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Elecciones generales 2019

Por qué el Senado se ha convertido en objetivo clave en las elecciones del 28A

  • Es fundamental para dar luz verde a un nuevo 155 en Cataluña, el techo de gasto o la reforma del CGPJ
  • El PP busca contrarrestar los efectos de un sistema que premia enormemente al partido más votado

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Un pleno del Senado
El Senado es la cámara necesaria para dar luz verde a la aplicación del artículo 155 de la Constitución.

Los españoles votamos en las elecciones generales del 28 de abril pensando en quién ocupará la Moncloa, pero antes que nada son unas elecciones legislativas, para votar la composición de las Cortes, formadas por el Congreso y el gran olvidado, el Senado. Olvidado hasta ahora, ha tenido una gran relevancia política en esta última legislatura y la seguirá teniendo para afrontar algunos de los principales desafíos pendientes para el próximo Ejecutivo, entre ellos, una eventual nueva aplicación del artículo 155 de la Constitución en Cataluña. Ahora el Senado es más que nunca un objetivo estratégico.

Cámara de segunda, hasta ahora

El Senado ejerce una función de reflexión, representación territorial y es una Cámara de segunda lectura, aunque con menos poder que el Congreso, porque sus vetos o enmiendas reciben en muchas ocasiones el juicio último de la Cámara Baja.

Hasta ahora, ha sido una institución de segunda, a secas. Su misma existencia la han cuestionado varios de los partidos que concurren a ella, como Ciudadanos y Vox, que han pedido su supresión o, al menos, su transformación profunda. Tradicionalmente, se la ha tildado también de "cementerio de elefantes", el acomodo de los candidatos veteranos o disidentes que han dejado de estar en primera línea pero aún no amortizados por completo.

Hitos en la última legislatura: Artículo 155 y techo de gasto

Pero lo cierto es que el voto del Senado es necesario para dar luz verde a iniciativas políticas muy relevantes. Su papel es fundamental para cualquier reforma de la Constitución, sea simple o agravada, de modo que si un partido consigue una mayoría de bloqueo podrá imponer su criterio o frenar iniciativas de otros partidos en este apartado.

Su mayoría fue determinante para aplicar el artículo 155 de la Constitución y suspender la autonomía catalana después de la declaración unilateral de independencia del 27 de octubre de 2017. Y también para vetar el techo de gasto, como pasó en diciembre, cuando la mayoría absoluta del PP, con los votos de Cs, Coalición Canaria y Foro Asturias, rechazó la flexibilización de los objetivos de déficit propuesta por el Gobierno socialista, pese a contar con la aprobación del Congreso.

La participación del Senado también es necesaria para renovar instituciones públicas, como el Consejo General del Poder Judicial -elige a diez de los veinte vocales, el Tribunal Constitucional -elige a cuatro de los 12 magistrados- o el Consejo de Administración de RTVE -del Senado salen cuatro de los diez consejeros, según la última reforma del ente público-.

El PP ha tenido al mismo tiempo mayoría absoluta en Congreso y Senado desde 2011. Desde que perdió el Gobieno en julio, ha usado su mayoría en el Senado como contrapeso político, como cuando propuso en diciembre una reforma en la elección de los miembros del CGPJ mientras saltaba por los aires el acuerdo con el Gobierno para su renovación, cuando constituyó en exclusiva una comisión de investigación de la financiación de todos los partidos políticos en paralelo a la del Congreso que investigaba las suyas u otra comisión para investigar la tesis doctoral de Pedro Sánchez.

Cómo se elige a los miembros del Senado

El Senado es una institución particular. Para empezar, no todos sus miembros se eligen por votación directa. En las elecciones del 28A los ciudadanos votarán a 208 de los 266 senadores (en listas abiertas, a diferencia de las listas cerradas del Congreso). Los 58 restantes los designan los parlamentos autonómicos (a razón de uno por cada provincia y uno más por cada millón de habitantes).

De cada provincia de la península salen cuatro senadores. En las islas el sistema es distinto, ya que cada isla es una circunscripción. En las islas mayores (Gran Canaria, Mallorca y Tenerife) se eligen tres senadores y en las menores (Ibiza-Formentera, Menorca, Fuerteventura, Gomera, Hierro, Lanzarote y La Palma) un único senador. Las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla eligen dos senadores cada una.

La mayoría absoluta en el Senado está en 134 senadores. De esta forma, con la celebración en apenas un mes de las elecciones generales y las autonómicas, asistiremos a la construcción de una nueva mayoría en dos actos, porque el balance de los comicios de abril podría cambiar con la reasignación de los senadores una vez que se conformen las 13 nuevas cámaras autonómicas que saldrán de las urnas del 26 de mayo.

Incluidos los senadores de la Comunidad Valenciana (cuyas elecciones también son en abril), después de las elecciones autonómicas se reasignarán 34 senadores. De estos escaños en juego, 15 pertenecen hoy al PP, 12 al PSOE, cuatro a Podemos, dos a Cs, uno a Compromís y uno a Coalición Canaria.

Voto estratégico

El voto al Senado puede ser muy estratégico, aunque los ciudadanos no somos conscientes de ello. La fórmula de reparto de escaños, la Ley D'Hondt, no opera en el Senado, pero la votación por listas abiertas, el sistema de circunscripciones y el comportamiento de los electores crean un sesgo que beneficia claramente a los partidos mayoritarios.

Todas las provincias de la península eligen cuatro senadores, con independencia de su población. Pero en cada papeleta, el elector ha de marcar solo tres nombres, y no es necesario que pertenezcan al mismo partido. En las islas mayores y en Ceuta y Melilla, se marcan dos nombres en la papeleta, y en las que solo eligen un senador solo se puede marcar un nombre. Los candidatos más votados se llevan el escaño.

En la práctica, los votantes tienden a elegir a los tres candidatos del mismo partido, o a meter directamente en el sobre la papeleta que las formaciones envían a domicilio, que ya tiene marcada la X en sus propios candidatos.

Con este proceder, por lo general el partido ganador, aunque saque un voto más que el segundo, se lleva tres senadores (con porcentajes muy similares entre sí) y deja sólo uno al siguiente partido más votado. En 2016, en las 47 circunscripciones de la península, todos los senadores se repartieron en la proporción 3-1, con la única excepción de Gipuzkoa. En Baleares y Canarias, en las islas mayores (las que escogen tres senadores), la proporción fue 2-1.

En suma, por este comportamiento 'mecánico' de los ciudadanos, si hay un partido que es el más votado en la mayoría de las provincias suele salir recompensado con una amplia mayoría, una representación por encima de sus porcentajes de voto.

No es inevitable; el sistema de listas abiertas hace posible plantear un voto estratégico, de modo que los votantes de los partidos que no van a ser primeros reparten sus votos entre los primeros candidatos de cada partido, Pero para que funcione se requeriría una gran coordinación de estos partidos y concienciación por parte de sus electores.

Alianzas para exprimir el voto

Por eso las alianzas específicas para el Senado tienen un claro incentivo. Es lo que ha hecho el PP, sabedor de que necesita la mayoría en el Senado para poder cumplir la promesa de su candidato, Pablo Casado, de aplicar de inmediato el artículo 155 para frenar el desafío independentista en Cataluña. Calculadora en ristre, ha ofrecido a Ciudadanos una alianza para presentarse juntos al Senado y exprimir el rendimiento de sus votos, que el partido naranja ha rechazado -aunque el partido de Albert Rivera sí se unirá a PP y UPN en Navarra-.

Sin embargo, Casado insiste en evitar los efectos de la fragmentación del voto del bloque de derecha, y en una entrevista en La Sexta el pasado domingo, citando los cálculos de su cuartel general de campaña, explicaba que la unión de PP y Cs en el Senado les podría dar hasta 123 escaños de los 208 que se eligen en las próximas elecciones generales, mientras que por separado, con los mismos votos, solo sumarían 82.

Ya pasó en las generales de 2016. Ante la repetición de elecciones por la incapacidad de los partidos para formar gobierno, Podemos propuso sin éxito al PSOE concurrir juntos en junio al Senado para así poder contrarrestar la mayoría 'popular' en un número notable de provincias. Al final el PP obtuvo en junio seis senadores más que en diciembre y el PSOE perdió cuatro.