Adrián Orr estrena 'A nuestros amigos': "Para mí esta película es como decir a mis amigos que los quiero"
- La película sigue a una joven durante cuatro años, durante los que su vida cambia por completo
- Protagonizada por Sara Toledo, llegará a los cines este viernes, 4 de abril
Tras Niñato, su multipremiada ópera prima, el director Adrián Orr (Madrid, 1981) vuelve a sorprendernos con su segunda película: A nuestros amigos, con la que acaba de ganar el Premio a Mejor Documental en el Festival de Cine Español de Nantes. Un retrato generacional de barrio sobre la amistad y el paso a la edad adulta que captura con gran sensibilidad los momentos cruciales que definen quiénes somos. Una película que llegará a los cines este 4 de abril.
A nuestros amigos, sigue a la joven Sara Toledo durante cuatro años, durante los que vemos como la joven comparte su vida con los amigos del barrio. Pero un verano, mientras termina los exámenes de acceso a la universidad, conoce a Paula y hace nuevas amistades que la introducen en el mundo del teatro. Poco a poco se va alejando de su entorno y de aquellas amistades que pensaba que durarían para siempre. Es entonces, cuando tendrá que decidir quién quiere ser.
"La película -nos cuenta el director-, nació cuando conocí a Sara Toledo, una joven actriz que en ese momento estaba empezando a ensayar la obra Future Lovers, de la compañía La Tristura. Celso Giménez, que es uno de los guionistas de la película, también es uno de los directores de esa compañía y estaba trabajando con él en una película muy diferente cuando ambos nos dimos cuenta de que lo que queríamos era filmar a Sara. Entonces empezamos a pensar en una película que tenía mucho que ver con esa energía que tenía Sara en ese momento, a los 17 años".
"Empezamos a filmarla el verano que hizo los exámenes de selectividad para ir a la universidad -añade el director-. Y estábamos fascinados con esa energía adolescente y muy reivindicativa de Sara. Esa energía que le llevaba a querer cambiar las cosas, aunque todavía no tuviese las herramientas necesarias para saber exactamente qué cosas. Esa energía se nos contagió también a nosotros, porque tenía mucho que ver con mi primer corto, Las hormigas (2007), que hice con mis amigos del barrio cuando tenía 20 o 21 años. Quería volver a ese universo de la juventud y el paso del tiempo: la construcción de la identidad, la búsqueda de nuestro lugar en la sociedad, las aspiraciones, la sexualidad, el trabajo, la diversión, la política, la cultura... Por eso rodamos a Sara durante esos cuatro años".
Jugando con la realidad y la ficción
En su anterior película, El niñato (2017), Adrián contaba (también de forma documental y durante varios años) la historia de un joven desempleado que lucha por sacar adelante a sus tres hijos pequeños y al mismo tiempo intenta mantener viva su ambición como cantante de hip hop. Le preguntamos hasta que punto están relacionadas. "En este caso es distinta -asegura el director-, porque la propia obra de teatro en la que se inspira la película, Future lovers, nos permitía jugar con la realidad y la ficción, porque mostramos muchas cosas reales de Sara pero también reconstruimos otras que han pasado e incluso algunas que no han ocurrido. Tanto Celso como Samuel Delgado, que se nos unió en la escritura, quisimos desde el principio jugar con la realidad de Sara y del resto de personajes para crear otra cosa. Y la pieza de teatro nos daba ese pie para crear e imaginar otros mundos".
La película también nos muestra ese paso de la adolescencia a la edad adulta que ha inspirado muchas películas pero que aquí es real: "Creo que hay un momento clave en la película, que es reconocerme en Sara -nos comenta Adrián-. En ese proceso de cambio, de desplazamiento cultural, de salir de un barrio en el que no has tenido relación con el arte y mucho menos habías sentido que pudiese hacer algo artístico. Lo que le pasa a Sara con el teatro a mí me pasó con el cine, cuando comprendí que no tenía que ser relojero de barrio, como Pedro en la película, ni albañil o electricista como mis amigos. Que aunque nadie hacía cine en el barrio yo podría hacerlo".
"Yo tardé casi 20 años en darme cuenta de eso -añade-, pero vi que Sara lo estaba afrontando en ese momento con el teatro. Entonces intentamos centrarnos en eso, en el paso del tiempo y en retratar como cambian las relaciones de Sara con sus amigos de toda la vida, con su nueva novia... tratar esos cambios al tiempo que Sara sale de ese espacio en el que había crecido y descubre un mundo nuevo. De alguna forma, es un desplazamiento cultural, además de físico".
Eso no significa que Sara o que Adrián se olviden del barrio. "No, para los dos es muy importante -nos confiesa Adrián-. Sara sigue viviendo en su barrio, muy cerca de donde se crio con sus padres. Yo me he mudado a otro, también en Carabanchel, pero siempre he vivido en barrios y conservo mis amigos de la infancia y juventud. Tenemos como una conciencia de clase en eso y por eso lo queríamos plasmar en la película de tú a tú. porque cuando la gente burguesa filma a otra más desfavorecida, lo hace desde el buenismo, hay una mirada condescendiente, muy política, muy marcada, que condiciona el relato, la realidad que filmas. Pero en mi caso tiendo a tener empatía con esas personas, de igual a igual, porque es como si me estuviera mirando a mí mismo. Intento ser lo más honesto posible para captar la mayor verdad en ellos".
Fotograma de 'A nuestros amigos'
"Sara es una tipa muy dura"
En cuanto al cambio que experimenta Sara al conocer ese nuevo ambiente teatral, Adrián nos comenta: "Al principio Sara es una tipa muy dura, cuyos amigos son los de la pandilla del barrio. Está rodeada de hombres, de chavales racializados, y luego se mueve a un ámbito más amable que tiene que ver con la universidad y luego con la compañía de teatro. Y queríamos crear un contraste entre esos dos mundos, pero no lo construimos desde un cliché narrativo, como una grieta gigante entre los pobres y los ricos o cosas así, tipo Martin Eden. Sino contar su desplazamiento tal y como lo hemos vivido nosotros, que es muy poco a poco".
"Lo contamos a partir de cosas muy cotidianas, gestos muy pequeños.... Hoy en día es más difícil ver eso porque estamos todos más igualados con el tipo de música que escuchamos, nuestra forma de vestir..., es más fácil disimular tu clase. Es un poco lo que cuenta Didier Eribon en Regreso a Reims, que es un libro que leí mucho durante el rodaje. Y, por ejemplo, mi madre, cuando vino de Extremadura a trabajar a Madrid, su brecha de clase, era mucho más marcada. A mí me costó menos y a Sara menos aún, aunque ella también estuvo condicionada de otra manera por ser mulata. Pero a nivel de clase creo que hoy en día se intentan disimular esas clases sociales para decir que no existen. Es una forma de eliminar la conciencia de clase trabajadora para crear una clase media gigante en la que cabe gente que gana 15.000 euros al año junto a los que ganan 60.000. Todos son clase media aunque sus vidas sean completamente diferentes, vivan en sitios distintos y hagan las cosas de forma completamente diferente".
"Pero en la película nosotros queríamos que Sara se reconociese en su barrio y sus amigos, que tuviera esa conciencia de clase. Aunque la vida le vaya a llevar por no sabemos dónde. El personaje acaba reivindicando sus orígenes y se siente orgulloso de donde viene. Creo que es muy importante reconocer de donde vienes".
Fotograma de 'A nuestros amigos'
La importancia de hacer teatro a los 18 años
Preguntamos a Adrián Orr si cree que hacer teatro a los 18 años puede cambiar la vida a esos chavales de barrio. "A Sara le cambió la vida completamente. En La Tristura hay chavales que hacen teatro desde pequeños porque tienen padres músicos o actores, con otro nivel social. Pero también gente como Sara, que su padre es exiliado cubano, su madre española y viven en Carabanchel. Eran una familia muy alejada de cualquier tipo de cultura y por eso el teatro ha sido tan importante para ella. En dos años su vida cambió radicalmente con la universidad, el teatro y cuando yo la empecé a filmar, que fue cuando descubrió el cine. De hecho, hizo Comunicación Audiovisual, el verano pasado se fue a la escuela de Cine de Cuba, para hacer un curso. Y ahora está montando su primer cortometraje como directora".
"También trabaja de auxiliar de cámara en rodajes de series y películas... Está dejando la actuación y el teatro para ir más a lo audiovisual y creo que en eso yo y el rodaje de la película hemos tenido un poco de culpa, que hemos contagiado a Sara esas ganas de querer probar esta forma de expresión que es el cine. Por supuesto, el teatro también le ha abierto un nuevo mundo. Al final, para mí el cine es compartir y aprender mutuamente. Yo he aprendido también mucho de Sara, de Pedro... y lo que ellos han aprendido quizás conmigo es sobre libros, películas o conciertos de música, de jazz, que los recomendaba. Otro amigo también me enseñó esas cosas a mí, el cine, la música... y es alucinante descubrir esos mundos apasionantes cuando no sabes ni que existen".
Fotograma de 'A nuestros amigos'
Cuatro años de rodaje
El rodaje de la película se ha alargado durante cuatro años. "Siempre rodábamos en verano, porque son tres bloques de tiempo -nos comenta Adrián-. Luego montábamos y reescribíamos en base a eso y volvíamos a rodar. Y así una y otra vez. La película se basa mucho en ver a dónde nos llevaba Sara. Fuimos detectando estas cosas que te decía de su proceso de distanciamiento, de su vinculación, de sus cambios... Pero, al mismo tiempo, siempre nos sentimos muy libres de imaginar una película que no tuviese que estar directamente vinculada con Sara, en el sentido de que hay muchas cosas que podían ser inventadas y que tuvieran que ver con ese juego de la memoria que hace la película, de recordar los momentos pasados".
"Por eso -nos confiesa-, Y entonces hay muchas cosas que no son documentales en el sentido estricto de la palabra. Son pura ficción o están basadas en una realidad que luego hemos transformado. Lo importante era conseguir esa verdad que luego se ve en la pantalla y espero que el espectador sienta esa verdad. Pero el proceso de hacerla, si es más reconstrucción, más ficción... Creo que eso habla de la forma de hacer la película y no tanto de lo que queríamos contar".
Adrían Orr ©Matías Ruedlinger
Como os podéis imaginar, el paso del tiempo es vital en la película. "Para mí el cine es una de las artes que mejor puede retratar el paso del tiempo -nos confiesa Adrián-. Al niñato, por ejemplo, lo estuve filmando durante cinco años. Y aquí queríamos ver esa transformación de Sara, retratando su realidad pero también dejando entrar a la ficción, jugando libremente con el cine para que se sintiese bien el paso del tiempo, Sentir cómo cambia Sara, no solo físicamente, sino también emocionalmente. Creo que no podríamos conseguir transmitir esos cambios reales de otra manera. Hay algo de esa verdad que vemos en la película que es innato al paso del tiempo".
A pesar de ser una historia tan de barrio, Adrián Orr asegura que: "Creo que la película tiene mucho que ver con eso de reflejar un momento y una realidad de la juventud, en este caso la madrileña, pero que creo que también puede reflejar la juventud urbana de muchas ciudades del mundo. Ese momento en el que aprendes a gestionar las emociones. Y reivindicar la amistad desde ahí, desde un sitio que a nuestra generación, por ejemplo, no nos habían mostrado, Porque de pequeños no nos enseñaron a abrazar a los amigos y a decirles que los quieres. Por eso, para mí esta peli es como dar un abrazo a mis amigos y decirles que los quiero, que es algo que nunca he sabido decirles verbalmente. Creo que la generación de Sara es mucho más libre en ese sentido".
A nuestros amigos llega a los cines este 4 de octubre.
Cartel de 'A nuestros amigos'