Enlaces accesibilidad

Pepe Mujica, el revolucionario referente de la izquierda latinoamericana que cautivó a diferentes generaciones

  • El expresidente uruguayo ha fallecido este martes a los 89 años
  • RTVE.es entrevista a compañeros políticos, periodistas y escritores que recuerdan su impacto en Uruguay
Muere Pepe Mujica, uno de los 'faros' de la izquierda global
NEREA LARRINAGA BIDEGAIN

José Mujica, o como él prefería que le llamaran, Pepe Mujica, el que fuera presidente de la República de Uruguay de 2010 a 2015, ministro de Agricultura del país de 2005 a 2008 y diputado durante más de nueve años, ha fallecido este martes en Montevideo a los 89 años.

El político sufría un cáncer de esófago desde abril de 2024 que en enero ya se había extendido al hígado. El cáncer le impedía alimentarse correctamente, y además se complicó por la enfermedad inmunológica que padecía desde hace más de 20 años.

El exguerrillero tupamaro, líder del Movimiento de Participación Popular (MPP) y referente de la izquierda latinoamericana, deja un valioso legado, fruto de una vida dedicada a la lucha social. Sus discursos entrelazaron el campo político con el filosófico e hicieron reflexionar sobre el sentido de la vida a personas de todo el mundo. A lo largo de su vida fue admirado también más allá del ámbito político y fuera de su región.

"Pepe va a llegar a ser presidente gracias a su piquito de oro", decía la madre del uruguayo a un vecino mientras Mujica estaba en la cárcel, según contaba él mismo. Así lo recogen Ernesto Tulbovitz y Andrés Danza en Una oveja negra al poder (Debate, 2015).

Viajé por todo el mundo con él, compartimos habitación, estuvimos en los sectores más ricos, en los sectores más pobres y siempre fue la misma persona.

Tulbovitz es contundente cuando se le pregunta por Pepe: "Mujica cambió mi vida y la de mi familia". Cubriendo su presidencia como periodista, explica: "Hice un posgrado en política y periodismo: viajamos, escribí el libro, 1.500 personas vinieron a la presentación en Buenos Aires, mis hijos estuvieron allí, le conocieron". Más tarde, dejó el periodismo, se pasó a la asesoría de comunicación política y ahora trabaja junto al presidente Yamandú Orsi.

"Viajé por todo el mundo con él, compartimos habitación, estuvimos en los sectores más ricos, en los más pobres y siempre fue la misma persona", rememora Tulbovitz.

"Puedo compartir mesa con quien sea, pero no me olvido de dónde vengo"

"Él siempre decía 'puedo compartir mesa con quien sea, pero no me olvido de dónde vengo'", explica el escritor. "No le gustaba que le abrieran la puerta del coche y siempre se sentaba en el asiento del copiloto, nunca detrás", recuerda Tulbovitz. 

"Estuve en la cocina de su casa junto a Andrés Danza infinidad de veces, discutimos, y hasta tuvimos un par de encontronazos, y él me enseñó que decir 'me equivoqué' no desdibuja la integridad de una persona". De las conversaciones compartidas con el líder del MPP, el escritor insiste en que "le molestaban quienes no pensaban con cabeza propia".

"No era súper expresivo", detalla. "Cuando ganó la presidencia a las 20.30 aquel último domingo del mes de noviembre de 2009, no saltó, no gritó… reaccionó con una alegre tranquilidad y normalidad", rememora Tulbovitz, que estaba en la habitación del hotel donde Mujica esperaba aquellos resultados electorales junto a su secretaria y Lucía Topolansky, su mujer.

Topolansky es otro de los grandes pilares a los que mirar para entender la vida y el legado del político. "Nadie se imaginaba a Pepe sin Lucía ni a Lucía sin Pepe", asegura Ana Olivera, diputada uruguaya del Partido Comunista que trabajó durante décadas dentro del Frente Amplio junto al expresidente. Tulbovitz coincide: "Se complementaban y admiraban mutuamente, no se puede entender el uno sin el otro". Topolansky compartió con Mujica la lucha guerrillera de los tupamaros, fue encarcelada en varias ocasiones, ocupó los cargos de diputada, senadora y vicepresidenta de Uruguay y fue la encargada de imponer la banda presidencial a su marido.

"Se puede hacer política desde otras posiciones"

Mujica sorprendió con su manera de hacer política, que ponía a las personas en el centro. Defendía la militancia como una forma de entender la vida donde la reivindicación de la austeridad se convirtió en uno de sus grandes estandartes y cautivó a ciudadanos de todos los continentes. "Antes nombrabas a Uruguay y te respondían con el fútbol, ahora hablas de Uruguay y te responden con Mujica", dice Olivera.

Antes nombrabas a Uruguay y te respondían con el fútbol, ahora hablas de Uruguay y te responden con Mujica

Mujica enseñó a sus compañeros políticos que "se puede hacer política desde otras posiciones y se puede partir de un lugar y llegar más tarde a otro diferente", explica la investigadora de la Universidad de Salamanca especializada en Uruguay, Castellar Granados. "Después de haber estado enfrentado al Estado [mostró] que se puede volver a él y sin resentimiento", explica el doctor uruguayo en Relaciones Internacionales Ignacio Bartesaghi que considera que el mensaje de que "se puede por los votos y no por las armas" es el más valioso que dejó el dirigente.

"No fue un líder que fomentara la grieta", dice Bartesaghi, que destaca su pragmatismo como cualidad política. El experto asegura que la derecha del país "es cauta cuando habla de Mujica, pero le reconoce que cuando hubo alguna crisis respondió para el Estado y no para su grupo político".

Gente despierta - Juan Carlos Iragorri - Pepe Mujica, expresidente de Uruguay

De hecho, Mujica fue "un líder con una proyección regional y mundial extraordinaria —y ese liderazgo— lo acompañaba de un pragmatismo político, fruto de sus aprendizajes, que le permitía ver las cosas con mucha perspectiva y tomar decisiones con mucha agudeza", señala el doctor en Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense especializado en América Latina, Francisco J. Verdes Montenegro.

Granados añade que, "a diferencia de otros líderes de izquierdas con carácter más confrontativo", tenía "una fuerte capacidad de conciliación" y también sabía "cambiar de opinión". No ocultar sus propias contradicciones le hizo ser visto, según Camilo López, coautor del libro José Mujica: Otros mundos posibles (Planeta, 2024), como una "figura polémica y discutida desde otros sectores del espectro político".

Una política exterior "hecha con los pies en la región"

Durante el proceso de escritura de Otros mundos posibles, López y el resto de autores iban los domingos a la chacra de Mujica a conversar con él sobre su visión de la política exterior. También se encargó de digitalizar el archivo del expresidente: "Te podrás imaginar que Pepe no tenía un archivo, sino un conjunto de papeles…", recuerda con cariño.

El investigador explica que "Mujica tuvo una visión de la política exterior muy situada en Uruguay, hecha muy desde el sur; fue una mirada ubicada históricamente y eso supuso un cambio en este campo porque fue probablemente la política exterior más hecha con los pies en la región". Esa "vocación de unionismo latinoamericano", añade Montenegro, la mantuvo hasta el final de sus días.

El dirigente "redescubrió lo internacional después de la cárcel". De hecho, fue "a la salida de su tercera estancia en prisión, la más larga", cuando un militante del Frente Amplio (Guillermo Chifflet) se encargó de "ponerle al día" después de que se escapara en 1971 de la cárcel de máxima seguridad de Punta Carreta junto a otra centena de guerrilleros tupamaros, recuerda López.

Con la vuelta a la democracia, analiza el investigador, Mujica añadió a su mirada histórica un marcado interés por la biología y la antropología. "Fue un agricultor que se dedicó siempre a trabajar la tierra en su granja, que observó el mundo desde allí y pensó la globalidad desde su trabajo como agricultor". "Él mismo se definió muchas veces como 'un trozo de tierra con patas'", rememora López.

Él mismo se definió muchas veces como “un trozo de tierra con patas"

Ese conjunto entre historia, biología y antropología le hizo tener "una visión muy crítica sobre el consumo, la conducta humana y los comportamientos del rico que ponen en riesgo la sostenibilidad del planeta", dice el autor. Los discursos sobre estos temas, que resonaron en todos los rincones del planeta, fueron escritos íntegramente por el propio político. "Nadie se los preparaba —afirma López— como el de Río +20 [uno de sus discursos más famosos], que, según él mismo nos explicó, redactó a partir de un conjunto de notas con temas que le interesaba abordar".

Eran palabras que llegaron "desde otro lado —desarrolla el investigador uruguayo— desde un continente específico, preocupado por la desigualdad estructural y sobre cómo los asuntos climáticos impactan en estas desigualdades... Fue una mirada que partía de su día a día, de ver su plantación de flores y los animales que andaban en el campo. Mujica pensaba desde el sur y entendía América Latina como un espacio que merecía mayor coordinación política".

Uruguay, un escenario favorable para Mujica

Para entender la fama del líder y los logros sociales que alcanzó resulta imprescindible comprender la estabilidad institucional de la que goza Uruguay y la tradición de respeto político construida a lo largo de las décadas y conservada por los diferentes grupos políticos, independientemente de sus ideologías. "Los logros durante su presidencia fueron colectivos", subraya Damián Rodríguez, militante del Frente Amplio, docente e investigador de la Universidad de la República de Uruguay.

La agenda de derechos que defendió Mujica y las leyes que aprobó, que fueron motivo de admiración de muchos gobiernos extranjeros (la legalización del aborto, la marihuana y el matrimonio gay) fueron "una construcción colectiva" donde el entonces presidente sirvió, según su análisis, como "facilitador" más que "catalizador", subraya Rodríguez. "La ciudadanía uruguaya es una ciudadanía altamente politizada", con movimientos sociales que "ya tenían mucho recorrido histórico" y él "formó parte de esos movimientos sociales", dice el militante.

Entrevista a Jose Mujica, presidente de Uruguay, en Los Desayunos

Aunque era consciente de la relevancia de su figura y cómo captaba la atención de gobiernos y personas de todo el mundo, "siempre creyó en lo colectivo", dice López. Hasta el final de su vida, "no hubo tema político en Uruguay que no pasara por Mujica y no se le consultara", explica Granados. Pero, aun así, "nunca se subía al estrado, en los encuentros políticos, dicen que se colocaba en una silla en el centro de la gente, al mismo nivel que el resto", afirma la investigadora.

En este sentido, él siempre repetía que "un dirigente sirve cuando deja una generación de relevo que le supere con creces", recuerda Tulbovitz, y esa tarea de conseguir un relevo generacional sólido (tanto en su partido, el Movimiento de Participación Popular, como el grupo político dentro del que este se incluye, el Frente Amplio) fue una en la que puso un gran empeño, según coinciden la mayoría de entrevistados.

Así lo repitió en el acto de cierre de campaña de las elecciones uruguayas del pasado 27 de octubre, donde advirtió: "Estoy muy cerca de emprender la retirada de donde no se vuelve, pero soy feliz porque están ustedes, porque cuando mis brazos se vayan habrá miles de brazos sustituyendo la lucha". Algunos de los asistentes estallaron en lágrimas.

Mujica introduce su voto en la urna el pasado 27 de octubre en Montevideo, durante la primera vuelta de las elecciones presidenciales del país. Mujica, el referente de la izquierda latinoamericana que cautivó a diferentes generaciones: “Pepe cambió mi vida y la de mi familia”.

Mujica introduce su voto en la urna el pasado 27 de octubre en Montevideo, durante la primera vuelta de las elecciones presidenciales del país. Pablo PORCIUNCULA / AFP

Cuenta Camilo López que Mujica escapó del photocall del Festival de Cine de Venecia en 2018 cuando se estrenó la película El Pepe, una vida suprema, y que se salió cinco minutos antes de la sala donde se proyectó para evitar ser el foco de los aplausos. Así era el expresidente uruguayo, un político que recibía a mandatarios de todos los países en su chacra, pero que rehuía de la pose. "Yo no soy una estrella, soy un estrellado", advirtió a sus compañeros cuando quisieron obligarle a pasar por delante de los flashes.

Yo no soy una estrella, soy un estrellado

Tulbovitz recuerda que "Mujica le tomaba el pelo a la muerte, convivía con ella y apelaba al humor cuando la nombraba… Incorporaba en su relato el tema con una facilidad que yo nunca había visto, y nos decía: 'Cuando deje la presidencia voy a hacer dos cosas: voy ir a Muxika [municipio vizcaíno en el que nació su padre y que visitó en dos ocasiones] con Lucía, y luego voy a ir a un entierro, el mío'". Hasta respondía cuando la gente le pedía "una última foto": "¡No! La última en el cajón".