo el mundo llevaba años vaticinando, que Hillary se presentaría a presidenta. Y así lo hizo, pero con un error garrafal. Se olvidó de la lección del Senado y salió con la arrogancia de “es mi turno”, “ahora me toca a mí”. Craso error. Al resultado de las primarias y de la elección me remito.
Pero si Hillary es algo, en parte por su formación religiosa, es disciplinada. Le costó mucho, muchísimo, tirar la toalla y aceptar que el candidato –y el presidente- iba a ser Barack Obama, pero una vez que lo hizo fue su mejor escudero en público.
(TAL VEZ LA FOTO DEL MIÉRCOLES O JUEVES EN EL SENADO, CON GAFAS, DESPIDIENDOSE)
Quienes la conocen no dudan de su voluntad de servicio y patriotismo y eso, como Secretaria de Estado, recorriendo el mundo en nombre de los Estados Unidos ha calado en los ciudadanos. Hillary la antipática, la ambiciosa, la arrogante, la maquiavélica, se va con un índice de aprobación muy alto (65%) y con la convicción general de que, a día de hoy, es la mejor candidata para presidente en 2016. Pero cuatro años es mucho tiempo en la política estadounidense.
El Pew Research Center ha elaborado un gráfico con análisis pormenorizado de los índices de popularidad de Hillary Clinton a lo largo estos veinte años que ahora se cierran. De momento. ( http://www.people-press.org/2012/12/21/hillary-clintons-career-of-comebacks/