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Coronavirus

Test masivos en las residencias de mayores de Baleares para frenar uno de los principales focos

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Empleados de la residencia Oasis de Mallorca, una de las dos intervenidas
Empleados de la residencia Oasis de Mallorca, una de las dos intervenidas

El 40% de los muertos con coronavirus en Baleares son ancianos que vivían en residencias de gente mayor. Casi uno de cada tres positivos de COVID-19 en Baleares se han detectado en residencias de la tercera edad. Este porcentaje se explica, en parte, por la política de tests masivos en este colectivo.

[Radiografía del coronavirus en residencias: más de 11.000 fallecidos]

El Govern ha decidido hacer pruebas a usuarios y profesionales, aunque no tengan síntomas, para intentar atajar la propagación de la enfermedad en un foco evidente de transmisión y que afecta además a un colectivo de riesgo, la gente mayor, tal como muestran las cifras de víctimas mortales.

Dos residencias, intervenidas

Desde el inicio de la crisis, los mayores han estado confinados y sin ver a sus familiares. Las visitas se prohibieron precisamente como medida de prevención para intentar evitar la entrada del virus y los familiares se quejaban de la falta de información que daban los centros sobre sus seres queridos. A la falta de EPIs hay que sumar los cuidados a personas que suelen ser dependientes y que imposibilitan mantener una distancia de seguridad con los profesionales.

Además, en algunos centros los usuarios comparten no solo zonas comunes sino también incluso habitación. Un caldo de cultivo ideal para el nuevo virus que como atestiguan las cifras de muertos se ceba con la gente mayor. Dos de estos centros, Domus Vi y Oasis, han tenido que ser intervenidos por la administración. No es la única residencia de la multinacional Domus Vi, controlada por un fondo de inversión británico, que ha tenido que ser controlada por la administración.

En Mallorca más del 90% de los casos detectados se han dado en residencias privadas. Las públicas han resistido mejor, explican desde la administración, porque las ratios de profesionales son más altas y porque las condiciones laborales son mejores y, por ello, es más fácil encontrar personal especializado.

La crisis del coronavirus ha abierto el debate tanto sobre el modelo asistencial como de gestión de las residencias. El mundo postcovid deberá plantearse cómo quiere tratar a las personas más vulnerables, las que no pueden valerse por si mismas, y cómo quiere que pasen los mayores la última etapa de sus vidas.

La vida también se abre paso en medio de la pandemia

Otro de los colectivos a los que también se hace la prueba sin excepción son las parturientas. Hay un itinerario preparado para los casos positivos para evitar contagios. A las preocupaciones de las futuras mamás hay que sumar el coronavirus y los hospitales son un posible foco de conatgio. En el hospital de referencia de las Baleares, Son Espases, han nacido ya tres bebés de madres positivas. Todos están sanos y los médicos aconsejan la lactancia materna extremando las medidas higiénicas.

A pesar de los titulares luctuosos de estos días, la vida sigue abiriendose paso. Rui es uno de los bebés que cuando sea mayor podrá contar que nació en medio de una pandemia. Y en su caso, de momento son sus padres quienes nos lo cuentan, no tuvo tiempo ni de llegar al hospital. Su madre dió a luz en la ambulancia en las puertas del hospital de Sona Llàtzer de Palma.

Casi todo se ha aplazado, consultas y operaciones programadas no urgentes se han dejado para más adelante, pero dar a luz no es uno de los asuntos que se puedan posponer. Los que nacen estos días serán del 2020, el año –no parece prematuro ponerle nombre– del coronavirus. Estos bebés son la mejor prueba de que la vida no se detiene. Tendrán que esperar para salir a dar un paseo y conocer las calles de sus pueblos o conocer a sus abuelos. Sus padres seguramente lo planearon distinto, los imaginaron en el mundo de ayer.